En el teatro de la EFOFAC y corriendo el año 1972, colocaban en la pantalla una película con ese título y en sí, era un film de ciencia ficción que se recreaba en la New York en el año 2022 en la que se predecía que esa ciudad tendría una población de 20 millones de habitantes. Hoy tienen unos 17 millones 800 mil habitantes y es la segunda más poblada después de Tokio y le siguen Sao Paulo en Brasil, Seúl en Corea del Sur y Ciudad de México.
La trama de la referida película se refería a la escasez de alimentos y entre los actores conocidos que formaban parte de la misma estaban CHARLTON HESTON Y CHUCK CONNORS, por nombrar alguno y, en el desarrollo del film, un policía logra descubrir cómo se producían los alimentos que consumía esa enorme cantidad de gente en la legendaria ciudad norteamericana.
Esta corta entrada nos permite expresar que el alimento lo recibía la persona o jefe de familia una vez a la semana y después de una larga cola en el sector que le correspondía. Se llamaba SOYLENT GREEN O VERDE y era un producto de la carne humana de todas las personas que morían en un lugar que representaba el paraíso y a la cual eran llevadas una vez determinada la fecha de su muerte y también a aquellos que morían en accidentes. Sencillo.
Hoy esa gran ciudad está reflejada en todas las ciudades del mundo. No en 20 millones de habitantes sino en más de 6300 millones en todo el planeta tierra. Tres mil de ellos viven en 6 países, China, India, Estados unidos, Brasil, Indonesia y Pakistán y el resto en 241 naciones. De ellos, 900 mil padecen de hambre a pesar de que los 152 productos alimenticos que se cosechan son en cantidades suficientes como para cubrir la demanda mundial. Tokio, New York, Sao Paulo, Seúl y Ciudad de México, las cinco ciudades más habitadas del planeta están hoy viviendo el dilema del soylent verde. Algo parecido a lo que sucedía en la URSS antes de su caída, el racionamiento de los alimentos, sucederá algo parecido en la actual Federación que tiene algo cercano a los 800 mil millones de dólares de reserva.
En Venezuela, unos cuantos periódicos, unas cuantas televisoras, muchas emisoras de radio con largo alcance, a los sumo unos 30 voceros de los partidos políticos que apenas sobreviven con el nombre y el logo y eso sí, unos 4 millones de electores que se han dejado obnubilar por los actores como Heston, enarbolan una lucha vacía, con un aparente enemigo al frente que es al mismo pueblo al que invocan como su representado, adversan hoy las 26 leyes que regulan las acciones del estado y del propio ciudadano en materia de vivienda, de pequeña y mediana industria, del manejo de recursos excedentarios, del Bandes o banco de desarrollo social, de las deudas agrícolas, del Banco Agrícola de Venezuela, la ley de bancos, de la procuraduría general de la república, de seguridad y soberanía alimentaria.
Luchan solo con el verbo contra normas que viabilizarán ese destino del país con créditos para el sector agrario, seguridad social, ley del seguro social para atención en salud y a las personas que cumplen su ciclo productivo y les toca descansar sin apremios, del manejo de recursos del sector publico orientados al ciudadano, de la adecuación de la administración pública a los nuevos designios del siglo, de la regulación de los trámites administrativos cuyo objetivo es la atención adecuada y oportuna al ciudadano, el de adentro y el de afuera.
Señalan como negativa una ley que defiende al ciudadano en el acceso a los bienes y servicios, al fomento y desarrollo de la economía popular, a que los canales de navegación se mantengan y se abran nuevos, a una ley que cambia el espectro para conocer al país, primero y darlo en uso al extranjero de una manera simple pero útil y expresiva de lo que somos. Se niegan a reactivar nuestra marina mercante que había desaparecido y se niegan a una realidad como el transporte ferroviario.
Entre todo ello y la mano del venezolano, uno y otro, impediremos que ese destino nos alcance y solo la revolución está en disposición de evitarlo, de que nos parezcamos a la Venezuela del 98 hacia atrás, o a la U.S.A de hoy, a la Inglaterra, España, Italia, Alemania que hoy tiemblan ante el crak y de muchos vecinos que se arrodillan ante un grande de papel, exigiendo oxigeno para respirar, unos pocos, no todos los que viven en esa tierra.
Estamos en la vía de no ver hambre en este país, de no vivir los ataques de la naturaleza, del horror de la muerte que viven en Haití, en Cuba acordonada y allí, en la Texas libre que no dejaron ver por la televisión lo que si se pudo ver con la acción del Katrina. De no vivir lo que hoy experimentan los irakíes, o en Afganistán, o en Pakistán, o en Colombia, o en España, o lo que quieren sembrar en la Bolivia.
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