Mentiras de mister Palmer

Quizás mister Palmer, quien probablemente sea el próximo embajador de
los Estados Unidos en Venezuela, ignore que su nombre nos recuerda a
quienes fuimos escolares de tintero y pluma fuente un famoso método de
escritura inglesa que solían enseñarnos bajo el concepto, para
entonces progresista, de ‘la letra con sangre entra’.

A mi me hicieron llenar cuadernos y más cuadernos del método Palmer
con la suerte que hoy en día, de no ser por las computadoras, ni yo
mismo podría entender los garabatos que escribo a mano  

Como si no fuera suficiente con ese recuerdo ingrato, el embajador en
ciernes se empeñó en meter un montón de cobas ante la comisión del
congreso gringo que lo sometió a un cuestionario. Lo malo del caso es
que las fulanas mentiras denigran del gobierno venezolano ante el
cual, supuestamente, mister Palmer pretende ejercer sus buenos
oficios.    

Podemos equiparar el dislate con el del novio que antes de la boda se
reúne con sus amigotes a despotricar de la suegra y toda la parentela
de la novia a sabiendas que sus comentarios serán retransmitidos de
inmediato y magnificados para que caigan como una patada en la
espinilla de la madre política.
       

Por su parte a los congresistas estadounidenses les ha dado por
creerse diplomáticos, emitiendo comentarios sobre política exterior
tanto en Washington como en otros países donde se hacen recibir por
sultanes y presidentes que aspiran a obtener algún tipo de ventaja.
Pero cada loco tiene su manía.       

Con respecto a la moral de la Fuerza Armada Bolivariana, basta con
saber que hace poco les aumentaron el salario en un 40% de un solo
jalón. Ahora tenemos generales y almirantes de cuatro soles, cuando
antes llegar a brigadier era el súmmun de la gloria.       

En cuanto a los cargos, el embajador en suspenso debe darse cuenta
que la mitad del gabinete, como 40 ministros en total, son coroneles o
generales, con uno que otro teniente o capitán, para no excluir a los
oficiales subalternos.       

O sea, que la moral de los militares venezolanos no está más arriba
porque ya llegó al tope. El detalle es que con tantas espadas en esta
revolución, inevitablemente, también hay demasiadas vainas.
                                        

augusther@cantv.net



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Augusto Hernández


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