“Carajo: sueltan a Gross… O…”

No tengo ni siquiera la menor idea de quién es el señor Alan Gross, pero su caso ha despertado interés no sólo para la opinión pública cubana sino, especialmente, para los círculos de poder político y económico de Estados Unidos. El señor Gross es un empresario estadounidense, vinculado a empresas económicas de mucha importancia tanto en lo nacional como en lo internacional. Al señor Gross se le está realizando un juicio jurídico en Cuba o, más concretamente, en La Habana., acusado de distribución de sofisticados instrumentos tecnológicos satelitales a comunidades judías residentes en Cuba. Es de suponer que el señor Gross, para distribuir esos equipos, nunca consultó a las autoridades cubanas competentes y debe tener, lógicamente, cómplices internos y externos para cumplir su misión.

El señor Gross, dicen, es subcontratista de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y, además, labora para la reconocida empresa Devedopment Alternatives (DAI), también dedicada a actividades internacionales de desarrollo. Y si algunos gobiernos en este planeta deben poseer un conocimiento exacto de lo que realmente significa “desarrollo internacional” para las empresas donde labora el señor Gross son, precisamente, el estadounidense (como victimario) y el cubano (como víctima). El imperialismo y sus empresas económicas no dan, no regalan, no enseñan absolutamente nada a nadie (y menos tecnológico) si eso no lleva garantizado beneficios extraordinarios a la política exterior estadounidense. No estoy ni afirmando pero tampoco negando si el señor Gross se ocupaba de estimular actividades de subversión contra la Revolución con su donación de aparatos de comunicación satelitales. Eso lo determinará el sistema judicial cubano que podemos estar seguros no le falsificará ni un solo indicio, ni una sola prueba sino que se basará en hechos concretos y demostrables ciento por ciento.

El gobierno estadounidense, por intermedio de la señora Clinton, ha reaccionado de forma violenta y amenazante si no se le concede la libertad incondicional al señor Gross, porque considera que su detención y sometimiento a juicio son injustos. La sociedad cubana, la misma sociedad estadounidense y –especialmente- el gobierno de Estados Unidos saben que en Cuba no se detiene a ningún extranjero (y menos se le somete a juicio) por visitar la isla, por establecer relaciones de amistad con cubanos y cubanas, por hacer regalos o donaciones colectivas o particulares, por ir a enseñar conocimientos o aprenderlos, por circular en el país dialogando con gente cubana. No, eso no lo hace el Estado cubano. Para que el gobierno de Cuba detenga a un extranjero y decida someterlo a juicio tienen que existir causas, razones o motivos muy poderosos que comprometen o, mejor dicho, comprueban la participación del indiciado en casos que lesionan principios fundamentales de la nación o de la Revolución. En Cuba, en definitiva, no se detiene absolutamente a nadie que ejerza solidaridad con el pueblo cubano aunque en el fondo no se esté de acuerdo con el carácter socialista de la revolución.

La señora Clinton, en nombre del Presidente Obama, ha mostrado, como mujer y como madre, su enorme preocupación por el destino del señor Gross, para quien solicita su inmediata libertad. Pero esa misma señora Clinton, como Secretaria de Estado y no como madre, avala las terribles torturas que le están aplicando al soldado acusado de haber dado la documentación a WikiLeaks. Soldado tratado como si fuera un animal obligado a adaptarse a las perversidades del gobierno estadounidense. Lo tienen desnudo en un pequeño cuarto sin dejarlo ver de nadie, sin derechos de ninguna naturaleza. ¿Dónde queda el tan cacareado respeto a los derechos humanos que defiende, a capa y espada y por la vía de la intervención militar estadounidense en otras naciones violándole el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el gobierno del Presidente Obama en boca de la señora Clinton, en su condición de Secretaria de Estado y no de mujer ni de madre? ¿Qué pensará, si es que piensa, la señora Clinton de lo que debe estar pensando la madre del soldado torturado, por el cual ha habido manifestaciones solicitando se le ponga en libertad y se le respeten sus derechos humanos?

Seguros pueden estar el Presidente Obama y la señora Clinton, que al señor Gross no le han tocado ni siquiera un cabello, no lo han ofendido en nada, no ha recibido ningún género de maltrato, no se le ha violado ningún derecho humano aunque él haya violado las leyes cubanas conspirando para generar subversión y terrorismo contra el gobierno cubano.

Sin embargo, ojalá la prensa mundial lleve el hilo del caso del señor Gross con mucha objetividad y veracidad, la invasión militar encabezada por el Estado estadounidense a Libia ha hecho, hasta de manera consciente, que el Presidente Obama y la señora Clinton se olviden del señor Gross y se hagan los locos para nada decir sobre las torturas que está recibiendo el soldado preso por entregar documentación de la diplomacia secreta imperialista a WikiLeaks. Atrás quedó la promesa del candidato Obama cuando anunció eliminar la cárcel de Guantánamo que es, de paso, un territorio cubano violado con descaro por el imperialismo estadounidense desde hace más de un siglo.

Valdría la pena, lo digo por no dejar, que el gobierno cubano le planteara al gobierno de Estados Unidos un intercambio humanitario cambiando al señor Gross por los cinco héroes cubanos encarcelados y condenados injustamente por tribunales estadounidenses más el soldado que está siendo víctima de terribles torturas físicas y mentales en una base militar estadounidense. Tontería mía, tontería que sólo produciría risa en los círculos del gobierno estadounidense si llegasen a enterarse de la proposición.

Por el curso de la historia humana y de la lucha de clases en este tiempo de dominio de la globalización capitalista salvaje, sólo Dios y únicamente Dios sabrá el destino final donde irán las almas si al Cielo o al Infierno del Presidente Obama y de la señora Clinton cuando sus cuerpos queden sepultados o cremados en este reino de la Tierra, donde el imperialismo estadounidense comete los crímenes más horrendos y las injusticias más repugnables en nombre de Dios y de la Divina Providencia que avizoró, hace tiempo, que Estados Unidos plagaría de miseria a la América y el mundo en nombre de la libertad, por lo cual estará destinado a gobernar el planeta hasta que los pueblos arrechos y vueltos locos lo derrumben y lo sepulten para siempre, construyendo sobre sus escombros y su legado el socialismo.



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Freddy Yépez


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