Criminal desinformación sobre Siria

La mayoría de los medios de comunicación masivos, acusaron al gobierno sirio por los más de 90 asesinados que los grupos opositores –con sede en Londres o París– señalaron a algunos observadores enviados por Naciones Unidas al lugar, pero ninguno de éstos consultó a las autoridades de ese país, ni se hizo eco de las graves denuncias que se han registrado sobre los crímenes y masacres realizadas por los mercenarios que las Fuerzas especiales de la grandes potencias infiltran por las fronteras con ese país.

“Los medios han seguido torturando a la audiencia que aún les queda, contándoles el eterno cuento de los bombardeos y masacres del ejército sirio sobre civiles”, escribió recientemente  la periodista de investigación suiza Silvia Cattori relatando –entre otros casos– la inexistencia de un supuesto bombardeo del gobierno siro  el 23 de marzo de 2012 que la prensa del poder hegemónico describió como “un diluvio de fuego en una ciudad incomunicada”.

Catorri, quien es conocida internacionalmente por sus análisis y denuncias, como la que demostró que Guantánamo era un laboratorio de sofisticadas torturas y experimentos con seres humanos,  relata que los medios franceses hicieron esa descripción sobre un inexistente bombardeo a Homs.

Sin embargo, los testigos que ella consultó fueron precisos: “No hemos escuchado ningún ruido. No ha habido ningún bombardeo hoy (23 de marzo).
Todo está en calma. Yo he salido a ver a mis amigos. Homs no está incomunicada, todas las carreteras están abiertas... Desde hace varias semanas hemos estado seguros. El Ejército no bombardea. Son las milicias del autollamado Ejército Libre Sirio las que siguen matando a militares y civiles. Todavía hoy un soldado ha sido asesinado. Lo sé porque vivía en mi barrio”, contó un habitante del lugar.

Relató otro habitante que después de que el Ejército sirio consiguió desalojar a las milicias (bandas armadas) y tomar el control, la gente ha vuelto a sus casas en los barrios que estaban casi vacíos. La inseguridad continúa en tres barrios, sobre todo en al-Khaldiyeh, donde el Ejército continúa persiguiendo a las milicias que mantienen como rehenes a numerosas familias. “Mi tío que había sido secuestrado hace dos meses volvió muy mal ayer a la casa, muy cansado, pero considerándose muy afortunado. Está en el hospital. Otras muchas personas secuestradas no volvieron y las familias no tienen noticias de ellas”.

Este testimonio menciona uno de los temas más dramáticos y es la cantidad de personas, incluso familias que los agresores han secuestrado y llevado con ellos.

Silvia Cattori había entrevistado unos días antes a otro residente, un hombre sirio de 75 años de edad que vive en un pueblo de la provincia de Homs: “Lo que pasa aquí es todo lo contrario de lo que se dice en su país. Le pido perdón señora. Nuestros soldados no son mercenarios. Son los hijos del pueblo, todas las religiones mezcladas. Son mi hermano, mi hijo, mi tío. Esto es nuestro Ejército. Es imposible que los hijos maten deliberadamente a su padre. Nuestros soldados se enfrentan durante muchos meses a los mercenarios pagados por los fondos exteriores para cometer sus asesinatos”.

Otro relato: “La masacre de mujeres y niños en los barrios de Karm al-Zeitoun y al-Adawiyé, la han cometido ellos, para luego acusar a las fuerzas del gobierno. Hay dos pruebas: los habitantes de los barrios de Bab Sebaa, Nazihine y Nazha han reconocido entre las víctimas de esta masacre parientes secuestrados y por los que habían pedido rescate los mercenarios. Puedo hablarle de otra masacre que han descubierto nuestros soldados (el 10 de marzo) en el barrio de Shomari, cerca de Baba Amro (un conato de emirato islámico que fue desmantelado). Mi padre tenía amigos musulmanes en  Shomari. Yo los he visitado muchas veces con él. Hace algunos días un joven llamó a mi puerta. Dijo: ‘Soy el hijo del amigo de tu padre’. Digo lo que él me contó: ‘Todos los hombres de nuestro barrio fueron obligados por las milicias (mercenarios) de Baba Amro a llevar armas y a usarlas contra el régimen. Ellos nos decían que el que se negara sería degollado. Mi padre, mis hermanos y yo entonces tomamos las armas. Después de la toma de Baba Amro, el 1 de marzo, cuando el gobierno llamó a dejar las armas, mi padre, mis hermanos y yo las hemos dejado. El 10 de marzo, cuando los saldados descubrieron muchos hombres degollados en Shomari, he reconocido entre los cuerpos a mi padre y mis dos hermanos. Las milicias habían degollado a todos los hombres que habían dejado las armas. Huí rápidamente al lado de los soldados, les pedí  que me protegieran y me acompañaran a vuestra casa’”.

De éstas y una cantidad de testimonios que han logrado investigadores y periodistas verdaderamente independientes, la ONU ni  el Tribunal Penal Internacional se hacen eco.

“A mediados de enero pasado el  periodista Dominic Robertson, estuvo en Siria y las autoridades le dieron libre acceso a zonas conflictivas en Damasco y en Homs donde estaba el día que un grupo armado atacó a una delegación de periodistas extranjeros y mató al reportero francés Gilles Jacquier, ligado a los servicios de inteligencia,  e hirió a otras 25 personas en el barrio Ekrima.

Fue un testigo directo de aquel crimen. “La falsificación de los ataques terroristas se añade a la falsificación sistemática de los ataques de las fuerzas gubernamentales contra la población civil que viene realizando la cadena estadunidense desde el comienzo del conflicto. En los últimos días tenemos otro ejemplo de las falsificaciones mediáticas  orquestadas por falsos activistas pacíficos que se hacen pasar por periodistas ciudadanos”.

Una de las figuras favoritas del falso “periodismo-ciudadano (que promueve la asociación AVAAZ financiada por George Soros como denunció Fernando Casares en un artículo) es Danny Dayem. Este agitador dijo que la localidad al-Khalidiyeh, en Homs, estaba siendo bombardeada por fuerzas del Ejército sirio, pero se difundió una grabación que cuestionaba su veracidad en la que el propio Dayem aparece coordinando los efectos de sonido de disparos y bombardeo con su equipo para adjuntarlo al video”, relata.

Ante las críticas que suscitó en algunos medios estadunidenses tal fabricación, “la CNN se vio obligada a realizar una entrevista a Dayem, a quien presentó entonces como un activista y no como un periodista de su personal, y borró una foto de él tomada con el equipo de ese servicio que estaba actuando clandestinamente en Homs”.

Lo cierto –señala el informe– es que este joven británico de 22 años ha aparecido ubicuamente en los principales medios occidentales y árabes incluyendo la  CNN, BBC, Sky News, al Hiwar, The Guardian, etcétera, además de los financiados  por Arabia Saudita como Alarabiya, dando la imagen de la pacífica revolución siria aplastada por el régimen”.

Un reciente reportaje revela numerosas incongruencias de sus declaraciones y del  personaje (Dayem) que se ha fabricado. (Enviado el 11-5-12 por Purificación González de  la Blanca citando a Mamen García Carrión de Ojos para la Paz).

¿No sabe la ONU sobre los secuestrados que tienen los invasores de siria?

Según el profesor de historia italiano Pierre Piccinin que ha estado en Siria varias veces: “Los eventos de este país son un caso extremo  de desinformación mediática, tal vez más que la guerra del Golfo de 1991, incluso que la guerra de Yugoslavia, en 1990, o la de Irak de 2003, o la intervención Atlántica en Libia en 2011”.

El 3 de abril de 2012 la revista  Der Spiegel, de Berlín, publicó un informe enviado por su corresponsal en Beirut, Onrika Potts, quien
entrevistó a uno de los mercenarios que actuaba en Siria bajo el apodo de Hussein, que había huido de ese país a Trípoli, cuyo “trabajo” consistía en “masacrar” a los civiles y militares, personas del pueblo sirio, que habían sido secuestrados por los grupos armados.

Reconocía Hussein que “después del primer asesinato a cuchillo que cometió, comenzó a formar parte de la llamada “escuadrilla del entierro”, cuya misión era posterior a  la actuación de la llamada “cuadrilla de Interrogación” encargada de secuestrar  a  civiles y   militares y torturarlos. Y dijo también que una tercer cuadrilla tenía “el trabajo de enterrar a los asesinados en fosas comunes”, algo muy similar a lo que hicieron en Libia.

Relató también que “20 por ciento de los secuestrados fueron matados con cuchillos”. Según escribió la periodista Potts, el apodado Hussein dijo que él había degollado “solamente a cuatro personas y que mató a muchas otras con una ametralladora tipo PKC”.

Otra de estas confesiones terribles estuvo a cargo del terrorista Abou Rami Rafik Husein, “quien reconoció que desde el verano pasado su cuadrilla mató a tiros a 150   personas, y que ‘la cuadrilla del entierro’ –en la que trabajaba el otro Hussein–, mató entre 200 y 250 personas desde  el inicio de las acciones en  Siria”.

Los miembros de grupos terroristas entrevistados por la corresponsal de la revista Der Spiegel, reconocieron haber iniciado sus actos criminales “a partir de agosto del  pasado año, tratando de infundir el terror y crear caos en las tranquilas ciudades sirias, financiados y armados por países árabes y occidentales”.

La periodista consideró que esos crímenes de los grupos terroristas armados en Homs son graves abusos a los derechos humanos llevados a cabo por los insurgentes sirios” sobre los que no se habla.

La Agencia Árabe de Noticias de Siria (SANA) sostuvo (3 de abril 2012) que luego de que los hechos han sido revelados, junto a toda la documentación de crímenes atroces perpetrados por bandas terroristas armadas en Siria, y del reconocimiento de organizaciones internacionales de que estos grupos cometen crímenes contra la humanidad, “los terroristas  abandonan sus escondrijos para alardear orgullosos de sus escabrosos actos cometidos en cumplimiento de agendas occidentales, regionales y árabes, diseñadas para azotar a Siria y su pueblo”.

Los testimonios de estos hechos cometidos por los mercenarios y sus jefes ocupan centenares de páginas, y todos los periodistas tienen acceso a ellas. Por eso el silencio es el cómplice mediático de estos crímenes de lesa humanidad.

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Stella Calloni


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