Pareciera que el mundo estuviera signado a ver impávidamente la masacre de un pueblo que tiene 60 años ocupados por obra y gracia de una resolución de la Organización de Estados Unidos. ¿Cómo se explica que un pueblo que vivió lo que se ha dado en conocer como el holocausto judío ahora reproduzca las mismas escenas de terror que ellos vivieron? ¿Cómo se explica que los pruritos de superioridad de una raza que contiene las concepciones nazistas, se vean reflejadas casi idénticamente en las concepciones sionistas, cuando allí se habla de un pueblo elegido y bajo esa égida intenta una “limpieza étnica” contra el pueblo palestino?
Ahora el pueblo palestino es el chivo expiatorio
Algunas respuestas las encontramos en alguna bibliografía consultada y otras, en nuestra propia reflexión sobre el quehacer histórico y la evolución de la especie humana. Según algunos autores, la ideología nazi se construyó sobre una amalgama de ideas religiosas donde se partía de una supuesta edad de oro del pueblo alemán, origen que los hacía superiores al resto de las demás naciones y justificaba el exterminio de quienes consideraba inferiores. El sionismo, una ideología político-religiosa, de corte racista, también parte de una creencia similar, el pueblo judío es el elegido por Dios, lo que lo hace superior a los demás y bendice sus acciones para salvar a los impíos. Ya San Pablo hubo de enfrentarse en varias oportunidades a esa concepción anacrónica que hace diferencias y separa a los hombres, cuando se atrevió, bajo la crítica de los más ortodoxos, a extender el mensaje de Jesús en sus epístolas a los gentiles (romanos, corintios, gálatas, filipenses, efesios, colosenses) considerados por los judíos como razas impuras.
El mismo cristianismo tuvo que enfrentarse de manera dual a estas concepciones excluyentes heredadas de sus antecesores, cuando por un lado, como víctima, fuera perseguido con toda fiereza por el imperio romano y los sionistas de aquella época y por otro, como victimario, cuando sin piedad siglos después intentara exterminar a las civilizaciones indígenas en nuestro continente con el argumento de que estas no tenían alma. Por no hablar de la inquisición por parte de la Iglesia Católica en el medioevo.
En extraña sucesión e intercambio de roles, casi todas las naciones han pasado por ese perverso ritual de venganza heredada. De víctimas a victimarios, de victimarios a víctimas. Me vengo no en contra de quien infligió una ofensa contra mí, me ultrajó o me humilló sino contra otro, generalmente el que considero más débil. El chivo expiatorio. Antes para el alemán, fue el pueblo judío. Ahora para el sionismo, es el pueblo palestino.
Y para vengarme debo tener “el” control, mucho poder
Tal como Goebbels en la Alemania hitleriana, el sionismo pretende en la actualidad controlar las grandes cadenas de telecomunicaciones, agencias de noticias, trasnacionales del espectáculo, editoriales, entre otros mecanismos de control ideológico. Y entiéndase bien, cuando se habla de sionismo no se está hablando del pueblo judío. Se está hablando de un movimiento político-religioso-expansionista, de una ideología, de un sistema de creencias y valores que domina el sistema político en Israel y la mentalidad de millones de judíos en todas partes del mundo.
Ya Vladimir Acosta ha insistido hasta el cansancio en todas sus conferencias, foros y disertaciones radiales cómo europeos y estadounidenses de origen judío fueron perseguidos por su pensamiento de avanzada en lo político, científico y en lo cultural. Hoy lo serían por los propios sionistas, quienes verían en ellos algún defecto de concepción, un peligro, pues sólo son judíos los que vienen de vientre judío, ni siquiera semita, pues los palestinos también lo son.
Un excelente ejemplo constituye el caso del asesinato de Julius y Ethel Rosenberg, ambos comunistas de origen hebreo, quienes fueron llevados a la silla eléctrica en Estados Unidos con el visto bueno de la alta jerarquía religiosa judía. Otro extraordinario ejemplo conocido por todos es el de Jesús quien fuera crucificado por precisamente ir en contra de la ortodoxia judía en quienes todavía prevalecen los rituales, la sangre y el sacrificio por encima de la compasión, la igualdad y el amor.
El sionismo vendría a ser un fundamentalismo judío. Así como hoy Bush representa el fundamentalismo cristiano y comparte muchas de las tesis del pensamiento nazifacista y del sionismo. Por eso hoy son aliados. Hablan el mismo idioma y tienen los mismos intereses. Ahora bien, el judaísmo tiene una ventaja a su favor que resulta extraña a principios del siglo XXI. Mientras un venezolano, un francés ó un australiano no dejan de serlo por ser cristianos, musulmanes ó judíos, cualquiera de ellos, si es de origen judío, puede pasar a ser un ciudadano israelí si es su voluntad de manera casi inmediata. Y he allí el problema. Si no me equivoco la única nacionalidad que se identifica sólo por su origen político-religioso, es la judía. Eso no ocurre con los musulmanes o los católicos. Cada uno tiene una nacionalidad diferente aunque compartan tradiciones y religión iguales. Esta política sólo se explica si entendemos al sionismo como un proyecto político-militar expansionista de carácter estratégico, hoy utilizado por el imperialismo norteamericano.
Pasar de las palabras a hechos concretos
Los pueblos del mundo claman por que los gobiernos y organismos internacionales pasen de las palabras a hechos concretos para poner fin a la ocupación que hoy sufre el pueblo palestino por parte del gobierno israelí y a que se concrete su derecho a tener su propio estado. Estos hechos podrían ser según algunos de sus voceros:
- Rescindir los tratados de libre comercio con Israel parte de MERCOSUR
- Realizar un Tribunal Internacional por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas que juzgue al estado de Israel por sus crímenes de genocidio,
- Eliminar la figura de miembro permanente del estado de Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU.
- Eliminar la figura de derecho permanente a veto por parte del estado de Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU
- Pasar las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU a su Asamblea General donde participan todas las naciones.
- Aplicación de las más de 300 resoluciones que la ONU ha aprobado para darle solución al problema árabe-israelí.
- Reconocer la lucha del pueblo palestino como una lucha legítima contra un invasor.
- Abrir el paso por la frontera de Egipto para posibilitar la entrada de alimentos, agua, medicina e incluso armamento para la defensa legítima del pueblo palestino contra la ocupación.
- El envío de clínicas ambulantes para salvar las vidas de hombre, mujeres y niños inocentes.
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