Porque hay un problema moral de por medio que no se quiere visibilizar. Hay muchas drogas que son legales, que se recetan y se venden. Prozac y los ansiolíticos son drogas legales, lo son las benzodiasepinas, lo son el alcohol y el tabaco. Entonces hay que partir de esta visión antes de tomar una posición en la discusión sobre la supuesta “legalización” que propondrán algunos países centroamericanos en la próxima cumbre de las Américas. Se tiende a globalizar en la palabra drogas, tan solo a las que son ilegales, a las que comercia el narcotráfico y es un error.
El supuesto precepto moral de que las drogas son malas abarca solo a las que se venden ilegalmente, debemos asumir que a la mayoría le parece que el alcohol no es tan malo como la cocaína o la mariguana, solo por una herencia cultural. Más allá de esta evaluación, insisto en que lo malo no radica en la sustancia misma sino en que han sido convertidas en mercancía en una sociedad de mercados y que producen ganancias tan exorbitantes que las drogas “ilegales” son el segundo negocio más lucrativo, después del petróleo y antes que las armas. El gran daño de estas drogas es su oferta como negocio, más que su misma carga adictiva.
Si me preguntaran si estoy o no de acuerdo con la legalización y ello significa que se le quita al imperio la posibilidad de acusar a los países revolucionarios como cómplices del narcotráfico, difícilmente estaría en contra de la legalización.
Si me preguntaran si estoy de acuerdo con la legalización y ello significara eliminar la violencia y las innumerables muertes que produce el narcotráfico en todos nuestros países, difícilmente estaría en contra.
Si me preguntaran si estoy de acuerdo con la legalización y ésta significara la eliminación de los desplazados, de los paramilitares y su carga de muerte, seguramente diría que estoy de acuerdo.
Si me preguntaran si estoy de acuerdo con la legalización y ello fuera garantía de calidad en las sustancias que consumen millones de usuarios de éstas drogas y que se eliminará el daño de los agentes cortantes, como veneno de rata, en lo que hoy se expende en el mercado, yo diría que estoy de acuerdo.
Si me preguntaran si estoy de acuerdo con la legalización y ello significara quitar al imperio su empoderamiento de los carteles que las producen y la millonaria ganancia que manejan sin declarar impuestos y que usan para financiar su intromisión en nuestros pueblos, definitivamente que estoy de acuerdo.
El empeño que pongo en esta discusión sobre la propuesta de la legalización no corresponde a que yo tenga una posición férrea y ortodoxa, corresponde a que hay varias cosas pendientes de discutir. Primero hay que discutir quien y por qué propone esta supuesta legalización, la proponen gobernantes afines al imperio y conexos a los capos del narcotráfico, la proponen quienes hoy ganan millones con este mercado, por tanto no creo que se esté proponiendo otra cosa que la legalización para comerciar estos venenos, quiera decir para empacar y distribuir, publicitar y ofrecer, distribuir y masificar los mismos venenos que hoy los enriquecen. Así no puedo estar de acuerdo.
Legales o no, la droga siempre está en la esquina. El daño que se podrá evitar es el daño de violencia y desplazamiento de poblaciones que ocasionan las mafias que las producen, que son casi siempre los mismos poderes que dicen combatirla, pero el daño a quienes las consumen seguirá igual o aumentará, entonces no puedo estar de acuerdo.
Legales o no, las drogas de que se hablan seguirán siendo adictivas y por tanto produciendo adicción en un porcentaje alto de quienes las consuman, tarde o temprano. Entonces no estoy de acuerdo.
Hablar de legalizar debe abarcar las dos caras de la moneda, eliminar el daño social, la violencia, los desplazados y la excusa imperial para invadirnos así como también el daño que produce su consumo y sus efectos devastadores. Hablar de legalización debe implicar que sea el estado quien asuma su producción y distribución, no la empresa privada que hoy se babea ante la posibilidad de volver a tener su mercado, como ya lo tuvo laboratorios MERK con la cocaína. Hablar de legalización impone hablar de programas de información, de rehabilitación, de atención y de inclusión a quienes están consumiendo, obliga a alertar a la población que estas sustancias que podrán adquirir solo en farmacias, son dañinas y causan esclavitud a sus consumos. Legalizar es para controlar e ir reduciendo el terrible daño que ocasionó un mercado durante estos cincuenta años.
Quienes propondrán la legalización hablan de cuarenta años de fracasos en la supuesta “guerra a las drogas” Eso es una gran mentira, todas y todos debemos tener claro que el Plan Colombia, el Plan Córdova y las invasiones a Irak y Afganisthán, no fueron cuarenta años de guerra contra nada sino cuarenta años de apropiación de cultivos, laboratorios y mercados de esta gran industria `por parte del imperialismo y sus ejércitos.
Debe haber una postura socialista, por ello escribo mis opiniones que son absolutamente personales, para que se inicie una discusión desde quienes creemos en la nueva sociedad y que tengamos argumentos para enfrentar las propuestas que escucharemos en pocas semanas pidiendo la legalización.
brachoraul@gmail.com