En cualquier país que se hable de “Acuerdos de Paz” se supone un estado de guerra o violencia generalizada, de Perogrullo. Ello supone poner de acuerdo de dos o más factores en la contienda. Donde se hable de “Acuerdo Humanitario” se supone que importantes sectores o personas están en riesgo, cuando menos sus DDHH o el DIH, si no la vida; lo que igualmente implica un acuerdo o canje de prisioneros, con por lo menos la existencia de dos actores en conversación. Colombia no es una excepción a esta lógica elemental.
Hoy la “nueva actitud” del presidente Santos, aún con “la llave” en su bolsillo (¿?), supone la aceptación de un conflicto entre dos actores. Esto lo ratifica “los protocolo” para la liberación reciente de los diez retenidos por las FARC-EP, aceptados por el Ejercito-Gobierno colombiano, incluso ratificados por un tercer país, pese a la predica de Santos, al recurrir al Estado brasileño, atreves de las FFAA de Brasil, para materializar cualquier iniciativa de Paz, aceptando él que no hay llave, sin puerta ni cerradura, y que muchas veces para abrir una puerta, hay que dar dos pasos hacia atrás.
Con la mediación de Colombianos(as) por la Paz, dirigidos por la senadora Piedad Córdoba, en acuerdo conjunto con las FARC-EP y el Ejercito de Brasil. junto al Estado colombiano, se crea un nuevo escenario de hecho y derecho, al reconocer, otra vez más, como factor beligerante en el conflicto colombiano a las FARC-EP, en confrontación con el ejército y la Policía Nacional colombiano. Esto es un avance significativo, al volver a caminos ya trillados y conocidos, para transparente acercarse a la Paz con justicia social.
Para emprender esta tarea inconmensurable, la Paz sin más saqueo, hambre y sangre, comprendiendo las dificultades que ella tendrá, es necesario entender los orígenes y el curso de 500 años de expoliación imperial y crimen oligarca colombiano, particularmente en los últimos sesenta años de lucha violenta del pueblo colombiano, por la resistencia y subsistencia en condiciones que rescaten la dignidad humana arrebatada.
Aún conociendo que los períodos históricos no pueden definirse con fechas exactas, en el caso de la violencia y la guerra de resistencia del pueblo colombiano con la intensidad de las últimas seis décadas, no dudamos en atrevernos a poner una fecha, incluso el día: el 9 de abril de 1948. Ese fue el día que se desato la mas larga guerra interna en Colombia, hasta nuestros días, con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. El día del “Bogotazo”, infinitamente superior como explosión social al llamado “Caracazo”, con la nefasta fatalidad para la hermana República de Colombia, de que allí no había madurado, como en Venezuela para el 27 de febrero 1989, el sentido Patriótico-Bolivariano, en el seno de la juventud militar de las FFAA y de importantes sectores policiales, que para la época se encontraban en huelga. En Colombia, las FFAA y Policía Nacional, junto a bandas criminales de la oligarquía y fuerzas de inteligencia y asesoría de los EEUU, el ensañamiento criminal contra el pueblo, no escatimó método ni vía alguna, para extirpar la digna resistencia del pueblo gaitiano y bolivariano insurrecto y libertario.
Gaitán se había convertido, para los desposeídos y sectores medios del pueblo llano, incluso para sectores empresariales, militares y policiales, en un tribuno que movilizaba grandes masas en pro de sus derechos sociales, frente a una oligarquía explotadora, arbitraria y vorazmente insaciable, a la vez era referencia concreta, y defensor de los intereses nacionales, frente a la dominación y explotación imperialista que masacraba y expoliaba la Nación.
Ya en 1929, ante una insurrección popular, le tocó defender a los trabajadores bananeros de la “United Fruit” por una sentencia de los consejos de guerra incriminando a los obreros en huelga, que en 1928 arrojo el espantoso saldo de 32.000 muertos, producto de la feroz represión del ejército que defendía inadmisibles privilegios de la transnacional Norteamericana. Esta masacre fue denunciada como “El Holocausto Obrero” del Magdalena. En el Congreso Nacional, refiriéndose a los criminales hechos, de manera premonitoria, Gaitán señaló:
“En este país el Gobierno
tiene la metralla homicida para los hijos de la patria y una temblorosa
rodilla en tierra ante el oro americano.
…Hoy,
mañana o pasado, esa multitud que sufre el suplicio, que lo sufre en
silencio, sabrá desperezarse y, para ese día, oh bellacos, será el
crujir de los dientes”
Ese acumulado de opresión e ignominia revienta con el asesinato de su líder que estaba listo para ganar la presidencia de la República. Entre otros llamados y “tomas” de medios de comunicación, la estación “Últimas Noticias” radió dijo:
“Los Conservadores y el gobierno de Ospina Pérez acaban de asesinar al Doctor Gaitán, quién cayó abaleado frente a la puerta de su oficina. ¡Pueblo, a las armas! ¡A la carga! A la calle con palos, piedras, escopetas, con todo cuanto haya a la mano. Asaltad las ferreterías y tomad la dinamita, la pólvora, las herramientas, los machetes…”
Luego se escucho por la “Radio Nacional”:
“Aquí la Radio Nacional tomada
por el Comando Nacional de la Revolución en la Universidad. En este
momento Bogotá es un mar de llamas como la Roma de Nerón, pero no ha
sido incendiada por el Emperador sino por el pueblo en legítima defensa
de su jefe.
¡ …creían que el pueblo tenía
hipertrofia en los testículos y que todo quedaría tranquilo como en los
asesinatos de Santander Norte, Caldas, Bolívar y Boyacá!”
Frente a la feroz represión e impunidad de múltiples asesinatos de líderes campesinos, obreros, gremiales, estudiantiles y políticos, la espiral de violencia popular creció. El país se enguerrillo. La montaña se convirtió en garantía de vida a quienes decidieron vivir de pie y no de rodillas, con dignidad, …con la quijada separada del pecho. A esta terrible realidad se sumo la presencia del negocio del narcotráfico, el sicariato, el surgimiento de diversas organizaciones político-militares insurgentes y la organización de los paramilitares.
Hoy sin temor a equivocarnos, ante el asesinato de lideres sindicales, campesinos y políticos, de miles de desplazados, de la presencia de diversos grupos de narcotraficantes, paramilitares y del sicariato, el enfrentamiento armado del ejercito regular, la Policía Nacional y de tropas Norteamericanas del Plan Colombia y Patriota con las guerrillas de la FARC-EP, no dudamos en decir que el “Acuerdo Humanitario”, para una salida negociado a la guerra, es un paso imprescindible y necesario para comenzar a ganar la paz que se reclama.
Para Venezuela estos procesos por la paz son definitorios en la búsqueda de la estabilidad política, social, económica y militar de la región. No podemos ser indiferentes ante la presencia de tropas Gringas en nuestras fronteras. Los pueblos bolivarianos, independientemente de sus líderes, NO seremos indiferentes ante la penetración del paramilitarismo en nuestro territorio. Mucho menos ante el drama de muerte, secuestro, presos, desplazados y violencia permanente que sufre nuestro hermano pueblo Grancolombiano. Nuestros “amigos” son los insurrectos colombianos, en rebelión ante la indignidad santenderiana de sus mandatarios.
Cuando el comandante Chávez aceptó el difícil reto de ser mediador en este conflicto, para avanzar en lo posible en un “Acuerdo Humanitario” que liberase a los retenidos y detenidos producto de la confrontación militar en Colombia, estábamos convencidos, y lo estamos también hoy, que lo hizo, además de por ser una necesidad de nuestros pueblos, porque profesa un profundo amor por los pueblos Latinoamericanos y Caribeño.
Nuestro Comandante recordaba y resaltaba, en coherencia Histórica imprescindible que debe ser rescatada, que incluso en la cruenta guerra de nuestra primera independencia, el libertador Simón Bolívar propuso y firmó, con el General Realista Morillo el “Tratado de la Regularización de la Guerra”, los hechos fueron así según un cronista de la época:
“El escogido para esa actividad prolija (tarea), difícil, es el general Sucre, con el coronel Briceño Méndez, y el teniente coronel José Gabriel Pérez. El rango de plenipotenciario corresponde a Sucre. Se le ha concedido muy alto honor, en una actividad diplomática en extremo compleja. Los tres delegados discutieron los términos del acuerdo durante cuatro días, en la ciudad de Trujillo. Se cruzaron varias comunicaciones; hubo intento de ruptura de parte hispana. Al final se firmaron tanto el armisticio como el Tratado de Regulación de la Guerra (no fusilamiento de prisioneros). La obra fue, lo uno y lo otro, de Sucre. A tal punto que el propio Bolívar escribió: ‘Este tratado es digno del alma del general Sucre: la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron: él será eterno como el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra: él será eterno como el nombre del vencedor de Ayacucho’.”
La entrevista personal y firma de los acuerdos, entre el Libertador y el Pablo Morillo, se realizó el 27 de noviembre de 1820 en la ciudad de Trujillo.
El Tratado establecía que “el canje de prisioneros será obligatorio”:
“…Lo que tomaba trascendencia, de aquellos actos solemnes, era el Tratado de Regulación de la Guerra: ‘La guerra entre España y Colombia se hará como la hacen los pueblos civilizados… Todo militar tomado en el campo de batalla se guardará como prisionero de guerra y será respetado, hasta lograr su canje… Los heridos no serán prisioneros de guerra… Los militares o empleados que hayan desertado de sus banderas no pueden ser castigados con pena capital… El canje de prisioneros será obligatorio… Los habitantes de los pueblos que alternativamente se ocuparen por las armas de ambos gobiernos serán altamente respetados y gozarán de absoluta libertad y seguridad… Los cadáveres, en los campos de batalla, recibirán los últimos honores de la sepultura’.
Este texto, redactado por Sucre, fue lo que llamó Bolívar ‘el más bello monumento a la piedad aplicado a la guerra’. Por siete años había regido la ‘guerra a muerte’, que fueron los españoles los primeros en imponer. La ‘guerra a muerte’ (hecha decreto por los patriotas) logró definir los campos, en tiempos en que los soldados se pasaban de uno a otro bando, muchas veces en el propio momento de la batalla; y fue elemento capital en la forja de una conciencia de nacionalidad, sin cuyo nervio hubiese sido imposible proseguir la lucha. Sucre la cumplió estrictamente; supo el intenso drama que encerraba; vio correr la sangre de los prisioneros indefensos pasados por las armas. Oyó el clamor de los deudos, su protesta; su ira terrible parecía pedir venganza. De ahí que sintiera, humanamente, alivio y mostrara magnanimidad al redactar los términos del convenio de cesación de fuegos. Había que seguir hasta el triunfo final, pero sin el desaforado desate de la tragedia.”
El Intercambio o Canje hoy
Se ha carecido de las cualidades del “alma del general Sucre: la
benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia” para adelantar el
Intercambio o Canje de prisioneros. El cual no debe considerarse desde
la óptica politiquera de ‘ganadores y perdedores’, sino sobre la base de
principios humanitarios.
Considerar el ‘Tratado de Regulación de la
Guerra’ como una base histórica para el momento actual, sería una
muestra de realismo político y de humanitarismo al ahorrarles
sufrimientos innecesarios a las partes en guerra. Recordemos que uno de
los puntos más importantes del este Tratado establecía: “El canje de prisioneros será obligatorio…”
Los que torpedean el Intercambio o Canje, demuestran cuán inferiores son frente al ‘alma del general Sucre’ (asesinado por los santanderistas) y de los Libertadores de Colombia en la primera independencia.
Se dice, con la perspectiva, interés y voluntad de no llegar a ningún acuerdo, que estos son virtualmente imposibles. Frente a ello debemos decir que la situación actual de Colombia no es significativamente diferente al pasado reciente -salvo la voluntad política para acabar con la guerra- en las que se dieron diversas formas de acuerdos, canjes y conversaciones. Simplemente existía una actitud favorable a explorar posibilidades y obtener resultados humanitarios. Así tenemos un conjunto de hechos del Estado colombiano y de otros gobiernos (como el anteriormente indicado), o en “grupos de países”, que internacionalmente, por vías diplomáticas o políticas, han dado pasos oficiales, sincerando el estatus de los actores del conflicto, como en:
1984.- Firman los acuerdos de cese al fuego, tregua y paz, también conocidos como los acuerdos de La Uribe, entre el gobierno colombiano (Belisario Betancur y las FARC-EP).
1986 - 1990.- Múltiples reuniones entre representantes de los gobiernos de Virgilio Barco y Cesar Gaviria y el Secretariado Nacional de las FARC-EP.
1991.- Ronda de conversaciones entre el gobierno de César Gaviria y las fuerzas insurgentes agrupadas en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar -CGSB- en Caracas, Venezuela.
1992.- Ronda de conversaciones entre el gobierno de
César Gaviria y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar -CGSB- en
Tlaxcala - México.
1998.- Visita del Presidente electo Andrés Pastrana a
los campamentos de las FARC-EP y entrevista con el Comandante en Jefe
Manuel Marulanda Vélez.
1998.- Reuniones de delegaciones gubernamentales con miembros del Secretariado Nacional de las FARC-EP.
1999.- 7 de enero instalación pública de los
diálogos de paz en San Vicente del Caguán, Caquetá, uno de los cinco
municipios despejados por el gobierno nacional a exigencia de las
FARC-EP para iniciar los diálogos. A ella asistieron invitados
nacionales e internacionales, los poderes del Estado y el cuerpo
diplomático acreditado en Colombia.
2007.- El presidente Uribe libera, unilateralmente y con la intervención del gobierno francés, al dirigente de la FARC-EP, secuestrado en Caracas, Rodrigo Granda. El gobierno lo envía a la sede oficial del Estado Vaticano en Bogotá y posteriormente a la República de Cuba.
A todos estos acuerdos y gestos de Paz, en fechas más recientemente, le siguieron otros de similar o menor significación. Toda ello evidencia que alcanzar la Paz es algo más serio que hablar de "llaves" apropiadas y excluyentes.Tratar de impedir que los países afectados por ese conflicto interno actúen, que deben “hacerse los locos” con lo que pasa en Colombia, es lo menos una vergüenza, y lo peor de todo es que, ante el avance y profundización criminal de la guerra, ellos se “hagan los loco”. ¡¡¡Es una indignidad!!
Estamos convencidos que esta gesta humanitaria no tendría tanto sentido si ella no fuese una aspiración y necesidad de los pueblos, y como tal, debe ir mas allá de las gestiones de mediadores, la facilitadora incansable Piedad Córdoba, países amigos del canje, países directamente afectados por la guerra vecina, el Gobierno colombiano y las FARC-EP y el ELN. Por ello sostenemos que: ¡¡¡SIN Paz en Colombia, NO habrá Paz en Nuestra América!!! El grito en la Patria Grande ha de ser: COLOMBIA: ¡¡¡NO+Expoliación!!! ¡¡¡NO+Hambre!!! ¡¡¡NO+Sangre!!! Este debe ser el juramento de todo hombre o mujer amante de la Paz, juramento para generar diversas acciones sociales y políticas, en todos los ámbitos de la sociedad, y no descansar hasta alcanzar el canje humanitario, en camino a acuerdos de paz negociados verdaderos, sin derrotados, en el que todos entendamos que debemos contribuir, activamente, a construir una nueva realidad, de justicia y equidad, con la defensa, independencia y unidad de la Patria Latinoamericana, generando confianza para el reencuentro de los valores de hermandad y solidaridad perdidos.
Igualmente es prioritario ampliar, mas haya de Colombia y Venezuela, junto a los que han manifestado su respaldo a la mediación, el respaldo internacional a esta iniciativa humanitaria. Particularmente juzgamos que es fundamental ganar a la sociedad Norteamericana ya que estamos convencidos que la presencia, intervención y presión Gringa en el conflicto es determinante, y una cosa debe ser la opinión del pueblo estadounidense y otra la del gobierno de Obama y el Complejo Militar Industrial Norteamericano q lo dirige.
Para cerrar esta “nota-homenaje” al Gigante Gaitán y al Mariscal Sucre, nada mejor que un extracto de la famosa “Oración por la Paz” que pronunciara Eliécer Gaitán, en la Plaza Bolívar de Bogota el 7 de febrero de 1948, días antes de su asesinato, como lo hicieran también con Martin Luther King, en el discurso de su “sueño” que tuvo, y nunca vió, al ser acribillado mientras lo decía en Memphis:
“Bajo el peso de una honda
emoción me dirijo a vuestra Excelencia, interpretando el querer y la
voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón,
lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir
que haya paz y piedad para la patria.
Os
decimos finalmente, Excelentísimo señor: bienaventurados los que
entienden que las palabras de concordia no deben servir para ocultar
sentimientos de rencor y exterminio. Malaventurados los que en el
gobierno ocultan tras la bondad de la palabra la impiedad para los
hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la
ignominia en las página de la historia”.
Anexo:
Le envió este anexo, propuesto por las FAR-EP desde el Caguán, para que se aprecie la dimensión de la intransigencia y voracidad de la oligarquía colombiana, ante exigencias tan tenues para negociar una guerra atroz de sesenta años. Con razón a nosotros, los bolivarianos en Venezuela, nos quieren tumbar por que en revolución, hemos propuesto gran parte de esto, y en algunos casos, alcanzado mucho más.
Declaración de Raúl Reyes:
“Nosotros ya expusimos un programa de diez puntos y una agenda durante los diálogos de San Vicente de Caguán (1). Entendemos que quizás no se puedan aprobar esos diez puntos íntegros pero sí una propuesta mínima que lleve a la paz. La propuesta por tanto es un gobierno de transición pero con una democracia real, no lo que hay ahora con la represión de la izquierda. En el plan estratégico nuestro objetivo es la toma del poder, pero depende de a donde las posiciones del régimen nos lleven”.
7 enero 1999
(1) El programa, de diez puntos al que se hace referencia es el siguiente:
1. Solución política al grave conflicto que vive el país.
2. La doctrina militar y de Defensa Nacional del Estado, será BOLIVARIANA. Las FF.AA. serán garantes de nuestra soberanía nacional, respetuosas de los Derechos Humanos y tendrán un tamaño y un presupuesto acorde a un país que no esta en guerra con sus vecinos. La Policía Nacional volverá a ser dependiente del Ministerio de Gobierno, reestructurada para que cumpla su función preventiva; moralizada y educada en el respeto de los Derechos Humanos.
3. Participación democrática
nacional, regional y municipal en las decisiones que comprometen el
futuro de la sociedad. Fortalecimiento de los instrumentos de
fiscalización popular.
El Parlamento será
unicameral. La oposición y las minorías tendrán plenos derechos
políticos y sociales garantizándoles el Estado su acceso a los grandes
medios de comunicación. Habrá libertad de prensa.
La
Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional y el Consejo
Nacional de la Judicatura serán elegidos por voto directo de todos los
jueces y Magistrados del país. Moralización de la Administración Pública
y de las instituciones civiles y militares del Estado.
4. Desarrollo y modernización económica con justicia social. El Estado debe ser el principal propietario y administrador en los sectores estratégicos. El énfasis de la política económica será la ampliación del Mercado Interno, la autosuficiencia alimenticia y el estímulo permanente a la producción, a la pequeña, mediana y gran industria privada, a la autogestión, la microempresa y a la economía solidaria. El Estado invertirá en áreas estratégicas de la industria nacional y desarrollará una política proteccionista sobre las mismas.
5. El 50% del Presupuesto Nacional será invertido en el bienestar social, teniendo en cuenta al colombiano, su empleo, su salario, salud, vivienda, educación y recreación como centro de las políticas del Estado. El 10% del Presupuesto Nacional, será invertido en la investigación científica.
6. Quienes mayores riquezas posean, más altos impuestos aportarán para hacer efectiva la redistribución del ingreso. El impuesto del IVA, solo afectará bienes y servicios suntuarios.
7. Política Agraria que democratice el crédito, la asistencia técnica y el mercadeo. Estímulo total a la industria y a la producción agropecuaria. Proteccionismo estatal frente a la desigual competencia internacional. Cada región tendrán su propio plan de desarrollo elaborado en conjunto con las organizaciones de la comunidad, liquidando el latifundio allí donde subsista, redistribuyendo la tierra, definiendo una frontera agrícola que racionalice la colonización y proteja del arrasamiento de nuestras reservas.
8. Explotación de los Recursos Naturales como el petróleo, el gas, el carbón, el oro, el níquel, las esmeraldas, etc., en beneficio del país y de sus regiones. Renegociación de los contratos con Compañías Multinacionales que sean lesivos para Colombia.
9. Relaciones internacionales con todos los países del mundo bajo el principio del respeto a la libre autodeterminación de los pueblos y del mutuo beneficio. Respeto a los compromisos políticos del Estado con otros Estados. Revisión total de los Pactos Militares y de la injerencia de las potencias en nuestros asuntos internos. Renegociación de la Deuda Externa.
10. Solución del fenómeno de producción, comercialización y consumo de narcóticos y alucinógenos.