Uribe: estocada a la paz en Colombia

Al fin el presidente Alvaro Uribe le dio una patada a la mesa de la paz en Colombia. Tenìa tiempo en eso. Buscando un pretexto para impedir que tomara cuerpo el camino político y diplomático para lograr el canje humanitario con las FARC, que permitiría la liberación de ciudadanos secuestrados por la guerrilla y la puesta en libertad de unos cuantos insurgentes presos .

Aunque accedió a la mediación o facilitación del presidente Hugo Chávez y de la senadora colombiana Piedad Córdova, hoy acusada de traición a la patria, el mandatario neogranadino siempre colocó, directa o indirectamente, piedras en el camino para provocar el fracaso de esa gestión de buena fe. Declaraciones de ministros, jefes militares y otros voceros políticos, contrarias a la buena  marcha de las iniciativas a favor del canje humanitario formaban parte del escenario que se estaba  preparando para cerrarle el paso a un posible acuerdo. El propio Uribe se encargaba de meterle presión al asunto y de hacer ver que no estaba dispuesto a hacer ninguna concesión a las FARC, y que su principal interés era ver tras las rejas al comandante Marulanda y al resto del estado mayor de la principal agrupación guerrillera del vecino país.

Con la decisión del presidente Uribe de poner fin a la mediación de Chávez se desvanecen las esperanzas de los familiares de los secuestrados. Aunque haya anunciado que tomará directamente las riendas de las negociaciones, el gobierno colombiano no tiene ni los instrumentos ni la voluntad para hacerlo, o al menos eso es lo que parece. Uribe se siente más cómodo con la opción militar. No cree en negociaciones ni en salidas que no pongan en peligro la vida de los secuestrados. Es prisionero de su discurso militarista, con el cual ganó las elecciones por primera vez, y tal vez también se siente atado con aliados incómodos, ligados al paramilitarismo, con los cuales les resulta imposible romper. Además está comprometido con la política exterior norteamericana, cuyo eje principal es precisamente la llamada lucha contra el terrorismo, igual denominación que le da el jefe de Estado colombiano al complejo conflicto interno existente en el vecino país.

Si el presidente Uribe cree realmente que el objetivo del presidente Chávez no es contribuir a la paz en Colombia sino promover un gobierno terrorista en esa nación hermana y llevar a cabo un proyecto expansionista en el continente, no ha debido aceptar la mediación del mandatario venezolano ni mucho menos dar pasos en la dirección supuesta de fortalecer las relaciones bilaterales. Me imagino que la prensa colombiana, sobre todo aquella que no se hace eco del antichavismo enfermizo que campea en buena parte de la venezolana, le tendrá unas cuantas preguntas a Uribe. No menos que las que deben estar formulándose ahora los familiares de Ingrid Betancourt y de todas las personas secuestradas por la guerrilla.

De aquí en adelante el deterioro de las relaciones con Venezuela y el fracaso de tan importante esfuerzo de mediación para abrir caminos a la paz en Colombia pasan a ser absoluta responsabilidad de Uribe. No hay otro responsable.

Vinicio Romero

Se ha ido un gran venezolano. Su muerte es motivo de tristeza para quienes lo conocimos. Enfrentó con valentía y decisión una terrible enfermedad pero ello no le hizo perder su eterno sentido del humor.  Vinicio fue un gran estudioso de la historia patria, y además de haber asumido responsabilidades políticas y diplomáticas siempre cultivó el don de la amistad y la honestidad a toda prueba. Nuestro sentido pésame a  Carmen, su esposa, y demás familiares.



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Vladimir Villegas

Periodista. Ex-presidente de VTV, ex-viceministro de Relaciones Exteriores para Asia.

 vvillegas45@gmail.com      @VladiVillegas

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