Los asesinatos, robos, secuestros y similares, son actos criminales perpetrados por delincuentes del crimen organizado, bandas locales, grupos organizados o personas individuales.
Cuando se combate la inseguridad, se combate una entelequia. Se anda pendiente de cómo sentirnos seguros, iluminando espacios, poniendo cámaras, buscando ver policías, cerrando espacios, poniendo alarmas y rejas. confundimos el problema, nos focalizamos en soluciones posibles o estrategias deseables.
Hay que abrir los ojos para ver los árboles y desde arriba para ver el bosque. Son dos visiones necesarias y complementarias.
Hay asesinos sueltos, ladrones, violadores que ponen en peligro la vida de las personas. Esos individuos actúan y matan, roban y violan; es decir son personas reales. Esas personas existen y tienen una forma de ser y de proceder, están organizadas, viven para el crimen y son del crimen. Las leyes servirán para controlarlas o para sacarlas de circulación social, con el apoyo de los cuerpos de policías y de represión. Pero llegar allí a ese punto donde están funcionando en la realidad es asunto serio y de estricta planificación. No se soluciona con medidas aisladas o donde sólo estén comprometidos sectores que fueron creados para otras actividades y funciones. No se soluciona si la comunidad más cercana a esos antisociales no actúa y colabora activamente. No se soluciona con discursos y llamamientos a la cohesión y a la disciplina.
Coloquemos el problema sobre sus pies: La lucha no es contra la inseguridad. Los asesinatos, robos, secuestros, violencia son actos criminales reales, la lucha es contra las personas que ejecutan esos actos, de su reconocimiento y control vendrá la seguridad como un valor agregado, como viene la salud cuando se trata el cáncer, cuando se extirpa, cuando se le erradica con radio y quimio.
Por supuesto que los cuerpos de seguridad deben seguir brindando apoyo a los ciudadanos en el día a día; pero mientras no existan acciones férreas y concretas para apresar, neutralizar y sacar del espacio ciudadano a los antisociales, la seguridad será un asunto sin asidero real, una sensación efímera que es fácil hacer desaparecer.
Al confundir unas cosa con la otra y no precisar podemos crear fantasías y creer en cosas peculiares:
a.- que si aumentamos el número de policías bajará la inseguridad porque la policía dará seguridad porque los ladrones y criminales no actuarán si ellos están, lo cual no es verdad, además, imaginen el número de policías que serían necesarios para lograr esta meta.
b.- que los ladrones y asesinos pueden ser convencidos de dejar sus armas, su violencia y su estilo de malvivir.
c.- Que asesinos y ladrones, si se les ofrece deportes, educación y trabajo digno cambiarán.
d.- Que la solución a tan terrible situación social debe ser resuelta por autoridades locales sin sinergia con los cuerpos de inteligencia, el gobierno central y local.
e.- Que cada gobernante o alcalde debe cuidar lo suyo, su espacio y tratar de que allí no se cometan crímenes.
En el pasado los cuerpos de inteligencia planificaban asaltos y penetraciones a estos lugares guaridas para perseguir y apresar a ladrones y asesinos. Este es un enfoque inadecuado, infringe los derechos humanos, estimula la violencia que es lo que se quiere erradicar, no es sostenible en el tiempo, no involucra a las víctimas diarias de la violencia y del crimen, los vecinos de la zona; no trata de desestimular a los victimarios o de ganarlos hacia la no violencia, si eso fuese factible y posible.
Los antisociales que han cometido y cometen crímenes y robos, deben ser reconocidos (todas las comunidades saben dónde están y quienes son), focalizados, buscados y sacados de los espacios donde está y vive la gente decente. Es de suponer que los organismos de inteligencia y seguridad conocen cómo actuar. Es necesario proponer un plan nacional de intervención racional y selectiva en aquellos lugares en los cuales están presentes agentes del crimen organizado, bandas y grupos, con el objetivo de limpiar esos espacios y rescatarlos para el buen vivir. Eso se dice fácil pero es difícil y costoso y largo en el tiempo e involucra o toma todo el espacio nacional.
El gobierno central debe diseñar un Plan Maestro que especificará como llevar a cabo las acciones. Solo de esa manera se podrá prevenir crímenes que esas personas en este momento están planificando, o esperando el momento para salir y atacar cuando las circunstancias le sean propicias. Los órganos de inteligencia y seguridad deberán conocer e identificar al crimen organizado, las bandas locales y las personas individuales que practican y ejercen crimen y violencia desde dentro de las comunidades.
Las alcaldías, concejales, organizaciones locales, comunas y organizaciones comunitarias serán fundamentales para este proceso. Se debe realizar desde este momento una formación, en organización contra el crimen, a líderes comunitarios, familias comprometidas y particulares. Resultado de esta estrategia será el conocimiento exhaustivo de lugares y personas. Levantamiento de información, digitalización y posicionamiento. Reconocimiento de la gente que vive en los sitios, los cuales conocen mucho sobre formas y maneras cómo actúan los criminales. Manejo de tecnologías de localización y establecimiento de redes de vecinos, escuelas, policías, comercios. Conocimiento de leyes y reglamentos para compartir con la comunidad y tener la certeza de que es posible salir legalmente de estos laberintos de impunidad y malvivir.
El gobierno del presidente Maduro debe trabajar interdisciplinariamente en este complejo problema para poder brindar una solución que, desarrollada en el tiempo, lime todas las aristas del problema y más temprano que tarde se puedan ver resultados.