Camarada Maduro: ¿Qué es eso de Cristo multiplicando penes?

Ya están los estadísticos, esos que creen sólo en pifias de los políticos que tienen como enemigos para tratar de destruirlos, recopilando frases del camarada Maduro para publicarlas como inolvidables. Estadísticos que detestan al camarada Maduro pero le miden palabra por palabra todas sus alocuciones para determinar no sus aciertos sino sus equivocaciones, especialmente, idiomáticas. De esa manera buscan pescar la palabra o la frase que lanzándola al aire creen dañará la imagen del camarada Maduro. Creo que Fidel es el hombre más culto actualmente en este planeta pero creo, también, que no en una sino en varias oportunidades se ha equivocado. Sin embargo, eso en nada desdice de sus méritos, de sus virtudes y de sus aciertos que, de paso, son muchísimos, pero muchísimos. No hay forma de contárselos.

                Para equivocarse, para errar hay que ser humano, no importa el nivel de sus conocimientos ni el color de su piel como tampoco su posición de clase ni su sexo y menos su tamaño ni su filiación política o ideológica. Empecemos diciendo, con el mayor respeto por los religiosos, que Dios erró al creer que podía hacer al hombre y a la mujer perfectos. No lo logró y la ciencia ha demostrado no sólo su imperfección sino, más importante aunque millones de millones de personas no lo crean, su inexistencia.

                Los más imperfectos son los que más especulan las imperfecciones de los demás. Así son las dos caras gemelas de la moral burguesa. Eso es burla y es, en cierto sentido, oportunismo lingüístico barato al servicio de política reaccionaria. Gente de esa naturaleza no podría vivir en paz en una ínsula gobernada por Sancho Panza. Este, infunde demasiada justicia social y ésta, no se congratula con los imperfectos que se burlan de las imperfecciones de otros.

                Los idiomas nunca serán perfectos porque los pueblos construyen palabras que los especialistas de las lenguas nada pueden hacer frente a eso. Los pueblos son sabios y esos pocos sabios que crean que son más sabios que los pueblos terminan por ahogarse en su propia burla y en su propia ignorancia.

                Hace unos días se burlaron del camarada Maduro porque utilizó la palabra “millonas”. Gozaron una y parte de otra. Pensaron que a los pocos días las encuestadoras iban a destacar la bajísima popularidad del camarada Maduro por haber “errado” en el lenguaje. Bueno, ahora el escándalo es mayor, más espacios en los medios de comunicación, más especulaciones, más descalificaciones porque consideran que quien tenga un lapsus mental en un determinado momento de su vida no goza de derecho ni de capacidad para ser Presidente de un país como Venezuela. La especulación y la burla traspasaron  las fronteras nacionales. En Colombia también gozaron un bolón los fervorosos partidarios del antichavismo. Mucho les duele que el camarada Maduro haya salido de las filas del proletariado. Cómo les arrecha que alguien de la clase obrera llegue a las alturas del poder político y, especialmente, si no tiene un suma cum lauden académico. Si el viejo Joseph Dietzgen estuviese vivo llamaría a esos especuladores de actos fallidos o lapsus mentales “lacayos diplomados de la burla burguesa”.

                Un acto fallido o un lapsus mental lo comete cualquier persona  desde la más normal a la menos normal, desde la más culta a la menos culta. Si un sicoanalista preguntase a toda la población adulta del planeta: ¿Quién no ha cometido un acto fallido o un lapsus mental en su vida? De seguro, completamente seguro, que si alguien levantase la mano sería porque vive un trastorno de delirium trémens y allí no tiene salvación ni en el mejor y más científico siquiátrico del mundo.

                No escuché pero los imperfectos que les gusta burlarse de las imperfecciones de otros dicen que el camarada Maduro, en una alocución sobre la escuelas y la necesidad de incorporar a los niños a las mismas, dijo que debemos multiplicarnos como “Cristo multiplicó los penes”. Inmediatamente los imperfectos entendieron el significado de “penes”. Algunos eyacularon de emoción y algunas tuvieron un orgasmo paranoico por el acto fallido o el lapsus mental del camarada Maduro. De nada valió que el camarada Maduro, de manera inmediata,  se haya disculpado y haya aclarado que se trataba de peces y de panes. ¿Saben por qué? Porque para los especuladores de las equivocaciones de otros, especialmente si éstos profesan el socialismo,  es mucho más importante sacarle punta al lápiz que apreciar el sentido constructivo de lo que quiso decir la persona que se equivocó en el uso de una palabra. Tendrán que vivir su arrechera durante todo el mandato del camarada Maduro y por más que recopilen palabras o frases (corregidas o no en lo inmediato) para tratar de descalificar al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, no estimularán ni  un golpe de Estado ni una crecida de deserción en las filas del Proceso Bolivariano. ¡Ah!, que Obama decida invadirnos para evitar multiplicar los peces y los panes y así no permitir que el beneficio llegue al pueblo venezolano alegando que eso podría estimular igualmente la multiplicación de penes, es cosa de exterminio de todo ser que nazca varón. Que le eche bolas. Si eso pasase, el deber de todo aquel que tenga pene como de toda aquella que tenga vagina es levantarse en armas contra los invasores hasta que no quede ni uno solo de los impostores en tierra venezolana. Es todo. Si la resistencia será o no prolongada no es un problema de fin de mundo. Ningún pueblo puede ser esclavizado o colonizado de por vida. La solidaridad internacional revolucionaria es la siembra más productiva de todas las siembras. Nuevamente, es todo.



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Freddy Yépez


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