La Batalla de Ayacucho, librada el 9 de diciembre de 1824, fue un punto de inflexión en la lucha por la independencia de América Latina. Esta batalla significó el fin del dominio español en Perú y sentó las bases para la independencia de los demás países de la región.
La batalla fue el resultado de una larga y sangrienta lucha que había comenzado en 1810 con la Revolución de Mayo en Argentina y la Gesta de Quito en Ecuador. La Campaña de Perú, lanzada por Simón Bolívar en 1823, tuvo como objetivo liberar a Perú del dominio español.
El papel de Simón Bolívar en la Batalla de Ayacucho fue fundamental, aunque no estuvo presente en la batalla. Su liderazgo y estrategia habían sido clave para la victoria de las fuerzas independentistas. Bolívar había designado a Antonio José de Sucre como comandante en jefe de las fuerzas independentistas.
La victoria en la Batalla de Ayacucho fue un hito en la lucha por la independencia de América Latina. La derrota de las fuerzas realistas españolas puso fin al dominio español en Perú y sentó las bases para la independencia de los demás países de la región.
La importancia de la Batalla de Ayacucho no se limita a su significado militar. La batalla también simboliza la lucha por la libertad y la justicia que ha caracterizado a la historia de América Latina. La victoria de las fuerzas independentistas en Ayacucho fue un triunfo de la voluntad popular y un ejemplo de la capacidad de los pueblos para luchar por sus derechos y su libertad.
Ahora se trata de transitar por la segunda independencia y el socialismo democrático. Siendo Cuba la pionera en esta lucha. Mientras Venezuela inspirada por Hugo Chávez y la conducción de Nicolás Maduro se encaminas a construir el socialismo del siglo XXI.