La Integración en América Latina: Una lucha desde los siglos XVIII y XIX hasta nuestros días

    América Latina está constituida por países que en su gran mayoría pertenecieron al poder imperial de España, imperio que por cierto no tuvo la bondad de respetar las grandes oportunidades que les ofreció el nuevo mundo, al contrario plagó de enfermedades, contaminó y exterminó culturas ancestrales, explotó recursos minerales, esclavizó nuestros aborígenes y sometió a las grandes poblaciones a la pobreza extrema.  

    Paradójicamente los procesos de integración que se han desarrollado en nuestra América, la latina, se han caracterizado por iniciarse desde el punto de partida de la emancipación de las colonias hispanoamericanas; auspiciada durante los siglos XVIII y XIX por insignes personalidades como Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, Andrés Bello, Simón Bolívar, entre otros; que mas allá de conformarse con el termino de América Española, hicieron lo imposible por construir una identidad de los pueblos liberados en el continente “Colombiano”.  

    El testigo mas evidente que da fe del éxito del nombre arriba mencionado es la historia, basta con recordar que en la Constitución adoptada por la Primera República de Venezuela, que es la primera en ser promulgada por una colonia hispanoamericana. Es en todo caso, el hecho de haber percibido la necesidad de inventar un nuevo nombre, diferente a los que España metropolizaba para identificar así sus colonias, demuestra un gran paso en el proceso integracionista de aquel entonces. 

    No se debe pasar por alto, que frente a las iniciativas y propuestas a lo largo de la historia hasta nuestros días de consolidar bloques de integración latinoamericana y caribeña, han sido objeto de planes de sujeción estadounidense.  

    A nuestra independencia se enfrentó la Doctrina Monroe,  a los proyectos de Bolívar de Independizar a Cuba y Puerto Rico se opuso la Doctrina del Destino Manifiesto, a Nuestra América se contrapuso el Panamericanismo, al MERCOSUR el ALCA, a la ALBA los numerosos TLC´s. En síntesis, una manera de evitar que los países que conforman la América Central y del Sur, lograran alcanzar niveles de desarrollo sustentable superiores a los comparados con Europa, Asia y América del Norte. 

    La integración se debe percibir desde diversos sentidos, en forma integral y complementaria. Todos los componentes que la conformen deben interactuar de manera transversal, si alguno falla todos se verán afectados y comprometerán el desarrollo de un bloque de países. Dicha integración, debe abarcar los ámbitos económico, político, social y cultural. 

    En términos conceptuales la integración económica es un proceso, mediante el cual dos o más mercados nacionales, previamente separados y de dimensiones unitarias estimadas poco adecuadas se unen para formar un solo mercado (desde un Área de Preferencia Arancelaria hasta lograr el Mercado Común) de una dimensión más idónea. Para lograr una verdadera integración es necesario contar con una base de políticas supranacional.  

    Los bloques de integración regional que se presentan en estas latitudes son el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), La Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Grupo de los 3 (G3), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), la Comunidad del Caribe con sus siglas en ingles CARICOM, La Alternativa Bolivariana para la América – Tratado Común de los Pueblos (ALBA–TCP) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). 

    En la actualidad se han protagonizado eventos que renuevan el sentir americanista y grancolombiano planteado por nuestros antecesores, aunado a las actuales circunstancias y necesidades que existen en la región latinoamericana, que a su vez constituyen cambios en la geopolítica internacional. Dichos eventos han generado posiciones en los todos ámbitos que componen los diferentes bloques de integración. 

    Ante tal situación, por un lado algunos escépticos analistas propios y extranjeros vaticinan una hecatombe en la economía de la región. Por otro, se presenta una alternativa enfocada en todos los ámbitos que deben intervenir en los procesos de integración de naciones que en realidad desean brillar con luz propia, sin opacar la de sus socios, así como fomentar el desarrollo sustentable que destaque hechos trascendentales en la nueva geopolítica internacional que son la multipolaridad, el rescate de la independencia y soberanía, la unión y la solidaridad entre los Estados, es decir la construcción de una nueva arquitectura que contraste con los planteamientos divisionistas de los países desarrollados. 

    El comportamiento de las economías latinoamericanas se ha caracterizado por desajustes estructurales acumulados, a la excesiva dependencia de sus características monoproductoras petroleras, a la copia y calco de sistemas que solo pueden resolver los problemas de otras regiones, a la permisividad de sus gobiernos en permitir la injerencia política y económica de factores de poder extranjeros, y a la excesiva confianza que a estos le tienen, al pensar que su intelecto esta por encima de sus capacidades científicas y creativas de nuestra población.  

    Al respecto, las relaciones internacionales representadas en las diferentes Constituciones de los Estados Naciones de América Latina, establecen una serie de aspectos relacionados a favorecer y promocionar la integración latinoamericana y caribeña, avanzando hacia la creación de una comunidad de naciones, defendiendo los intereses económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales de la región. 

    De esta manera, la creación, revisión y transformación de bloques de integración constituyen la garantía de atender las obligaciones que los Estados tienen con sus poblaciones en lo social, político, económico y cultural. Cuando los objetivos de estos no son alcanzados, la calidad de vida disminuye y se corre el riesgo caer en las manos de organizaciones internacionales que garantizan créditos para satisfacer ciertas necesidades, pero que obligan a los Estados a sacrificar parte de sus presupuestos dedicados al ámbito social. 

    Es por ello que deben existir bloques de integración, capaces de analizar las fortalezas y las debilidades de sus miembros, de tal manera fomentar programas de cooperación, intercambio y solidaridad, en búsqueda del desarrollo de todos sus habitantes y no de grupos económicos que solo buscan el monopolio de los medios de producción y de generación de riquezas.  

    En mayo de 1969 se suscribe el Acuerdo de Cartagena, constituyéndose el Grupo Andino y denominado Comunidad Andina de Naciones con sus siglas CAN, integrado originariamente por Bolivia, Chile Colombia, Ecuador, Perú y mas tarde Venezuela para el año 1973. Chile se retira dos años mas tarde y Venezuela hace su denuncia para el año 2006. 

    En enero de 1995 Colombia, México y Venezuela suscriben un convenio para constituir un Área de Libre Comercio, denominado el Grupo de los 3 con sus siglas G3. 

    El 26 de marzo de 1991 se constituye jurídicamente el acuerdo integracionista del Tratado de Asunción, y cuya denominación es Mercado Común del Sur (MERCOSUR) integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En julio de 2004 se unen al MERCOSUR México y Venezuela, en diciembre de 2005 Venezuela adquiere voz pero no voto, ya para 2011 este se encuentra a la decisión del senado paraguayo para su ingreso como miembro pleno. 

    En agosto de 1980 se suscribe el Segundo Tratado de Montevideo y se crea la Asociación Latinoamericana de Integración y la componen Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Se incorporan adicionalmente como países observadores China, Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, Italia, Nicaragua, Panamá, Portugal, República Dominicana, Rumania y Rusia.  

    En la Habana el 14 de diciembre de 2004 se suscribe entre Cuba y Venezuela la Declaración sobre el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas). Para 2009 integran la ALBA Bolivia, Cuba, República Dominicana, Honduras, Nicaragua y Venezuela, con Ecuador en condición de observador. 

    El 8 de diciembre de 2004 se constituye oficialmente la Comunidad Suramericana de Naciones (COSUNA), cuando firman la Declaración de Cuzco los presidentes o representantes del Ejecutivo de Argentina, Bolivia, la República Federativa del Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, la República Cooperativa de Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, la República Oriental del Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela. En la I Cumbre Energética Sudamericana, reunida el 16 de abril de 2007 en Margarita, COSUNA cambia su nombre a Unión de Naciones Suramericanas con sus siglas UNASUR. 

    De esta manera, la importancia relativa de la integración representa un mecanismo para unir a los países, respetando sus diferencias culturales, políticas y económicas, sin la intención de imponerlas a la fuerza y el chantaje como históricamente se ha practicado. 

    El territorio suramericano alcanza los 17.658.000 kilómetros cuadrados de superficie contigua, y ocupa el 45% del continente americano, en cuanto a su población hay aproximadamente 361.000.000 habitantes y su PIB alcanza anualmente aproximadamente 973.613 millones de dólares y su deuda externa aproximadamente 313.580 millones de dólares, .  

    La actual presentación de los bloques de integración regional, requieren actualizaciones, ajustes o simplemente la fusión de ellos y sacar provecho de las ventajas comparativas y competitivas que presenten los países como bloque de integración. 

    Se preguntarán ustedes ¿por que no se hacen comentarios en este articulo de opinión sobre la globalización y el comienzo de los procesos de unión e integración de Europa, la I y II Guerras Mundiales, los organismos internacionales tales como el BID, FMI, OMC, por mencionar algunos? A lo que según mi ponderación no son tan importantes como la materia en estudio. 

    La idea principal de este artículo es simplemente identificar que la historia, la nuestra, trata de decirnos que también nosotros hemos tenido nuestros propios procesos de integración, únicos y quizá más importantes que aquellos que se dieron en Europa. Por poner un ejemplo, el Libertador Simón Bolívar y su visión futurista de integración, la cual no fue concebida por muchos lideres de aquella época. 

    Es por tal motivo, que para entender el presente y trabajar por el futuro es importante estudiar y comprender la historia, así como descifrar los códigos que ella nos presenta. Hoy día, los esfuerzos impresionantes y admirables que realiza el Presidente Chávez no son valorados por la oposición, pero que tampoco son analizados y evaluados por algunos afectos al proceso revolucionario y a la integración de Latinoamérica, y es allí donde está la comparación con la historia la cual, de no hacer las correcciones pertinentes correremos el riesgo de seguir subordinados a las decisiones que las grandes potencias tomen por y para nosotros. 

    Mi gran punto de apoyo es la enseñanza que he tenido por parte de Luís Brito García, Eduardo Galeano, Aquiles Nazoa, Yolí Núñez y otros muchos escritores estudiosos de nuestra historia, empeñados en hacernos entender los esfuerzos que nuestros próceres e insignes personajes de los siglos XVIII, XIX y XX hicieron para ver de nuestra América el mejor de los bloques de integración, tanto por su territorio, como por sus pueblos. 

    Hoy mas que nunca cuando la ALBA y UNASUR están en el tapete internacional seamos visionarios, críticos, científicos, creadores, artistas,  estudiosos, respetuosos, luchadores, irreverentes y sobre todo seamos la América que soñaron y soñamos  todos “NUESTRA AMERICA”  

    Patria Socialista o Muerte…………………………………………….. 


*Frente Estudiantil Profesor Jesús Rivero

Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública ENAHP


sarenas_29@hotmail.com  


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