Los hechos demostraron que los cálculos de nuestra Cancillería eran los correctos. Una vez ocupada la isla de Anacoco por Venezuela, Guyana no tuvo más alternativa que plantear su reclamo en la Comisión Mixta, apegándose a lo pautado en el Acuerdo de Ginebra, y sin posibilidad de recurrir a instancias internacionales. El planteamiento guyanés fue oído, pero no tuvo ningún efecto. La isla de Anacoco fue ocupada por Venezuela, por vías de hecho, como parte de las “acciones convergentes” planteadas por la Cancillería, y Guyana no pudo revertirlo. Venezuela consideró su triunfo en Anacoco pues permitió mostrar, por primera vez y en el marco del Acuerdo de Ginebra, una posición dura frente a Guyana. Su actuación firme y decidida obligo a los guyaneses a someterse al Acuerdo. Los sucesos de Anacoco encuadran en la práctica, la disputa territorial entre Venezuela y Guyana en el marco de las negociaciones bilaterales previstas en Ginebra. No podía pues, ninguna de las partes, acudir a instancias internacionales durante el período de cuatro años previstos en el referido Acuerdo.
Tendríamos que hablar no de un incidente sino de dos en la isla de Anacoco. El primero, del 30 de agosto de 1966 en la que el Primer Teniente Ramón Sánchez Romero, Primer Comandante en la Isla de Anacoco a las 2 am de ese día, quien junto con 200 hombres desarrollaron la Isla Fluvial de Anacoco. Está isla está en la confluencia de los ríos Cuyuní y Venamo y de 24 kilómetros cuadrados, ubicada en el estado Bolívar. La República Cooperativa de Guyana se considera propietaria de la parte oriental de esta isla.
Se dice que, a finales de ese mes, el Sargento (GN) Jacinto Figarella Castro y un grupo de soldados de la FANB llegaron a la isla ocupada ilegalmente por Guyana. Luego es cuando arriba el teniente y su Primer Comandante, Ramón Efraín Sánchez Romero.
El Teniente Sánchez Romero y obreros del entonces Ministerio de Obras Públicas realizaron en la mencionada isla la primera acción y honrosa además de hacer valer la soberanía de nuestra Nación al este de su territorio.
Las primeras semanas fueron muy fuertes en medio de la selva venezolana. Contaron con la presencia del Dr. Rafael Mastrodoménico y de los periodistas Germán Carías y Rafael Poleo, quienes documentaron lo que allí vivían.
Además de ello fueron supervisados por el entonces Ministro de Obras Públicas, Leopoldo Sucre Figarella, quien envió los materiales necesarios para las edificaciones, todos con el apoyo del gobierno de Raúl Leoni.
El teniente Sánchez Romero se apersonó al Comando de la Policía guyanesa ubicada en Eterinbang, en nuestro territorio de la Guayana Esequiba, el 20 de septiembre de 1966 y con autoridad exclamó a los presentes: “Queremos hacerles saber que la República de Venezuela está ejerciendo labores de soberanía en la isla de Anacoco, la cual nos pertenece…”.
La presencia venezolana en la isla de Anacoco conllevó a muchas y múltiples manifestaciones de rechazo y protesta en Guyana y fundamentalmente de los guyaneses de origen africano.
El 14 de octubre de 1966 el entonces Primer Ministro Forbes Burham envió una Carta de Protesta luego del segundo incidente que en otro artículo documentamos, y encabezado por el Teniente José Del Pilar Barbella Ramos, en virtud de la ocupación por parte de efectivos de la Guyana Defense Forces de la mencionada isla, reeditando el incidente del Cuyuní del 2 de enero de 1895 también mencionado en alguno de nuestros escritos. Burham exige la inmediata retirada de los efectivos venezolanos de la isla, mientras que manifestantes guyaneses asediaban el Consulado de Venezuela en Georgetown, quemando nuestra bandera.
En el medio de esas disputas se dio el apoyo y sobrevuelo de aviones T-6 de la Fuerza Aérea Venezolana sobre la mencionada isla.
Pero, volviendo al trabajo in comento de Guzmán Mirabal, más allá de estas tensiones, no ocurrieron mayores cosas.
El momento de las vías de hecho.
En febrero de 1968, la Cancillería venezolana anota que:
“Después de casi dos años de negociaciones con Guyana, en los cuales Venezuela ha hecho todos los esfuerzos por explorar todas las vías posibles de entendimiento sin encontrar el más leve indicio de flexibilidad en el adversario, se ha llegado al estancamiento total.”
Por lo tanto,
“…El Ministerio de Relaciones Exteriores y los Representantes de Venezuela en la Comisión Mixta de Límites tiene la convicción absoluta de que se han agotado ya, sin resultados positivos, las vías diplomáticas para llegar a una solución negociada del problema de límites”.
Y por ello exponen que “No puede ya postergarse el momento en que el Estado venezolano adopte la grave decisión de llevar su reclamación hasta las últimas consecuencias o de dejarla morir”. Este memorándum considera que de los tres objetivos primordiales que se buscaban con el Acuerdo de Ginebra, se han cumplido dos: el reconocimiento formal de Guyana de la existencia de la controversia territorial, y tener suficientemente recabados elementos que justificasen el “recurso de las vías de hecho”. El tercer objetivo referido a preparar a Venezuela con suficiente tiempo para la “solución definitiva del problema”, la Cancillería concluye que es una tarea que debe ser asumida también por otras instancias venezolanas: “Agotada ya la vía de la negociación, las medidas que en lo adelante deben adoptarse escapan del control exclusivo de la Cancillería y caen dentro del campo principal de las Fuerzas Armadas Venezolanas” (Destacado y Subrayado del articulista).
En esta nueva etapa de la reclamación “… la acción de la Cancillería consistiría en preparar el ambiente internacional y crear las coyunturas necesarias en las relaciones bilaterales con Guyana para que pueda realizarse eventualmente la acción militar en las mejores condiciones posibles”. (Destacado y Subrayado del articulista).
A principios de 1967, en otro memorándum, más extenso que el anterior que hemos transcrito, se propone lo mismo cuando expresa que “Todo indica que, si Venezuela está verdaderamente decidida a recuperar el territorio del Esequibo, tiene necesariamente que iniciar los preparativos para recuperarlo por la fuerza”. La operación sobre la Guayana Esequiba debía producirse dentro de los cuatro primeros años del Acuerdo de Ginebra, ya que según el mismo documento, una vez superado este lapso, tendría cabida la intervención del Secretario General de Naciones Unidas, por lo que cualquier acción que se tomara por vías de hecho sería tomada como una provocación a la organización y en franca transgresión a la Carta de las Naciones Unidas.
Asimismo, si Venezuela está decidida a recuperar el territorio Esequibo, “… debe comenzar sin más pérdida de tiempo a llevar a la realidad una conducta consciente y deliberada que comprenda, por una parte, la preparación efectiva de la anexión del territorio, y por otra parte, la creación de circunstancias lo más propicias posibles para que dicha anexión se produzca con el mínimo factible de riesgos de una reacción internacional” (Resaltado y Subrayado del articulista).
El Partido Amerindio.
En los documentos aportados y analizados por Guzmán Mirabal nos indica que, a finales de 1967, Venezuela había elaborado un plan, a desarrollarse en 1968, con el propósito de posicionarse en áreas fundamentales de la Guayana Esequiba, y cuyo fin último sería la recuperación territorial. El proyecto incluiría una serie de acciones como el establecimiento y mantenimiento de escuelas en la zona, becas de estudio para el bachillerato en Venezuela, planes sanitarios, entre otras iniciativas. Asimismo, este plan preveía la conformación de un partido político, el Partido Amerindio, con la finalidad de captar las simpatías de los indios nativos en el Esequibo, y que la captación de sus dirigentes pudiera influir en la política interna de Guyana. En aquel entonces se estimaba que el 90% de los habitantes de la Guayana Esequiba estaba compuesto por ese grupo étnico (amerindio), y “…su amistad con Venezuela puede adquirir excepcional importancia en cualquier eventualidad”.
Desde 1967 se había iniciado en Tumeremo una serie de cursos de formación política para jóvenes indígenas originarios de la Guayana Esequiba. Para entonces, Venezuela reconocía que:
“… el plan de penetración política se halla en marcha en cuanto a la captación de dirigentes políticos de Guyana y la creación y funcionamiento del Partido Amerindio y se va a complementar con el establecimiento de una red de agentes especiales que desempeñarán entre otras funciones, la de informar y captar voluntades a favor de Venezuela”.
La partida de gastos para el Partido Amerindio incluía los sueldos para 40 dirigentes locales y cinco nacionales, además de una partida para cursos de capacitación y formación política. Otras erogaciones fueron presupuestadas para la captación de dirigentes políticos, incluyendo sueldos para un director y 12 agentes especiales. Asimismo, el plan tenía previsto la instalación de una radiodifusora que permitiera transmitir sobre Guyana y especialmente sobre la Guayana Esequiba, programas en inglés y en español para llevar el mensaje venezolano. Su importancia radicaba en que “… durante la próxima campaña electoral guyanesa el voto de la población de la Guayana Esequiba como en la elección pasada, será determinante para la formación del nuevo gobierno”. (Destacado y subrayado del articulista).
Del Partido Amerindio a la Revuelta Amerindia o del Rupununi.
Es así que, en un memorándum confidencial del 28 de febrero de 1968, se da cuenta del avance de la penetración venezolana en la Guayana Esequiba: “La labor de captación de los indígenas (Amerindios) del territorio reclamado, realizada hasta ahora por la Cancillería (…) ha llegado a un punto de tal éxito que ya puede comenzarse a pensar en una eventual insurrección de dichos pobladores”. Para entonces, de todas las acciones previstas por la Cancillería, una revuelta indígena parecería en aquél entonces “(…) el camino más practicable y con menos riesgos para entrar en posesión del territorio reclamado y reviste por tanto una importancia de primer orden”.
Sin embargo, se considera impensable una intervención de las entonces Fuerzas Armadas de Venezuela pues “(…) sería necesario iniciar el adiestramiento militar de dichos indígenas, suministrándoles los recursos necesarios, en dinero y armamento, y preparar las eventuales acciones de apoyo, que culminarían en el control efectivo de la zona por las Fuerzas Venezolanas”.
Venezuela presiona de nuevo
En junio de 1968, se le presenta al entonces Presidente de la República Raúl Leoni por parte de la Cancillería un Memorándum sobre la Delimitación del mar territorial de Venezuela en la Guayana Esequiba y en la Boca Grande del Orinoco. El documento in comento concluye diciendo que si “(…) Venezuela considera suyo el territorio de la Guayana Esequiba, considera suyo el mar territorial de 12 millas que le corresponde”.
Esto porque de acuerdo a la legislación venezolana de entonces señalaba como mar territorial la franja de 12 millas medidas desde la costa. Por su parte, la legislación guyanesa, el mar que le generaba su territorio apenas le genera 3 millas de ancho. Había, por tanto, disparidad en ambas legislaciones, lo que incidía sobre la soberanía que Guyana ejercía sobre el mar territorial que proyecta la Guayana Esequiba. En ese sentido, la Cancillería propone:
“(…) la proclamación de la soberanía, dominio y posesión de Venezuela sobre la franja de extensión de nueve millas de las doce del mar territorial de la Guayana Esequiba sería por sí sola un importantísimo paso en el proceso de reivindicación del territorio (…):
“Daría, además, una base jurídica para proceder, cuando Venezuela le convenga, a actos concretos de dominio, tales como impedir la realización de explotaciones petroleras en las concesiones que Guyana ha otorgado en ella”. (Destacado y Subrayado del articulista).
En base a estas consideraciones, el 9 de julio de 1968, el Presidente de la República de entonces Raúl Leoni, a través del Decreto 1.1152, estableció el trazado del mar territorial entre el Río Esequibo y Punta Araguapiche, en el entonces Territorio Federal Delta Amacuro. Las reacciones suscitadas a raíz de la emisión del Decreto de Mar Territorial llevaron a la Cancillería a plantearse, de manera definitiva, el futuro de las acciones a tomar en la Guayana Esequiba. Con un nuevo memorándum, el entonces Canciller puso en sobre aviso al Presidente Leoni sobre los últimos acontecimientos: “El Decreto Sobre Mar Territorial en Guayana Esequiba, último y más importante de los acontecimientos recientes en las relaciones con Guyana, ha llevado dichas relaciones a un punto de crisis”. El Ministro concluye que no es posible prever las reacciones de Guyana en el futuro inmediato, ni como esas acciones pudieran precipitar acontecimientos en los cuales Venezuela se vería obligada a adoptar acciones en consecuencia.
“Es esencial que Venezuela esté plenamente preparada para hacer frente a cualquier eventualidad. Sería peligroso que pudiera verse en un momento determinado desbordada por los acontecimientos o sorprendida por acontecimientos imprevistos.
“Debe pensarse igualmente en que, según las circunstancias, pueda resultar necesario crear, sin beneficio de tiempo, incidentes en el territorio reclamado para justificar eventuales acciones inmediatas”.
Asimismo, le fue informado al Presidente Leoni del avance de la penetración venezolana en el territorio esequibo, señalando el camino que el país debe recorrer:
“Se ha logrado hasta ahora captar para Venezuela la voluntad de los indígenas de la zona únicos capaces de controlar el territorio fuera de las bases y centros poblados. Se ha llegado al punto en que podría procederse a darles armas y entrenamiento y prepararlos para una insurrección en el momento que convenga a los planes de Venezuela. Estos pasos tienen que hacerse realidad urgente y efectivamente, y también de manera coordinada”.
El planteamiento de la insurrección amerindia había llegado a la máxima autoridad del país.
En las próximas entregas nos referiremos con más detalle sobre la Rebelión del Rupununi y detalles poco conocidos sobre este hecho.
¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!