Tiempo de cambios

El zar antidrogas escupe para arriba

Creo que desde de Estados Unidos habían demorado mucho para tratar de empantanar las gestiones del presidente Hugo Chávez a favor de la liberación de rehenes en Colombia con las denuncias sobre la supuesta complacencia del gobierno venezolano con el narcotráfico.

La presencia en Colombia del llamado zar antidrogas de Estados Unidos, Jhon Walters, no es un hecho casual. Sirve para apuntalar la idea de que el planteamiento del presidente Chávez en el sentido de que a las FARC se les retire el calificativo de terroristas es una evidencia seria de su vinculación con presuntas actividades asociadas con el tráfico de narcóticos. Esta declaración de Walters tiene varios piquetes, pero el principal es el de lograr que por fin se vincule al mandatario venezolano con el negocio de las drogas, tal vez con el objetivo de que sus huesos vayan a parar algún día a una prisión estadounidense, como ocurrió con el ex presidente panameño y ex aliado estadounidense Marvin Antonio Noriega, luego de la sangrienta invasión a la nación itsmeña.

Es risible que el principal país consumidor de drogas acuse de negligencia a Venezuela y a su gobierno, cuando la condición de puente para el narcotráfico no ha sido sino una consecuencia de la compleja madeja de intereses ligados a ese nefasto, asqueroso e inmoral negocio. El gobierno, por cierto, ha dado severos golpes a esa actividad, con grandes decomisos de drogas. Pero imagínense ustedes las ramificaciones que ha de tener el narcotráfico dentro de los Estados Unidos como para que el mayor mercado mundial de venta de cocaína, marihuana, heroína y demás sustancias de esa calaña esté siempre muy bien surtido. Entonces si vamos a hablar de negligencia, es evidente que no es muy conveniente para la administración de Bush nombrar la soga en casa del ahorcado.

El otro piquete es el de restar apoyo internacional a las iniciativas del presidente Chávez para que se abra un espacio de diálogo en Colombia, no sólo en pro de la liberación de los rehenes sino también para la negociación de un acuerdo de paz. La desempolvada preocupación estadounidense por el hecho de que el territorio venezolano sea puente para el tráfico de drogas no es inocente. Está asociada al interés general de la política exterior del gobierno de George W.Bush hacia Suramérica en general y Colombia en particular. La posibilidad de nuevas liberaciones de rehenes por parte de las FARC no encaja en el Plan Patriota. Lo que encajaría perfectamente sería el endurecimiento de posiciones entre las partes, para así fortalecer de nuevo la idea de que no hay más respuesta que la acción militar frente a las FARC.

En lo particular , no acompaño ninguna acción que se realice en nombre de una causa revolucionaria y que esté asociada al secuestro, la extorsión y mucho menos al tráfico de drogas, si es que la guerrilla colombiana o parte de ella coincide con el paramilitarismo en la explotación de esa actividad. Pero tampoco acompaño la idea de que se renuncie a la esperanza de ayudar al pueblo colombiano a encontrar una ruta segura hacia la paz. Y no tengo dudas de que esa ruta no pasa por el Plan Patriota ni por los sermones del zar antidrogas estadounidense, quien dicho sea de paso carecerá de autoridad moral para criticar a los demás mientras frente a sus narices pasen robustos cargamentos de cocaína , marihuana y demás artículos de “primera necesidad” que tanta demanda tienen en su país.

Si quieren atacar a Chávez les recomiendo buscar otros argumentos, pero no sigan, señor Walters, escupiendo para arriba…


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Vladimir Villegas

Periodista. Ex-presidente de VTV, ex-viceministro de Relaciones Exteriores para Asia.

 vvillegas45@gmail.com      @VladiVillegas

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