Maduro y su chiste sobre la dieta

El presidente Nicolás Maduro, se lanza al ruedo de los chistes, las chanzas y el chalequeo, como cualquier estadista serio hablaría de la crisis y los problemas cotidianos de su país y que le son propios de las responsabilidades que acarrea el ejercicio de la primera magistratura. Lo tragicómico es cuando se hace de la situación real un chiste de mal calado y termina parodiando el peso de su propia responsabilidad.

Eso exactamente ocurrió durante el lanzamiento de la revista de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Allí preguntó a uno de sus colaboradores, Gustavo Villapol, editor del semanario Cuatro F, por qué estaba tan delgado. Villapol, alzando los brazos hacía señas que estaba trotando, hasta que los gritos del público le hicieron saber que se debía a "la dieta de Maduro".

Montando la ola del chiste, el primer mandatario ripostó entre risas "¿la dieta de Maduro?... La dieta de Maduro te pone duro… sin necesidad de Viagra" y el público acompañó la carcajada del mandatario, como si del cierre de una actuación de Bip, el mítico payaso de suéter a rayas y maltratado sombrero de copa decorado con una flor se tratara. Solo que a este chistoso le faltó la grandeza y sobre todo el silencio que acompañó siempre al gran Marcel Marceau.

¿Dónde está el chiste? ¿en la inventiva presidencial? ¿en la risa nerviosa de esos pobres diablos pagados con el dinero de nuestros impuestos para servir de comparsas en feria de pueblo arruinado? El chiste que estimula la risa en detrimento de otro, del semejante, no es chiste; es burla, pero cuando la chanza se hace prevalido de su condición o desde el ejercicio del poder, denota crueldad, maldad y una profunda ignorancia que está lejos, a miles de kilómetros de distancia de eso que rimbombantemente llaman algunos, majestad presidencial.

Insisto en la pregunta ¿dónde está el chiste? Alguien que pudo ser Perogrullo –por lo obvio- afirmó que un chiste que hay que explicarlo, no es chiste, ya que una de las características principales de este, es la complicidad implícita que se establece entre el chistoso y los receptores de la guasa. El chiste sobre el hambre que padece gran parte de la población venezolana –a despecho de los informes de la FAO- puede ser explicado por los miles y miles de venezolanos a los que la vida se les va haciendo una infame cola para adquirir un solo producto. El chiste de Maduro, también puede explicarse en los millones de personas que a diario se acuestan sin comer. El chiste de la dieta, se explica de múltiples formas y todas nos pueden hacer llorar, pero no precisamente de la risa.

"La dieta de Maduro, te pone duro" es la triste confesión de una incapacidad manifiesta, de una desvergüenza propia y ajena, de un mago al que al fallarle los trucos de la chistera, se convierte en el hazmerreir de la comunidad nacional e internacional.

"La dieta de Maduro te pone duro" ¿duro para qué o contra qué? o peor aún, ¿en contra de quién? ¿duro para soportar el hambre? ¿duro para resistir con estoicismo el espectáculo de ver como se consume la grasa del propio cuerpo en un ejercicio que se acerca más al horror del holomodor, que al acto voluntario de rebajar de peso? Ruego dispensen mi falta de sentido del humor, pero no veo motivos de risas aquí.

La relación del poder con el humor es legendaria, queda registrada para la historia como ejemplo de ingenio y tolerancia la anécdota en la que George Bernard Shaw, envió dos entradas al entonces primer ministro del Reino Unido para que asistiera al estreno de una obra suya titulada "Santa Juana" acompañándolas de una nota que decía "Una para usted y otra para un amigo "si acaso tiene uno". Churchill le contestó con una nota de agradecimiento y ofreciendo disculpas por no poder asistir al estreno le solicitó nuevas entradas para la segunda función con la coletilla "si es que la hay"

Cuando usted señor presidente quiera "echar un chiste", cuando quiera sentirse gracioso, recuerde aquella sentencia que le atribuyen a Carlos Soublette, "La república no se perderá porque el pueblo se ría de su gobernante. La república podrá perderse cuando el gobernante se ría de su pueblo".

Quizás entonces allí entienda que "La dieta de Maduro" no es un mal chiste. Es una cruel realidad. Quizás también entienda que la dieta es un acto voluntario, pero el hambre es inducida, auspiciada y provocada por su gobierno, lo cual como verá no es nada gracioso.



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Ramón Colmenares


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