La economía es una ciencia que requiere un arduo conocimiento de las
condiciones objetivas de su desarrollo para tratar de lograr una
comprensión eficaz del fenómeno y poder ejecutar políticas coherentes
que tengan como centro el ser social, al hombre y a la mujer, pues son
ellos los sujetos que con su accionar construyen la historia económica
de los países. Ahora tratar de abordar el tema económico partiendo de
subterfugios y posiciones políticas no siempre ha traído buenos
resultados. Y mucho menos en épocas pre-electorales. La opinión
pública nacional ya está acostumbrada a que cada cierto tiempo salgan
contingentes de “expertos”, según sea el caso, plantear escenarios que
casi siempre son dirigidos por intereses foráneos.
El venezolano común, es bombardeado con medias verdades sobre el tema.
Por ejemplo la inversión extranjera. Hay plétoras de “analistas” que
ven esto como el santo grial de la economía, la fuente en donde
expiaremos nuestras culpas y salvaremos al país. Al unísono “exigen”
que se abra nuestra economía al capital externo. Pero lo que no dicen
o cínicamente callan, es que esta inversión en un contexto neoliberal
se caracteriza por ser operaciones financieras que no invierten sus
ahorros sino con deudas a futuro, esto eleva sus cotizaciones (en un
mercado eminentemente especulativo) basados en expectativas de una
supuesta rentabilidad, pero que no contribuyen en nada al crecimiento
del mercado local. En otros términos no producen nueva riqueza
simplemente redistribuyen la ya existente. Es decir una condición para
que la inversión extranjera sea exitosa que haya empresas que adquirir
para estimular la redistribución de la riqueza cada vez en menos
manos.
Es indudable que esta forma de pensar se aleja del ser social y
es por ello que estos versados tecnócratas estén diametralmente en
contra de cualquier iniciativa económica que tienda proteger al pueblo
de los desmanes del capital. Una consecuencia de este “libre juego”
especulativo y de concentración de capitales es la desestabilización
de las monedas locales paso previo a la apropiación de las reservas
internacionales de los países periféricos o subdesarrollados,
obligándolos a una devaluación permanente y déficit crónico en la
balanza comercial.
Pero las empresas noticiosas se han encargado “como por arte de magia”
de desaparecer esta realidad económica incuestionable. Por el
contrario se alinean con los interese externos para darle un barniz de
“normalidad” a la agresión financiera y monetaria. En nuestro caso
presentan nuestra moneda como débil, sin valor, tomando como
referencia el dólar americano y el peso colombiano. Pero esconden que
este último, en lo que va de año se ha devaluado 19%. Y en un contexto
de caída abrupta de los precios del crudo no hay que ser un erudito
para prever que se restringirá el acceso de una parte importante de la
población colombiana a ciertos productos básicos. He allí una de las
causas encubiertas (mediáticamente) que estimulan el contrabando de
extracción en la frontera.
Con respecto al dólar americano, este no deja margen para la
especulación. El dólar subió el martes luego de que uno de los
miembros de la Reserva Federal manifestó su respaldo a que se suban
las tasas de interés en Estados Unidos en septiembre. Las simples
declaraciones de Dennis Lockhart llevaron a una subida de la divisa
estadounidense, que había estado atrapada en un rango acotado contra
la mayor parte de las monedas y cuyas pérdidas previas habían
impulsado a las unidades que están más vinculadas a las materias
primas (específicamente el petróleo) todo a pesar que la economía real
de este país arroja una serie de decepcionantes datos en el país sobre
el empleo y la actividad manufacturera.
La revolución bolivariana y específicamente nuestro líder el
Comandante Chávez comprendió que la una revolución nacional y popular
solo podía perdurar si se complementaban con las condiciones
trasnacionales de la economía y la política mundial. Solo se puede
resistir las condiciones excluyentes del capital, con una alianza de
los Estados soberanos hacia una transición geopolítica que supere su
condición de periferia, los intercambios desiguales y la
subordinación. No puede haber una independencia interna si mantenemos
los esquemas dependientes al exterior. El futuro de nuestra economía
no pasa solo como dicen estos “entendidos en las materia” apostando a
un desarrollo interno ficticio (inversiones externas, liberación de
precios, dolarización). Si dejamos intactas las relaciones asimétricas
externas es imposible un desarrollo económico verdaderamente nacional.