Gabo, no te fuiste, te quedaste

Gabriel José de La Concordia García Márquez ha partido para siempre, pronto sus huellas dactilares se habrán borrado, sus pupilas dilatadas por la eternidad. Distinta suerte ha corrido Gabo, el periodista travieso, que inventó todo un universo a partir de un montón de chozas trasnochadas, tejiendo con Aracataca hechizos hasta el infinito para que así pudiera ser reconocida por generaciones, las que no tendrán más remedio que quitarte un pelo de tu imaginación para cada cual imaginar su suelo natal como le de la real gana.

Ese milagro ha sido posible porque, aunque sea un átomo olvidado de Macondo, permanece presente en cualquier lugar del mundo, incluyendo la Laponia y Rapanui, y es que nada puede ser creado de la nada, un pequeñísimo vestigio de esas palmas caribeñas tiene que haber volado hasta Oceanía. Estás jodido Gabo, el eterno, tú mismo te condenaste a no partir, tu metralla literaria se incrustó en corazones de distintos colore y nadie puede sacarla, tu gitano Melquíades hizo posible con su magia tremebunda que hasta los analfabetos tuvieran noticia del tremendo estrago y alboroto que causaste con tus maravillosas ocurrencias plenas de mentiras sabrosas que con un soplo divino del Caribe se transformaran en realidades insoslayables que nos tendremos que calar para siempre. Gabo, Intruso impenitente ¡Cuántas veces torciste mi pluma y me hiciste escribir a tu antojo sin que yo me diera cuenta. Los que impúdicos se aventuraron de adrede por los caminos que transitaste, esos se jodieron por sacar cuentas alegres y no percatarse que los amanuenses no podrán ser jamás escribidores de fuste. Sé compasivo, arréglatelas de alguna manera para pasarle un trago de ron del bueno a Fidel, que debe estar convencido de que fuiste tú el que partió en vez de Gabriel José de La Concordia, a ti era imposible que se te oscureciera el entendimiento

Me matriculo con este punto aparte para no cansarte la vista Gabo Buendía, esa mirada de halcón que unió fusilamiento e infancia con un solo toque de ese realismo mágico, un arte que no puede ser definido por el escalpelo de ningún zoquete. Tuviste suerte Gabo de Macondo, menos mal que no te alcanzó a castrar la mollera ningún computador del carajo, con tanta tecnología a tu alrededor desde tu infancia, tal vez hubieras sido un escritor colijunto, o quizás te hubieras orientado por otros senderos y hubieras vendido arañas junto a Hugo Rafael para aprender a parir revoluciones. Conmigo quedaste en deuda Gabo, te faltó reinventar el mundo mágico de la Sierra Maestra ¡Como se hubiera reído Fidel con ese coño de vaina tuya! Me pregunto en este momento si te dolió mucho ese ojo que te dejó negro un Judas magnífico proveniente del Perú y que será de esa mina que causó tal estrago en tu rostro, ¿Se quedará hoy callado tu ex amigo o tendrá el coraje de escribirte algo lindo, como sabe hacerlo?

Aquellos que no comprendan que Macondo limita con Valle de la Pascua por el norte y con San Rosendo en el sur, que ese suelo mítico gusta aventurarse por los pueblos perdidos del Misiones de Facundo Quiroga y por las resolanas de tanta aldea virgen de este continente afroindolatino en espera de uno de tus biznietos, significa por añadidura que ellos tampoco logran barruntar que tienes mucha culpa de la integración latinoamericana que florece por doquier, pues acaso sin proponértelo nos enseñaste que somos un solo pueblo.

enesfer25@hotmail.com


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