Siempre existirán resquicios para volver a empezar. Los grandes capitalistas son infatigables, nunca se dan por vencidos, su convicción de que el mundo es de ellos, los hace actuar sin complejos, ni mesura. Uno de sus puntos más apetecibles del planeta son las estatales petroleras de países soberanos. Sólo para ilustrar el pensamiento de cualquier jefe de compañías privadas petroleras hemos traído un monólogo ficticio de alguien como David Lesar, presidente de halliburton, pero también podría ser Paal Kibsgaard director de schlumberger, todos se parecen, así debe ser para estar en esos cargos que requieren de ese tipo de seres humanos “especiales”. Entremos por unos minutos en sus pensamientos:
“¿Por qué esa industria aún no es mía?, ¿Por qué aún no puedo servirme de ese pedacito de suelo?, si el dinero lo compra todo, puedo tener ese negocio tarde o temprano, solo es cuestión de tiempo, pues tenemos toda la experiencia del mundo.
Acabo de reunirme con mi grupo de analistas de entorno y parece que algunos países están en apuros. En especial aquel que alguna vez fue nuestro. Era tan nuestro que teníamos tuberías automatizadas, podíamos saber en tiempo real cuanto cargaba cada barco, cuánto crudo estaba en los patios de tanque, cuánto había en cada centro de distribución de gasolina y también controlábamos todos los software de interpretación y producción de pozos. Hasta podíamos controlar el sistema de pago de nómina de los obreros y técnicos petroleros. Éramos de verdad verdad el cerebro de todo aquel sistema sanguíneo, pero de petróleo. Pero llegó aquel mulato con su discurso encendido a entorpecer todo y de pronto estaba ese gentío en las puertas de las instalaciones y que defendiendo su soberanía. ¿Qué soberanía del sipote? ¿Es que acaso nadie le ha dicho a ese montón de indios y negros que el mundo es de los que tienen dinero y poder? ¿Quién habrá inventado esa palabra?.
Tuvimos que movilizar a nuestros aliados internos, pero no pudimos, Chávez nos derrotó momentáneamente. A pesar de esa estocada sabemos que la pelea es de largo alcance y tal como hemos visto en protestas callejeras, el que se cansa pierde y nosotros no nos cansamos fácilmente, tenemos tiempo de sobra. Podemos operar cruel y rápidamente, pero también podemos hacerlo guardando las apariencias de diplomacia y buenas maneras. Por ejemplo les contaré acerca de cómo hacemos negocios en nuestro país y en 140 puntos del mundo desde hace un siglo. En nuestro terruño nos interesan las grandes obras públicas, no solo nos interesan los asuntos petroleros, sino también construcción de represas, vías, pistas de aviación, construcción de bases navales, militares y zonas industriales.
Lo importante es ganar los contratos con el Estado, seamos expertos o no en la materia, lo importante es ser adjudicado, después nosotros resolvemos a quien poner a trabajar. También nos encargamos de lo que hemos llamado el ejército privado, es decir, podemos armar grupos comando o “task force” para hacer guerras sucias en la que el gobierno no quiere “ensuciarse” y podemos llevar a cabo tan bien esas tareas que reconstruimos y hasta recogemos basura a fin de que todo quede como que nada hubiese pasado. Para lograr estos contratos tenemos grupos especiales dentro del congreso, por ejemplo en una época le decíamos a este grupo «Suite 8F», inspirado por el lugar donde nos reuníamos, la suite 8F del hotel Lamar en Houston. Este lujoso lugar de reunión, se convirtió en el sitio donde producíamos alianzas lejos de la mirada del público. Después nos hemos seguido reuniendo en otros sitios, pero el grupo se sigue llamando S8, incluso podemos en esas reuniones limitar el impacto de las políticas sobre nuestros negocios y legislar para alcanzar nuestras metas.
Por eso me rio del alboroto que han formado en aquel país del que hablábamos donde modificaron algunos parrafitos de un tal Plan de la Patria. Pero si es que eso lo hemos aquí hecho mil veces haciéndole enmiendas a nuestra constitución. Bueno, les contaba, después que tenemos el contrato, comenzamos a trabajar y a medio camino inflamos los costos y pedimos un nuevo desembolso al Estado. No nos gustan los sindicatos, así que no los dejamos proliferar en nuestros proyectos, nuestro estilo se llama “open-shop” que algunos le llaman mano de obra fluctuante y precaria, y es que si no es así ¿Cómo competimos? Otro de nuestros mecanismos aquí en mi país y en el resto del mundo, es financiar las campañas electorales: hacemos pasar fajos de billetes de mano en mano hasta comprar el último voto necesario para hacer ganar a nuestros colaboradores políticos y sabotear a los adversarios. Todo no es color de rosas, somos valientes y arriesgados, una vez debimos transportar desde instalaciones petroleras del golfo de México barcos repletos de cocaína y heroína hacia los EEUU, luego con el dinero “del paquete”, compramos armas para vender en Irán y con parte de esa ganancia financiamos la contra nicaragüense.
Como ven estamos en todas. También nos tocó literalmente apagar el fuego de cientos de pozos petroleros en la llamada “operación tormenta del desierto” en Arabia Saudita y además hicimos algunas labores de limpieza reconstructiva y por ello nos pagaron el módico precio de 200 millones de dólares. Estuvimos en la primera guerra del golfo con nuestros ejércitos privados y con el mismo modus operandi en Somalia 100 millones, en Rwanda 6 millones y en Haití 150. En la guerra de Irak dimos el salto cuántico, ganamos 2 mil millones de dólares por restaurar la industria petrolera que previamente habíamos destruido. Con esta cifra en mente y con el esfuerzo bélico que movilizamos para ganarnos esos 2 mil, es que pensamos en lo maravilloso del nuevo negocio que tenemos en el 2014. En Venezuela acabamos de firmar un contrato por el mismo monto sin haber tenido que destruir previamente las instalaciones petroleras con nuestros ejércitos privados. ¡Dos mil millones! Maravilloso, ya sabíamos que volveríamos, que era cuestión de no cansarse como dice nuestro aliado Leopoldo López.
A partir de este gran contrato podremos volver a ser el cerebro que fuimos y que fácilmente podemos volver a ser, para eso tenemos la tecnología y lo que es mejor aun, la anuencia de las autoridades locales. Esta ventana abierta es una gran oportunidad para nosotros, menos mal que el mulato ya no está. Manos a la obra, al dinero y al petróleo!”.