Junto con los bancos, las acciones y la economía de Estados Unidos y los países imperialistas se está derrumbando el discurso del capitalismo imperialista. Los campeones de la “democracia” y los “derechos humanos”, salvan a una pequeña minoría de multimillonarios y dejan viviendo en Ciudades Carpas, o durmiendo en sus carros a los sectores más humildes de su propio pueblo y echan a las calles a millones de trabajadores y trabajadoras. Desde aquí nos solidarizamos con ese sector del pueblo norteamericano.
Mientras tanto el fantasma del socialismo recorre las calles de New York cuando todos los magnates y sus políticos habían decretado su muerte. El viejo Marx, fue paseado en pancartas y pendones en las propias narices de los 10 banqueros más ricos y miserables del planeta. El terror se apodera de todos ellos. Y algunos ayudados por republicanos y demócratas se comen vivos a otros. El canibalismo del capital está al desnudo. Si eso se hacen entre ellos que no pretenderán hacernos a nosotros.
Gran parte de los países del mundo ya están envueltos en la crisis, pero en la Venezuela Bolivariana no se ha hecho sentir en la magnitud de otros lugares del planeta. Seguramente nos afectará, pero también es seguro que podemos lograr que nos afecte mucho menos. La condición es que aceleremos la marcha en la transición al socialismo.
Muchas medidas se han tomado en estos diez años, pero es evidente que falta mucho camino por recorrer. Las nacionalizaciones han construido un pequeño escudo. Las empresas nacionalizadas no valen lo que dice el mercado, valen lo que puedan producir al servicio de la Revolución. Un ejemplo: Tenaris, la ex propietaria de Terniun Sidor, perdió sólo en un día (6-10-08) en la bolsa de Buenos Aires el 20 % de su valor. De haber seguido en manos de la transnacional hoy la Siderúrgica del Orinoco valdría un 20% menos.
Pero en otros terrenos las medidas son insuficientes. La compra del Banco de Venezuela no alcanza para controlar un sistema financiero, dependiente de transnacionales cuyas casas matrices están sacudidas por la crisis. Y allí están comprometidos ahorros de venezolanos y fondos del estado. En este caso no hay que comprar ninguno de esos bancos, simplemente expropiarlos, y hacer que paguen con su patrimonio los daños que puedan haber causado.
Lo mismo va a ocurrir con las importaciones. Por la crisis, los precios de los alimentos continuarán bajando. La importación en manos de la burguesía local nos trasladará esa baja a los precios internos y seguirán enriqueciéndose con las necesidades del pueblo trabajador. Para defender a nuestro pueblo debemos nacionalizar el comercio exterior, empezando por el de los alimentos y artículos de primera necesidad. Es el estado, acompañado por una amplia red de contraloría social, el que debe importar. Así los mejores precios beneficiaran a las familias venezolanas.
Por otra parte, resultan preocupantes las declaraciones de dos Ministros en el sentido de que “sería el momento de comprar la deuda externa, porque estaría barata”. Eso es un error grave. Sería entregar miles de millones de dólares que podrían ser usados para mantener nuestra economía funcionando a los mismos que provocaron la crisis. Este es un debate que debe ser público. Toda la deuda, en especial la de la IV República debe ser auditada por la población organizada. Una vez determinada qué parte es legítima y cuál no, es el pueblo el que debe decidir si se paga, cuándo y cómo.
Tampoco pueden continuar los salarios escandalosos de funcionarios privilegiados. Ni los gerentes, ni los jueces, ni ningún funcionario del Alto gobierno pueden ganar más que el presidente. Mientras que los salarios de los trabajadores y los simples funcionarios deben ser ajustados periódicamente al ritmo de la inflación.
En medio de la crisis hay sectores de la burguesía que hacen negocios con las necesidades populares. La Revolución tiene mucha experiencia con estos especuladores. Por eso es fundamental el conocimiento público de toda la información de las empresas estatales y privadas. Cuánto producen, cuánto venden, a qué precios compran, a qué precio venden, cuánto pagan de salarios y cuánto ganan. Se debe democratizar esa información y debe ser sometida a contraloría social, en primer lugar de los trabajadores de las mismas pero también de los consumidores. Se deberá poner un limite a las ganancias y el que no lo quiera aceptar, o cierre su empresa o debe ser expropiado sin indemnización si es privado y debe ser encarcelado si es un gerente de una empresa estatal o pública.
Una de las tareas fundamentales que tenemos los trabajadores, los movimientos populares, las comunidades, los consejos comunales, los militantes del PSUV y todos los revolucionarios es defender la revolución. Los yanquis y los pitiyanquis no dejarán de planificar e intentar atacar la revolución y al presidente Chávez. Ellos quieren terminar con la revolución bolivariana porque es un mal ejemplo para el resto de Latinoamérica y el mundo. Desde la Venezuela revolucionaria puede salir la luz que ilumine el rumbo de los pueblos que sufran gravemente la crisis. Por eso nos atacarán e intentarán el magnicidio. Por eso mismo debemos preparar todo tipo de medida de contingencia para defender la revolución. La defensa territorial, el entrenamiento armado en los lugares de vivienda y en las empresas, la rápida articulación de la milicia popular con los sectores de las Fuerzas Armadas Bolivarianas que sean leales a la Revolución, son tareas del momento.
La lucha por el socialismo no es sólo ideológica, es práctica. Si logramos que esta crisis, la más profunda y cruel en un siglo, nos golpee lo menos posible, estaremos dando un ejemplo de cómo y con que herramientas se pelea contra el capitalismo. Y reforzaremos la simpatía y el apoyo de los pueblos de Nuestra América y el mundo en la lucha por el socialismo.
En este camino, luchando por aplicar ahorita mismo estas medidas, es que debemos dar la batalla electoral de noviembre. Sí, vamos con todo a profundizar la revolución. Sí, que la crisis la paguen los capitalistas.
*Coordinador Nacional de la Unión Nacional de Trabajadores, editor del periódico Marea Socialista y militante del PSUV
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