Los hijos del capitalismo no entienden (ni entenderán) la histórica necesidad del socialismo

Comprender, asimilar la dinámica del capitalismo es una tarea nada sencilla, sobre todo en esta caricatura de sociedad como la que vivimos.

Una sociedad nacida al irreal fulgor del modernismo, ciega de origen y ensordecida con la estridencia de la pseudo cultura que ofrece el sistema, poco puede hacer para liberarse de sus cadenas. De hecho, ni siquiera se ve a si misma como esclava. Difícil es pensar que ésta pueda siquiera contemplar su necesaria liberación.

Lo cierto es que los seres humanos nacidos bajo el régimen capitalista son un producto de laboratorio, el mas grande laboratorio de la historia: donde los humanos no desarrollan su propia conciencia, no. A estos nuevos sujetos se les injerta una mentalidad prefabricada, con justo lo que el sistema necesita que adoren, deseen, odien, crean y teman.

El poder capitalista entendió que la mente es el verdadero y original mercado. Hace años se dio cuenta que quien controla la conciencia controla todo y se aseguró, mas allá del control, de suprimir cualquier instinto rebelde.

Así se originaron los hijos del capitalismo. Ellos han creído fielmente en el sistema al punto de considerarlo inexorable. Nada puede desplazar lo instalado. Todo lo que se come, se bebe, se viste, se cree dentro del sistema no hace otra cosa que reforzarlo. Los hijos de estos productos de laboratorio heredan toda esa cosmogonía, intacta y aderezada con buenas dosis de modernismo en cada generación.

No pueden imaginarse siquiera otra cosa porque su psique esta incapacitada para ello. Ni hablar de sugerir que son esclavos porque su principal argumento es que son libres de hacer cuanto gusten.

De cuando en vez surge un "producto defectuoso" que ve mas allá del oropel capitalista y se reconoce como un esclavo. Por supuesto que es marginado inmediatamente, no tanto por el sistema quien se ha protegido bien de estas anomalías, sino por sus similares, los que aun viven la "ilusión de libertad" quienes lo aislan inmediatamente. El capitalismo es muy astuto. Ha sembrado en la mente de sus productos razones para defenderlo, aun cuando éstas actúen en contra de ellos mismos.

Así ha transcurrido mas o menos la historia desde la aparición del capitalismo. Una masa enorme e inconsciente que mantiene con su trabajo a un ínfimo porcentaje de población que controla todo. Mantienen un sistema basado en una ilusión de prosperidad que amenaza con acabar la vida en el planeta.

Por supuesto y no obstante, por muy bien elaborada que sea una ilusión, termina desmoronada por la realidad y el brillo del oropel termina desgastándose.
El actual sistema ya no puede ocultar lo que esta detrás de la tramoya. Muchos de sus hijos lo han notado y resuelven que hay que superarlo, sin embargo su mentalidad pre diseñada por el capitalismo no puede parir otra cosa que una renovación del sistema. Así, éste vuelve a tomar aire y subsiste por un rato mas, hasta la nueva crisis.

Los hijos del sistema lo han ayudado a sofisticarse. Hoy en día se ha vuelto hábil en reconducir las inquietudes de los rebeldes y les ofrece revoluciones a la medida y lo mejor: sin amenazar al sistema.
Tienen a sus propios "ideólogos rebeldes" que plantean atractivas tesis de revoluciones que no cambian nada. Rediseñaron la palabra socialismo para extraerle toda su carga emancipatoria y reducirla a una desabrida tendencia conductual.

Lo único con lo que jamás ha podido y jamás podrá el capitalismo es con la realidad. La realidad lo amenaza constantemente y necesita enceguecer mas y aturdir mas a sus hijos, hasta la neurosis. El capitalismo le teme a la realidad y por ende a la verdad, que es su esencia.
Estimado lector: interróguese usted y descubra si le teme a la verdad. Mire dentro suyo y vea cual es su mentalidad. Hágase preguntas como ¿Creo en mis propias ideas... o son ideas prefabricadas?
Le aseguro, estimado lector, que su respuesta le dejará maravillado.

bombolonmp4@gmail.com


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