La casa campesina y su cosmovisión del mundo

La dinámica de las poblaciones en los territorios campesinos tiene fundamentalmente dos variantes ocupacionales del espacio, la primera la constituye la vivienda aislada, situada una distante de la otra y generalmente ubicadas en lugares intrincados, tiene su origen en el desarrollo del modelo colonial que confirió a algunos sectores desposeídos, entre ellos los indígenas y peones, a lugares verdaderamente alejados de los llamados centros poblados, configurándose de esta forma la realidad rural.
La segunda variante tiene que ver con la aldea o el caserío, el cual se caracteriza por el aglutinamiento de comunidades de varias familias campesinas humildes en ciertos espacios, la característica poblacional fundamental es la proximidad medida en distancias mucho menores a las de la vivienda aislada, generalmente estos poblamientos los comenzaban miembros de una misma familia, es decir, hermanos, primos y otros familiares algo más lejanos, pero que por los apellidos que encontramos en la investigaciones existen ciertos grados de consanguinidad entre ellos.
Pueden notarse ciertos niveles de diferencias entre estas dos expresiones de la dinámica poblacional del territorio y su configuración de la Vida Campesina, en la vivienda aislada es más independiente, las condiciones de soledad llevan a que el campesino se dote de elementos que le permitan sobrevivir sin depender en muchas formas de una comunidad. La vivienda es lo suficientemente autogestionaria, esto implica que en muchas ocasiones todos los lugares y materiales disponibles en el lugar donde se encuentra la vivienda, son aprovechables; la casa tiene sus huertos como lugares de producción para la venta, también los espacios para la conservación de semillas, huertos, crías de animales entre otros. Estas viviendas tienen por lo general lugares dedicados a lo mítico religioso, es decir, un espacio interno de la vivienda donde se halla el rincón de los santos, en el cual expresan su espiritualidad, con la devoción a determinadas imágenes de santos patrones, en su mayoría de procedencia católica. En las afueras de la vivienda hay lugares para la adoración a la Cruz de Mayo, que por lo general, es una cruz de madera adornada con flores naturales o artificiales y en muchas ocasiones el cuerpo del crucifijo es recubierto con ramas de un árbol que ellos llaman olivo. La veneración de la cruz tiene dos momentos, el primero es el tres de Mayo, día en el que se realiza un velorio o canturía de tonos de décimas de origen católico, entonados por los campesinos a fin de pedir a la naturaleza lluvias que necesitan para tener una buena cosecha en una agricultura a Tempeo. El segundo momento se da todos los días lunes, en los cuales los campesinos encienden velas dedicadas al descanso de la Santísimas Ánimas del Purgatorio, ofrenda que hacen a eso de las nueve de la noche. Durante el encendido de la vela se reza un rosario y luego de esto, la casa debe quedar en completa obscuridad y silencio.
En el caserío o aldea, debido a la cercanía de una casa con la otra, se van conformando relaciones de mayor interdependencia, la vida social se hace más necesaria, los servicios educativos y médicos, aunque con deficiencias, se hacen más regulares. Es común la existencia de Iglesias dedicadas a organizar, atender y controlar una feligresía constituida y con una perspectiva más monoteísta. Es notoria la presencia del sacerdote y el maestro –como elementos extraños a la Vida Campesina- que influyen en el surgimiento de nuevas costumbres, a través de ellos hace presencia el Estado Nacional con su fuera integradora. Estas instituciones fungen como entes “supra comunidad” que se integran a la dinámica social y las leyes del Estado comienzan a privar en desmedro a las costumbres convencionales de la comunidad. En el caso Venezolano no fue sino hasta casi finalizada la tercera década del pasado siglo XX, cuando se incorporaron aspectos como el matrimonio civil y eclesiástico, por la fuerte presencia de los llamados hijos naturales, es decir, vástagos provenientes del concubinato y no de la unión establecida por la normativa legal regente.
Podemos decir que el desarrollo de la aldea campesina y su dinámica "civilizadora" agrega valor de ciudadanía a la complicada realidad rural de la Vida Campesina, esta caracterización es más o menos una aproximación a algunas expresiones de poblamiento en el campo Venezolano que aún hoy en pleno siglo XXI persisten en amplia geografía del territorio venezolano. Dichas expresiones obedecen a factores de índole histórica, siendo uno de ellos la estrategia poblacional utilizada por los colonizadores a principios del siglo XVII, que continuó sin mayores modificaciones en las épocas de la incipiente República. Finalmente, esta dinámica poblacional sufre verdaderas transformaciones a finales del siglo XX, con el advenimiento de procesos urbanísticos provenientes de la cultura petrolera, cuyo impacto trastocó toda lógica de distribución de la población, actividades económicas y hasta la vida espiritual, valores y ética de la sociedad venezolana.



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