Venezuela: la máquina de tejer alianzas

La diplomacia venezolana ha sabido moverse en todas las direcciones posibles, establecer acuerdos y tomar iniciativas inimaginables para la mayor parte de los países de la región, con resultados sorprendentes. Desde su plataforma latinoamericana, donde mantiene sólidos vínculos con buena parte de los gobiernos, Hugo Chávez recorre el mundo con la ambición de fortalecer a su país y al continente.

A fines de julio el presidente Chávez visitó Rusia, Bielorrusia, Qatar, Irán y Vietnam. En agosto estuvo en China y luego en Malasia y Angola, pero también visitó a Fidel Castro en su lecho de convaleciente. En cada visita tejió alianzas políticas, firmó acuerdos de cooperación económica y amplió de esa manera el ya importante abanico de relaciones diplomáticas y comerciales que colocan a Venezuela, y a su propia persona, como jugador de primer nivel en el escenario mundial.

En Moscú firmó contratos por unos 3 mil millones de dólares para el suministro de aviones y helicópteros de combate a Venezuela, entre los que destacan los modernos cazas Su-30 y los helicópteros Mi-17, que se suman a los acuerdos millonarios con la industria militar española. En Pekín, donde aterrizaba por cuarta vez, Chávez se comprometió a pasar de los 150 mil barriles diarios de petróleo que su país vende a China a 500 mil en 2009, y hasta un millón de barriles diarios en la próxima década. A su vez, mientras Venezuela comprará buques cisterna para el transporte de petróleo –ya que desea contar con flota propia– y pretende adquirir 12 plataformas para la perforación de pozos, China anunció inversiones en el país caribeño por 5 mil millones de dólares en los próximos seis años.

La pugna regional

Este año Venezuela se retiró de la Comunidad Andina de Naciones cuando Colombia y Perú decidieron firmar sus TLC con Estados Unidos. Pero sigue apoyando la construcción de un gasoducto binacional con Colombia y continúa impulsando el comercio con ese país, que este año puede alcanzar los 5 mil millones de dólares. Negocios son negocios, y la economía venezolana conoce 11 trimestres consecutivos de expansión, con un crecimiento promedio del 12,6 por ciento anual en ese período. El domingo 3, en el programa "Aló presidente", Chávez informó que la economía de su país creció un 60 por ciento desde 1998, pasando su PBI de 90 mil millones de dólares a 150 mil millones. Semejante pujanza no puede sino impactar en las relaciones con sus vecinos.

Con Argentina, Chávez mantiene varias áreas de trabajo: intenso intercambio de petróleo y combustibles varios; colaboración en el área financiera, desde que Venezuela compró bonos argentinos en momentos difíciles para la administración de Néstor Kirchner, que luego fue a más con la propuesta de crear el Banco del Sur; y la cooperación en el área de agricultura, en la que destaca la importación de 500 tractores argentinos.

Con Brasil, las áreas de cooperación rebasan también el marco energético e incluyen desde cooperación técnica hasta la venta de aviones, a lo que debe sumarse la explotación conjunta (Venezuela, Argentina, Brasil y Uruguay) de la cuenca petrolífera del Orinoco. La venezolana PDVSA acordó recientemente con la brasileña Petrobras la importación de etanol para lograr la eliminación del plomo en la gasolina venezolana (algo similar, pero a menor escala, acordó con ANCAP, como se registra en las páginas 2 y 3). Además, Venezuela adquirirá en Brasil la tecnología necesaria para instalar 15 usinas de etanol hasta 2010. La asociación entre Petrobras y PDVSA permitirá la construcción de una gran refinería en Pernambuco, en el nordeste brasileño, que procesará 200 mil barriles diarios –100 mil de cada país– y comenzará a operar hacia 2011.

En paralelo, se anunció la pasada semana que Venezuela invertirá 2.100 millones de dólares en Bolivia para la construcción de cuatro plantas de hidrocarburos, y se creará una sociedad entre PDVSA y la boliviana YPFB para plantas de petroquímica y gas líquido. Este acuerdo se suma a los que vienen firmando ambos países desde fines de enero, cuando Evo Morales asumió como presidente.

Un capítulo aparte merecen las relaciones con los países del Caribe y Centroamérica. Esa región registra una potente pugna entre el gobierno de Chávez y la administración de George W. Bush. Caracas impulsó en 2005 la creación de Petrocaribe, que suministra petróleo a varios países en condiciones de precio y financiación muy ventajosas. Entre los firmantes del Acuerdo de Cooperación Energética, en Puerto La Cruz (Venezuela) en junio de 2005, figuran Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, República Dominicana, Grenada, Guyana, Jamaica, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, y Surinam, mientras Nicaragua y El Salvador crearon empresas mixtas con PDVSA.

Recientemente trascendió que México, con el apoyo de Estados Unidos, analiza un proyecto energético para neutralizar la influencia de Chávez en esa región. Se trata del Programa de Integración Energética Mesoamericana (PIEM), que incluiría a los mismos países más otros de Centroamérica que no tienen acuerdos con Venezuela, y también a México y Colombia, que cuentan con financiación del BID por 9 mil millones de dólares para construir una refinería en México con capacidad para 360 mil barriles diarios así como un gasoducto de tres mil quilómetros. El ministro de Energía mexicano, Canales Clariond, afirmó que el proyecto busca “que estos países no dependan energéticamente de Chávez”.

Pero el presidente venezolano sigue adelante. Las buenas relaciones entre Chávez y el presidente ruso Vladimir Putin abrieron las puertas a la presencia de la estatal rusa Gazprom (primera empresa de gas del mundo) en Sudamérica. El gigante ruso apuesta a cooperar con algunas de las principales empresas del sector energético sudamericano: la brasileña Petrobras, la venezolana PDVSA, la boliviana YPFB y la argentina Transportadora de Gas del Sur (TGS, empresa privada pero con apoyo estatal). Gazprom puede jugar un papel decisivo en momentos en que varios países buscan la independencia tecnológica de las multinacionales petroleras occidentales, y podría trasmitir a sus socios avanzadas tecnologías de construcción y mantenimiento de grandes gasoductos. Venezuela y Brasil invitaron al consorcio a participar en la etapa de estudio de factibilidad del Gasoducto del Sur.

Diplomacia global

Una idea de la importancia del papel de Venezuela en el mundo se desprende del análisis del experto ruso Vladimir Ovchinski, asesor del presidente del Tribunal Constitucional, para quien el posible ataque de Estados Unidos a Irán se debe a la rivalidad geoestratégica con China, como se señala en el informe “Proyecto 2020”, que sostiene que sobre ese año el país asiático se habrá erigido en líder mundial en desmedro de la actual superpotencia. El talón de Aquiles chino es el petróleo: el 47 por ciento de las importaciones de crudo las recibe de Irán. “Para ponerla de rodillas, Estados Unidos puede atacar arterias petroleras” iraníes, sostiene Ovchinski en un análisis difundido por RIA Novosti el 30 de agosto.

Sin embargo, según el analista, “los convenios chino-venezolanos cambian radicalmente el cuadro del mundo contemporáneo”, ya que reducen la dependencia china de los iraníes. Pero ante el reforzamiento militar y diplomático de Venezuela al cabo de las giras presidenciales de julio y agosto, la posibilidad de que Washington decida empeñarse a fondo en derrocar a Chávez –con idéntico objetivo de perjudicar a China– es cada vez más lejana.

A mediados de este último mes, al regresar de la gira que lo llevó a Rusia, Chávez decidió un relevo en la cancillería. En lugar de Alí Rodríguez (ex presidente de PDVSA y ex secretario general de la OPEP, cuya salud estaría quebrantada) invistió a Nicolás Maduro, ex sindicalista y dirigente del Movimiento V República, que ocupaba el cargo de presidente del Parlamento. Para la oposición, la designación de Maduro supone que “la diplomacia se politiza aun más, y ya no es de Estado sino de partido”, en opinión del ex canciller Milos Alcalay, entrevistado por IPS (19 de agosto).

Chávez busca que Venezuela ocupe un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU en el bienio 2007-2008, y ya cuenta con el respaldo del MERCOSUR, de la Comunidad del Caribe, y puede ser apoyado por sus nuevos aliados: China, Rusia e Irán, y quizá algún otro país del mundo árabe y musulmán, donde su enfrentamiento verbal y diplomático con Israel le ha granjeado simpatías. En tanto, Estados Unidos apuesta por Guatemala en una batalla que será un parteaguas continental. El presidente venezolano no oculta su intención de llevar adelante una diplomacia petrolera. Lo reconoció durante la investidura de Maduro, al señalar que “en el caso venezolano no podemos separar la estrategia energética petrolera de la diplomacia”.

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Raúl Zibechi


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