Mañana se cumplen 39 años del asesinato de Martin Luther King. Ese hecho delata el carácter criminal que siempre ha tenido el régimen y el estado que durante décadas ha imperado a los EE UU. Este absurdo asesinato ocurrió en una de las calles de Memphis en 1968. Ya era un fiebruó juvenil izquierdista y nunca olvido la voz de locutor dando la noticia: “el homicida disparó desde el balcón del hotel” tal..ta, ta….
La culpa y la rabia, entonces la echamos contra los blancos y la“eficiente FBI”. El mismo cuerpo policial de las series televisivas y películas que perseguían y detenían a maniáticos criminales y narcotraficantes. Muchos años después me informé que el asesino tenía por nombre James Earl Rays y que Lorraine se llamaba el motel de donde salieron los disparos.
Pero, de eso me enteré, cuando ya sabía que lo de Luther King fue un asesinato de estado. Que su autor intelectual fue J. Edgard Hoover jefe del FBI, quien intervenía los teléfonos de los dirigentes políticos, sindicales, sociales e inmigrantes y sobre todo, de los líderes negros, quienes mantenían a diario, callejeras luchas en contra del racismo y otros signos de injusticia social. Los sectores derechistas norteamericanos y hasta los del “patio trasero” celebraron este crimen. La gusanera cubana, incluida personas de raza negra, residentes del estado de Florida, en los hechos lo consideró día de fiesta nacional. El trabajo previo de la FBI había sido efectivo: Luther King era considerado “peligroso militante comunista”, enemigo jurado de la libertad, la democracia y el “sueño americano”.
Desde aquellos tiempo fui asimilando y cada vez refuerzo mi creencia que la lucha por los derechos de los negros, que la lucha por las minorías, por las nacionalidades y excluidos está ligada a lucha contra la opresión y explotación. Y, me convenzo cada vez más, que es una tarea que se debe dar en todo los países del mundo, porque el sistema que los causa y sustenta también es mundial.
No mes es extraño que las mismas condiciones preventivas que se buscaban con la muerte de Luther King se buscan con los miles de muertos que hoy provocan en Irak o Afganistán. Me son iguales las respuestas que ayer hacía Hoover, como las que impone la hoy moderna Ley Patriota. ¿Acaso no se parecen o son las mismas las justificaciones que había para perseguir a King y a los dirigentes de la década del 60 que la que se dan ahora desde Norteamérica, para perseguir dirigentes e invadir a cualquier territorio, considerado hostil.
A 39 años de haber asesinado aquella esperanza, podemos decir esta no ha muerto. Sigue allí. Estuvo en las calles de Memphis y de centenares de ciudades del mundo cuando se rechazó la guerra de Viet Nam. Está allí rodeando la Casa Blanca de Washington y caminando nuevamente por muchas ciudades de Los Estados Unidos, por países europeos y de otros continentes, oponiéndose a esa afrenta llamada guerra antiterrorista, cuando todo sabemos que es otra guerra de conquista y reconquista imperialista. Con el ejemplo de Martin Luther King tenemos esperanzas.