Europa y su saqueo cultural del tercer mundo (V)

¿Y El saqueo de Grecia?

Es que no sólo fue el saqueo de Mesopotamia y el Cercano oriente. No hay que olvidar el gigantesco saqueo que esa Europa colonialista y ladrona hace de Grecia, saqueo que los libros europeos prefieren llamar "redescubrimiento". Ese saqueo, temprano y prolongado, es el primero de todos y empieza desde el siglo XVIII, antes incluso que el de Egipto.

La Europa cristiana, que se impone desde el siglo IV con Constantino y Teodosio, rechaza y condena la cultura pagana de la desaparecida Grecia clásica y luego incluso la de la Grecia cristiana que se impone en Bizancio. Para ella, aunque también es cristiana, esa Grecia se convierte en rival y hasta en enemiga de Roma y de su iglesia, dominadas por el papa y opuestas a toda disidencia político-religiosa. La separación se impone entre ambas desde los siglos X y XI. Roma califica a los cristianos griegos de cismáticos y heréticos, y en la Cuarta Cruzada, en 1204, los venecianos invaden Bizancio y lo saquean, apropiándose de numerosos tesoros y reliquias y robándose los famosos caballos de la plaza de San Marcos. En el siglo XIV los turcos otomanos empiezan a apoderarse del oriente de Europa y Grecia pasa desde entonces a ser territorio turco. En 1453 los otomanos toman Bizancio, que pasa a llamarse Estambul, y crean el extenso y poderoso Imperio turco que será el principal rival religioso y militar de la Europa cristiana en los siglos siguientes.

Y es en el siglo XVIII que la Europa moderna que busca su expansión empieza a redescubrir a Grecia, a admirarla otra vez, y pronto a saquearla. Todo comienza con el redescubrimiento de la Grecia antigua que hace el alemán Johann Joachim Winckelmann, autor del libro Historia del arte de la Antigüedad, sobre su arte, cultura y maravillosos templos y monumentos, pronto leído y admirado por toda Europa occidental, sobre todo por los 3 futuros países saqueadores: Francia, Inglaterra y la ulterior Alemania. Winckelmann, que celebra con admiración el arte griego como modelo de perfección artística, no roba nada y ni siquiera visita Grecia. Su redescubrimiento de esta lo hace en Italia viendo, estudiando y admirando las copias de esculturas y monumentos griegos hechas por los antiguos romanos imperiales y conservadas en palacios y museos de Italia.

Pero para Francia e Inglaterra, pronto se pasa sin transición del redescubrimiento al saqueo, mutilación y robo de esculturas y fragmentos de monumentos y templos. Francia e Inglaterra mantienen ya relaciones diplomáticas y comerciales con el Imperio turco, dueño de Grecia, y sus beneficiarios serán embajadores, cónsules y funcionarios franceses e ingleses, lo mismo que anticuarios ladrones, coleccionistas y hasta simples y sospechosos turistas que ponen en marcha ese saqueo aprovechando los permisos de visita, revisión y reparación de templos y monumentos griegos que ingenuamente les concede el Imperio turco. El permiso se llama firman y es solo para eso, pero franceses e ingleses, aprovechando el desinterés o descuido de los funcionarios turcos, los usan para robar, mutilar y saquear esas ruinas y monumentos.

La iniciativa la tienen los franceses. El primero de ellos es Auguste de Choiseul Gouffier, un culto diplomático y aristócrata francés que es cónsul de Francia en Estambul, capital del Imperio turco. Choiseul Gouffier declara más de una vez que "esas bellas obras griegas deberían estar, no en Turquía sino en Francia", y en una ocasión, de la que sobrevive el texto escrito, le ordena a su agente en Atenas: "Roba todo lo que puedas. No desperdicies ninguna ocasión de pillar en Atenas y en su territorio todo lo que se sea pillable. Y no perdones ni a los muertos ni a los vivos." El cónsul francés en Atenas, Louis François Sebastien Fauvel, no necesitaba esa orden, pues robaba sin pausa todo lo que podía. Pero al parecer se descuidó; y cuando trataba de enviar a Francia un gran paquete con lo que había robado, los turcos se lo decomisaron, sea porque no tenía el firman o porque lo había perdido. De modo que el paquete se lo entregaron a los ingleses, que sí tenían su firman, y todo fue a dar al Museo Británico.

Es que la competencia inglesa, encabezada por Lord Elgin, rebasa a los franceses, pasando a primer plano. Y es el Partenón, el más famoso templo griego, la clave de esa victoria del ladronaje británico sobre el francés. De templo o depósito de los tesoros de los antiguos atenienses, el Partenón es convertido luego, a fines del siglo V, por los cristianos bizantinos, en templo cristiano, y en el siglo XVI por los turcos en depósito de armas y municiones. En 1687, en un ataque de los venecianos contra Atenas, uno de sus cañonazos o morteros causa una explosión que lo daña seriamente, aunque el edificio se mantiene en pie. Es decir, que desde entonces requiere una reparación que no se hace, y es por ahí que se cuelan en 1802 los ladrones ingleses que encabeza Thomas Bruce, mejor conocido como Lord Elgin por ser el octavo heredero de ese título.

Nombrado en 1798 embajador de Inglaterra en Turquía con sede en Constantinopla (Estambul), Elgin, para ejecutar su plan, se hace acompañar de 5 dibujantes dirigidos por un pintor italiano. Debió conseguir del gobierno turco un firman, pero el original de este se perdió y solo sobrevive una sospechosa copia italiana. Lo cierto es que el generoso firman lo autorizaba para hacer bocetos del Partenón y sus figuras y hasta para llevarse piezas caídas de las excavaciones. Pero Elgin aprovecha el firman para robarse tanto frisos enteros y metopas del Partenón como para dañar ese bello templo que es el Erecteión, robándole una de las 4 bellas cariátides que servían de columnas para sostener la fachada y reemplazándola por un vulgar poste de metal. Elgin reunió todos los resultados de su saqueo para enviarlos a Londres y venderlos al Museo Británico. Para sacarlos de Grecia no encontró ningún problema, pero sí para que el Museo le pagase lo que pedía por el botín. Al final tuvo que conformarse con lo que se le pagó. Con lo robado, el Museo creó la enorme sala Elgin, una de las más grandes, ricas y visitadas.

Pero el saqueo sigue. Y continúan siendo ingleses y franceses sus protagonistas y beneficiarios, aunque también se incorporan pronto los alemanes. Hago un corto resumen para concluir. En 1812 un grupo de jóvenes ladrones ingleses saquea el templo de Apolo en Bassae y por supuesto lo robado se lo venden en 1814 al Museo Británico. Algo después, un grupo de jóvenes artistas alemanes que se hacen llamar "Amantes de Grecia" saquean el bello templo de Atenea en Egina y los frontones robados van a dar al Museo de Munich. En 1820 un campesino griego encuentra una hermosa y sensual estatua femenina en la isla de Milo y un marino francés en alianza con el embajador de Francia en Estambul logra a la fuerza comprar la estatua pese a la oposición de los turcos, que al parecer la habían pagado antes. En medio de la disputa que se produce, el embajador francés se queda con la estatua y la hace llegar a París para entregarla al rey Luis XVIII, que se la cede al Louvre. La Venus de Milo (en realidad Afrodita de Milo, pues es griega helenística, no romana) es una de las estatuas más bellas y admiradas del Museo. La sensual estatua vino a reemplazar a otra Venus, la de Médicis, que Napoleón le había robado a los florentinos y que Francia había tenido que devolver a Italia en 1815. En esos años se discutió mucho sobre el posible escultor, que no es Praxiteles, como se pensaba, pues es obra helenística del siglo segundo antes de nuestra era. En fin, parece ser producto de otro exitoso robo europeo, pues Turquía, que acusaba a Francia de haberla despojado de ella, se cansó de reclamarle en vano que se la devolviese.

Tomado del diario Últimas Noticias.



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Vladimir Acosta

Historiador y analista político. Moderador del programa "De Primera Mano" transmitido en RNV. Participa en los foros del colectivo Patria Socialista

 vladac@cantv.net

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