o italiano, descendiente de filósofos y artistas, o francés, cuya revolución acabó con los monarcas elegidos por Dios, o quizás escandinavo, donde reparten los premios Nobel, estaría un pelín avergonzado.
Se podrá alegar que no todos son enanos mentales como Monsieur Sarkozi, de torvo historial, o el ‘cavaliere’ Berlusconi, cuyo récord ostenta bacanales con menores de edad, amén de raterías a gran escala.
Pero, digo, si fuese europeo, nativo de ese continente donde florecieron artes, cultura, conocimientos y, finalmente, a costa de millones de muertos, la aceptación de minorías raciales, religiosas o políticas, sentiría que Europa ha involucionado decenios en el respeto a los derechos de los pueblos o naciones independientes.
Ante el alegato de actos represivos en Libia los matones de Francia, Italia y España, siguiendo instrucciones gringas, iniciaron una escalada de violaciones al Derecho Internacional, las cuales luego excusaron con una malhadada resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, cuando Rusia y China, de manera absurda, se abstuvieron de vetar la atrocidad.
Primero, desde luego, se robaron los depósitos del gobierno libio en los bancos europeos y gringos, todo ello sin la menor excusa legal.
Metódicamente los aviones de la OTAN han pulverizado las ciudades libias, causando miles de víctimas civiles e inocentes, lo que no podrían justificar ante ningún foro de la humanidad. Para completar la destrucción ahora invaden con sus tropas y nombran títeres en el gobierno que repartirá el país asignando tajadas como una torta, con los pedazos más grandes para los que arrojaron mayor cantidad de bombas.
Será una proeza comparable a la imposición del opio en China por parte del Imperio Británico o de las torturas que inventaron los ‘paras’ franceses para sojuzgar a los patriotas argelinos.
Los pueblos árabes, divididos, penetrados por agentes provocadores y vigilados de cerca por Israel, verán consumarse un nuevo despojo.
La democratización y la independencia plena deberán esperar nuevas oportunidades.
¡Qué vergüenza!