Muchas veces el Presidente Chávez ha señalado que él escucha y atiende la crítica constructiva; y debe ser cierto porque en diversas oportunidades ha rectificado, ha modificado políticas, ha reformado leyes, ha eliminado y creado ministerios, ha sustituido ministros y presidentes de empresas y otros organismos del Estado; es decir ha gerenciado, ha gobernado.
En este sentido y con el mayor respeto posible, me dirijo al Superintendente Nacional de Valores, Sr. Tomás Sánchez para llevar hasta su despacho, a través de este importante medio de comunicación, Aporrea, el siguiente análisis sobre la decisión de eliminar el mercado de valores de Venezuela.
En efecto, Sr. Sánchez, La eliminación del mercado de valores en el año 2010 es una de las políticas públicas que, en mi humilde opinión, han tenido un mayor costo económico para muchos venezolanos en los últimos años. Es difícil, para el ciudadano común, percibir a simple vista lo que está pasando y lo que pudiera pasar por la acción de esta política en los próximos años, de no hacerse los ajustes necesarios. Y no es solo mi opinión, sino la de muchos economistas y expertos en la materia, que la han expresado en foros y a través de los medios de comunicación del país.
La oferta de bienes y servicios al mercado nacional se ha visto restringida por la escasez de divisas suministradas por Cadivi y por el Sitme al sector productivo de la economía. El promedio diario del SITME, actualmente, apenas si supera la entrega de 30 millones de dólares vs. unos 70 millones diarios que manejaba el mercado de valores a través de bancos, casas de bolsa y sociedades de corretaje.
Como consecuencia la alta inflación se ha sostenido y la escasez y los altos precios de los bienes básicos de consumo han generado especulación y conflictividad social en el país. Tanto es así que el Presidente Chávez acaba de firmar la Ley de costos y precios justos con la finalidad de enmendar la situación. Recuerde Ud. Sr. Sánchez que la alta inflación fue uno de los argumentos para cerrar el mercado de valores y las casas de bolsa, y mandar a prisión a muchos de sus directores.
Mientras el mercado de Valores se mantuvo activo la economía creció con fuerza por mas de 23 trimestres consecutivos (el ministro Jorge Giordani lo recuerda permanentemente en los medios de comunicación) y el país se mantuvo abastecido.
A nivel macro se destruyó una parte importante de la base de ahorro doméstica, tales como los fondos de ahorro, las cajas de ahorro, y el propio ahorro de muchos ciudadanos de a pie que incursionaban en ese mercado de valores buscando protección contra la inflación y diversificación en sus inversiones. Toda esta base monetaria complementaba al sector financiero para apalancar el crecimiento del país. Por eso la economía, a pesar de los altos precios petroleros, no termina de consolidarse pues no hay como apalancar el crecimiento.
La banca nacional tiene restricciones para adquirir un título público más y la gaveta para la financiación del plan de vivienda está prácticamente copada. (Hoy precisamente se publicó en Gaceta Oficial 8.628 obligación de los bancos de dar más créditos hipotecarios a largo plazo). Por estas razones entre otras a la banca pública y privada juntas se les hará difícil financiar los requerimientos mínimos que necesita la república para su desempeño.
Además ¿cómo pensar en la nueva ley del trabajo y el pago de las obligaciones laborales sin un mercado de valores? se necesita un mercado de valores para poder comprarles los títulos a los trabajadores y así proporcionarle la liquidez adecuada cuando el trabajador lo requiera, evitando que este pierda gran parte de su capital por negociarlo sin recibir un precio justo.
Pero aun hay un tema mucho más difícil de asimilar, hemos caído en las manos del capitalismo internacional pagando tasas de hasta 12% en dólares para financiarnos, algo que seguramente es una consecuencia de la decisión de eliminar el mercado de valores, que socavó la confianza internacional en la deuda pública venezolana.
Ojala Sr Sánchez, estos comentarios, que no son sino el reflejo de lo que los medios de comunicación y analistas financieros nacionales e internacionales pregonan diariamente, puedan serle de alguna utilidad para reflexionar al respecto.
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