La poligamia tumba gobierno

Definitivamente Bolívar tuvo razón, por lo menos hasta bien avanzado el socialismo cuando exista a nivel mundial, de decir que los latinos no nos parecemos a los estadounidenses en casi nada, salvo –se me ocurre pensarlo- en que tenemos el mismo número de costillas. Si hablamos de los sentidos, existen diferencias diametralmente opuestas: ellos escuchan lo que nosotros no oímos, nosotros decimos lo que ellos no hablan, ellos miran los que nosotros no vemos, nosotros tocamos lo que ellos no tactan, ellos degustan lo que nosotros no comemos. Ellos, no todos por supuesto pero sí la mayoría de su dirigencia política, lee al revés e interpreta con los pies lo que debe hacerlo con la cabeza y con ésta destruye lo que debe andar con los pies. Ellos, los magnates de la economía estadounidense, creen que el órgano más importante y decisivo en los comienzos del desarrollo del hombre (ser humano) fue la plusvalía y no las manos. El cerebro, para zanganear y trampear a los pendejos. El lenguaje, para chismear y levantar calumnias a otros.

Estados Unidos es el país o sociedad donde acontecen los fenómenos más extraños e inauditos. Una manchita de semen, descubierto por Columbo, en un vestido que tenga años guardado en un escaparate, que es de suponer la hediondez es insoportable, es capaz de causar un revuelo en la opinión pública estadounidense, hacer tambalear a un Presidente, lograr una importante suma de dinero en la demanda por acoso sexual, y, por último, escribir un panfleto de muy mal gusto y los medios de comunicación se encargan de convertirlo en un best seller. La sociedad estadounidense es muy liberal en materia de relación amorosa, pero posee las reglas morales más ridículas y repugnantes para combatir los problemas sexuales. Todo término de una contradicción implica la existencia de su contrario. Vayamos, entonces, al caso que ahora nos ocupa.

La poligamia es tan vieja como las sociedades que nada tienen que brindarle a la humanidad en justicia social. A la sociedad anglosajona es a la que mejor le viene aquella famosa frase de Fourier que dice: “Así como en gramática dos negaciones equivalen a una afirmación, de igual manera en la moral conyugal dos prostituciones equivalen a una virtud”. Lo que sucede es que muchas veces la virtud se paga con la pérdida del poder político. Lo que es más: las grandes transformaciones históricas han tenido que ver con importantes cambios sexuales. La Edad Media, de esto deben saber mucho los europeos aunque no los estadounidenses por haberla saltado y entrar victorioso al capitalismo, parte de aquel momento en que sucumbió la antigüedad, es decir, del adulterio, que habiendo sido prohibido y penado con rigor, y que por haberse hecho inevitable se convirtió en una institución social propia de una sociedad de explotación y opresión de clases.

Hubo un tiempo en la historia humana en que se conocía, por simple hecho de percepción, la madre de un hijo o de una hija, pero nadie sabía quién era el padre porque la práctica sexual se hacía por grupos, por generación. Y al mismo tiempo unos pocos iban concentrando las riquezas en sus manos y se requirió transmitir por herencia los bienes personales. ¡He allí la poderosa razón del nacimiento de la monogamia! Mientras a la mujer cada vez más se le fue sometiendo a vivir en respeto y acato a la monogamia, el hombre se fue acostumbrando hacerlo en la poligamia. Por ejemplo, lo dice Engels, en cuarenta tribus del norte de América (allí está Estados Unidos) el hombre que se casaba con la hermana mayor de otra familia gozaba del derecho de hacer suyas a todas las cuñadas. Eso, donde quiera que se materialice, es poligamia para el hombre y monogamia para la mujer. En California (por cierto ¿dónde queda esa región?) se realizaban fiestas caracterizadas por orgías terriblemente promiscuas. Tal vez de allí parte ese moralismo estadounidense de concebir todo acto sexual fuera del hogar como un hecho punible, pero nada han podido hacer para evitarlo en una buena parte de su juventud que práctica el desorden sexual y hasta se graba para publicitarlo en televisión como síntoma de la más avanzada cultura liberal que tiene el universo actual.

El gobernador del estado de New York, Eliot Spitzer, se vio en la necesidad de renunciar a su cargo por haber hecho uso del servicio carnal de una prostituta que cobra la macoca de mil dólares por el alquiler de su cuerpo por un rato de tiempo, es decir, utilizando las magias del mercado negro, obtiene unos cinco millones de bolívares (5 mil bolívares fuertes). Si Marx hubiese sabido de esta metodología, riesgosa de enfermedad pero fácil de lograr ganancia, quizá, de no haber sido marxista pero sí ideólogo filantrópico del capitalismo, hubiese recomendado que la clase proletaria debiera ser conformada exclusivamente por mujeres sin la presencia de un solo hombre. Con el alquiler no de la fuerza de trabajo sola sino de los órganos sexuales cuatro veces al mes, nadie podría negar que el mundo actual dependiera de una economía prostituta de mercado y no de los factores de la economía imperialista que se basa en la explotación a la mano de obra esclava. Imagínense los lectores cómo vivirían las mujeres proletarias de un país que como Venezuela no sólo cuenta con la mayor reserva de petróleo del mundo, sino que también es un productor natural de reinas de belleza.

El alegato dado por Eliot, para quedar bien con Dios y con el Diablo, fue precisamente: aplicarse a sí mismo la ley que él mismo había creado y él mismo había violado. De esa manera tratan de decirle al mundo que nadie como una autoridad política estadounidense respeta más las leyes del orden burgués en relación con la mujer. Y eso es la mejor prueba que el capitalismo sigue siendo, y nada lo superará, la forma de vida más democrática, libre y justa que conozca el género humano. ¡Qué cosa más grande: el gobierno estadounidense ha resultado ser el único en el mundo que debe hacer valer la monogamia en el hombre para que la mujer no tenga ningún motivo de convertirlo en cornudo!

Seguramente pronto habrá rompimiento de relaciones sexuales, ¡perdón: diplomáticas! entre el gobierno estadounidense con el holandés, porque éste sabiendo que la luna es un satélite para los enamorados y como el sol nace para todos, va a decidir o permitir que el sexo sea tan libre y no penado que se pueda realizar en los parques público por las noches con tal que no dejen esparcidos por los suelos los condones y el papel higiénico con que se limpien las partes íntimas y el riego del semen de los actores del sexo. No quede duda que los paparazis tendrán prestos sus instrumentos de trabajo para disparar ráfagas de fotografías que circularán libremente en la pornografía universal capitalista.

Mientras no triunfe el socialismo en todo el planeta Tierra, que no venga el imperialismo estadounidense con ese cuento de justificar una invasión armada a la tierra latinoamericana alegando que la poligamia es la razón principal de las rebeliones de los hombres latinoamericanos en contra del capitalismo y de su ‘derecho’ a decidir por el mundo entero. Los cuernos gozan de la clandestinidad con la misma vocación con que el zorro monta su cacería a una presa apetitosa. Nacen y crecen sin que la frente que les sirve de base se percate de ellos hasta que algún riguroso monógamo del sexo le alerta de la perfidia, mientras tanto el burgués nutre su ego sexual disfrutando de la poligamia exigiendo a la mujer el más estricto cumplimiento de la monogamia.



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Freddy Yépez


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