¿Es el mercado el demiurgo del desarrollo?

El nombramiento del Sociólogo, Luis Salas Rodríguez, Ministro de Economía Productiva, generó rechazo entre sectores opositores y preocupación entre algunos economistas por sus escritos y declaraciones públicas en favor de la presencia y el monitoreo del Estado en el desarrollo nacional.

Esos mismos sectores insisten en la tesis del fracaso de un modelo "estatista, negador y confiscador de la iniciativa privada". Para ellos hay que volver a la economía libre y de mercado.

Sus propuestas se pueden sintetizar así:

- Reducir con carácter de urgencia el gasto público.

-Unificar las cuatro tasas de cambio.

-Subir el precio de la gasolina -que ciertamente es muy bajo-.

- Dejar de financiar el déficit fiscal con la impresión de billetes por parte del Banco Central.

- Es un error satanizar a los organismos económicos multilaterales, como el FMI, Banco Mundial y cualquier otro, ya que la visión de estos entes ha evolucionado. Ya no son lo que fueron. Ahora tienen una visión más completa de lo social producto de las crisis de América Latina en los 80 y las asiáticas en los 90. Incluso sobre el FMI se afirma que es la organización más sólida y la que tiene mejor menú para reconstruir una economía.

- La inflación no es un espejismo, es una relación entre masa monetaria y oferta de productos y servicios. Para bajarla debe haber ajustes ortodoxos, de choque e inmediatos.

- Con controles de precios no se puede bajar los precios, por lo que debe eliminarse.

- El mercado es lógico y requiere de atraer inversión extranjera y propia, para ello se necesita incentivos positivos.

- El alza de los precios petrolero creo profundas distorsiones, como nacionalizaciones y expropiaciones, que influyeron en todos los niveles y que, más allá de si existe o no una guerra económica, es importante que se rectifiquen las mencionadas distorsiones.

- En cuanto al pago de la deuda se indica que el país debe ajustar y realinear las variables económicas de cara a asumir sus compromisos, por cuanto tiene por delante las siguientes alternativas: un refinanciamiento, una reestructuración o, en el peor de los casos, un default, por lo cual debe rebalancear su economía para asumir sus pagos.

Ahora bien, como decía Mahatma Gandhi: "la madurez tiene que ver más con la experiencia que hemos vivido, y no tanto con los años que hemos cumplido". Por tanto, mencionaremos algunos casos donde se aplicaron recetas neoliberales para darle respuesta a la pregunta con la que se titula estas reflexiones, porque en los tiempos que transcurren hay quienes -en Venezuela y el mundo- consideran que el mercado es como el "espíritu absoluto" hegeliano que conduce a la felicidad de los pueblos, sin valorar para nada la experiencia.

Se colocan como ejemplos de los éxitos de mercado a Chile y Perú. Se habla de su crecimiento del PIB pero para nada se dice que son los países más desiguales de América Latina, olvidándose de una de las máximas de Joseph Stiglitz en su libro El precio de la desigualdad: "El éxito de una economía únicamente puede evaluarse examinando lo que ocurre con el nivel de vida -en sentido amplio- de la mayoría de ciudadanos durante un largo período" (p.71). En 1971, cerca del 10% de la población de Santiago vivía en un campamento y en 1980, el 11,5% de los niños menores de seis años todavía presentaba síntomas de desnutrición. En el Chile post Pinochet, a comienzos de los años 90, el 38,4% de los chilenos era pobre y el 12,8% era indigente, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En 1990 el 5% más rico obtenía 129,4 más veces que el 5% más pobre. En 2011 el 5% obtiene 257 veces más que el 5% más pobre (Fundación Sol). El Indice de Gini de este país, según el Banco Mundial, fue 0,505 para 2013. Hoy este modelo "ya no es ejemplo a seguir", al menos para las grandes mayorías: las familias están profundamente endeudadas, la precarización laboral con la desigualdad a cuesta es lo que prevalece y la educación se encuentra privatizada y sólo al alcance de las élites.

El mismo BM sostiene que en Perú el índice de Gini fue 0,447 para 2013, es decir, es uno de los países con mayor desigualdad social.

México en la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari, 1988 -1994, un neoliberal convicto y confeso, dejó un déficit fiscal sin precedente, con reservas internacionales en sus niveles más bajos, con estímulos a las inversiones privadas sin control alguno por parte del Estado de ese país. Privatizó la banca nacional, la cual estaba en manos públicas después de haber fracasado en manos privadas. El desempleo se incrementó de forma exponencial. La crisis económica de México de 1994, ya en los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo, tuvo repercusiones mundiales y se le denominó el "Efecto Tequila". Hoy, el Estado nación mexicano es una entelequia. Este país se encuentra secuestrado por los grupos del narcotráfico, la parapolítica y la criminalidad.

El Brasil del neoliberalismo, de la reducción de la inflación, de la privatización de las empresas del Estado, de la apertura al mercado mundial, también vivió una crisis con un creciente déficit externo, aumento de la deuda pública interna, pérdida de sus reservas internacionales y desequilibrios comerciales y en la cuenta corriente de la balanza de pagos en el año 1999. A eso se llamó el "efecto samba". Lo que heredó Luis Inácio Lula da Silva fue un país con pobreza atroz producto de esas políticas neoliberales.

Argentina igualmente se convirtió, según los neoliberales, en un ensayo "exitoso" por las políticas de mercado puestas en marcha en la década de los noventa. Sus dos mentores: Carlos Menen y su flamante Ministro de economía, Domingo Cavallo. La privatización de los bienes comunes sociales fue casi total. Los resultados son conocidos no sólo desde el punto de vista económico, con la fuga de capitales y la perdida rápidamente de la confianza de los inversores y de los ahorristas argentinos que recibieron como respuesta la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros (el "Corralito"), sino también, desde el punto de vista político, con el rechazo entre 2001-2002 del pueblo de ese país hacia el "dúo" mencionado y hacia todos los políticos de entonces con el lema: "que se vayan todos". De allí insurge el kirchnerismo.

Lo último que se puede mencionar como experiencia de libre mercado es el caso de Puerto Rico. "Allí un país que es de hecho una colonia norteamericana soporta la descapitalización, el saqueo de los recursos, la desintegración del tejido social, que durante un tiempo fueron compensados con financiamiento público pero en un momento ese sostén se acabó e irrumpió el default"(Entrevista a Claudio Katz. "América Latina: perspectivas frente a un nuevo escenario político". Aporrea, Jueves, 24/12/2015).]

Denominadores comunes de estas experiencias. Uno: el recetario de privatizaciones, desregulaciones y total apertura económica, bajo los mandatos del FMI, no llevaron al progreso económico sino a fuertes y recurrentes crisis. Dos, en todos estos países se incrementaron los niveles de pobreza y aumentó de forma sustancial la desigualdad. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de 133 millones de pobres que América Latina tenía en vísperas de la crisis de la deuda de principios de los 80 se había pasado a 192 millones al final de la "década perdida" y en 2002 había 221 millones de pobres, de los cuales 99 millones eran indigentes.

Finalmente, para los devotos de las políticas neoliberales, vayan estas expresiones de quienes no puede considerarse subversivos o enemigos del capitalismo.

De un lado, se encuentra el economista francés Thomas Piketty hablando de la desigualdad y en su texto -El Capital en el siglo XXI- estudia datos de 20 países desde el siglo XVIII en busca de los patrones del crecimiento económico y la riqueza. A partir de eso concluye que existe una minoría cada vez más rica y que la desigualdad se ha acrecentado en los últimos años en el mundo desarrollado.

De otro, la mismísima Lagarde, francesa y directora del FMI dirá: "Permítanme expresarme con franqueza: en el pasado, los economistas subestimaron la importancia de la desigualdad. Se centraron en el crecimiento económico, en el tamaño del pastel y no en su reparto. Hoy, estamos más conscientes del daño que causa la desigualdad. En términos básicos, una distribución profundamente sesgada del ingreso atenta contra la velocidad y la sostenibilidad del crecimiento a más largo plazo. Lleva a una economía de exclusión, y a un páramo de potencial desperdiciado"

Y para rematar el Papa Francisco, el 28 de abril de 2014, tuiteó "la desigualdad es la raíz de los males sociales".

De allí que la libertad del mercado puede generar crecimiento del PIB pero no desarrollo.

*Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales. Exdirector de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado. Fue Embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

framongonzalez@gmail.com





 



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