La verdad incómoda del Arco Minero en Venezuela

Todos los venezolanos caminamos todos los días sobre un terrible ecocidio cometido en Venezuela, pero ningún venezolano es capaz de reconocer su propia destrucción ambiental, porque el prójimo bolivariano desconoce el verdadero significado del ecocidio, y porque es más fácil culpar al borracho vecino o al corrupto gobernante, antes que asumir nuestra propia culpabilidad.

Debajo de nuestros pies se saquearon los mismos sagrados ríos bolivarianos, que hoy se contaminan por plata en el Arco Minero de Venezuela, pero ningún venezolano llama ecocidio a la construcción de su propia casa venezolana.

Hermanos y hermanas, debajo de nuestros pies se talaron los mismos miles de árboles, que hoy se talan por plata en el Arco Minero de Venezuela, pero ningún venezolano llama ecocidio a la construcción de su propia casa venezolana.

Debajo de nuestros pies se tumbaron los nidos de los mismos miles de pajaritos, que hoy se tumban por plata en el Arco Minero de Venezuela, pero ningún venezolano llama ecocidio a la construcción de su propia casa venezolana.

Debajo de nuestros pies se asesinaron a los mismos indígenas de pueblos originarios, que hoy se asesinan por plata en el Arco Minero de Venezuela, pero ningún venezolano llama ecocidio a la construcción de su propia casa venezolana.

No hay peor ecocidio en la vida, que la infraestructura de nuestra propia casa venezolana, donde ayer trinaban los más bonitos pajaritos, donde ayer retoñaban los más bonitos árboles, donde ayer revoloteaban las más bonitas mariposas, y donde ayer jugaban en libertad los más inocentes niños indígenas venezolanos.

Pero por culpa del egoísmo humano del ciudadano venezolano, que no se cansa de batir cemento hasta en el corazón del cielo, pues ahora los sagrados espacios naturales venezolanos son urbanizaciones, complejos residenciales, centros comerciales, apartamentos con vigilancia privada, iglesias y bancos capitalistas.

Todos los venezolanos llaman ecocidio al tremendo Arco Minero, pero los venezolanos no llaman ecocidio a la gasolina que alimenta a sus carros, no llaman ecocidio al derroche de agua potable de sus casas, no llaman ecocidio al abuso del consumo eléctrico en sus hogares, no llaman ecocidio al dióxido de carbono que sale de sus autobuses, no llaman ecocidio a la madera talada usada para confeccionar sus camas, no llaman ecocidio a las bolsas de plástico que compran en el supermercado, y no llaman ecocidio a sus feroces estilos de vidas.

El estilo de vida del venezolano es una oda al ecocidio, porque el ciudadano venezolano necesita la destrucción ambiental para vivir dentro de la sociedad venezolana, ya que la quema de combustibles fósiles, la tala de árboles en los bosques nativos, la desertificación de los suelos y la dispersión de los gases de Efecto Invernadero, son procesos ecológicamente destructivos para el Medio Ambiente de Venezuela, pero que por desgracia, son procesos erosivos totalmente vitales y necesarios para que los 30 millones de venezolanos que habitan en la patria de Bolívar, puedan desenvolverse a diario en sus actividades laborales, y tengan la fuerza suficiente para denunciar al gran Arco Minero.

Mis hermanos venezolanos, estamos parados sobre un ecocidio, estamos sentados sobre un ecocidio, y estamos cagando sobre un ecocidio venezolano.

Suena exagerado, suena escatológico y suena a embuste, pero lamentablemente, es el verídico sonido de la verdad incómoda que ningún venezolano quiere reconocer, porque es más fácil vivir de las apariencias y seguir denunciando el fantasioso ecocidio cometido en el imaginario Arco Minero, y porque es más difícil ir a la policía y denunciar a los malandros, que se siguen robando los mangos maduros del árbol de la abuela.

Los venezolanos nos sentimos como los más valientes superhéroes de América Latina, cada vez que denunciamos tonterías sensacionalistas como el extractivismo del Arco Minero, como la matanza de delfines en Japón, como la deforestación de la Amazonía y como el deshielo polar en la Antártida, pero mientras perdemos el tiempo vistiéndonos con las tontas capas y con los tontos antifaces de superhéroes, pues los guarimberos venezolanos acaban de talar el último árbol centenario en la ciudad de Tucupita, para usarlo como una tonta barricada política que supuestamente tumbará al gobierno revolucionario.

Todos los días ocurren terribles ecocidios venezolanos, en frente de nuestros ojos, en la esquina de la calle y hasta dentro de nuestra propia casa, pero nosotros elegimos denunciar el fantasioso ecocidio del Arco Minero, para no reconocer y para no denunciar los ecocidios que ocurren en frente de nuestras narices, que realmente deben ser castigados pero que mueren en sacro silencio.

No queremos ver la realidad del ecocidio urbano venezolano, pero siempre queremos denunciar la fantasía del dorado ecocidio en el Arco Minero.

Todos los venezolanos bailamos y recordamos la famosa canción venezolana que dice: "Ajá Ajá bandido, estabas callado, estabas escondido, sacando tu oro muy cerca del río", siendo un tema musical que denuncia satíricamente, una problemática tanto social como ambiental que ocurre desde otrora en Venezuela.

Si la minería ilegal en Venezuela es un ecocidio, entonces Venezuela lleva más de un siglo sufriendo un eterno ecocidio en el estado Bolívar.

Si quienes desean robar el oro y el diamante de los ríos venezolanos son bandidos, entonces todos los venezolanos somos mentalmente ladrones.

Si la minería legal en Venezuela también es un ecocidio, entonces Bolívar cometió mil ecocidios para pagar todos sus viajes que libertaron a Venezuela.

Como decimos en Venezuela, los venezolanos somos muy "frescolitos" y somos acérrimos enemigos del aborto, aunque nunca le compraremos ni un pañal a la muchacha que abortará el feto, somos acérrimos enemigos de la eutanasia, aunque nunca visitaremos al moribundo en el frío hospital, somos acérrimos enemigos del Arco Minero, pero somos incapaces de quitarle el arco al minero.

Los ecosocialistas venezolanos, somos rojos por adentro y verdes por afuera, pero los cobardes venezolanos, son rojos por afuera y verdes por adentro.

Algunos venezolanos viajan a Estados Unidos para denunciar el terrible ecocidio del Arco Minero, y otros venezolanos viajan a España para denunciar el terrible ecocidio del Arco Minero, pero cuando llegaron a Venezuela, esos venezolanos malgastaron miles de litros de agua potable, para llenar las piscinas y celebrar los cumpleaños de sus malcriados hijos, pero aunque los padres de los carajitos llegaron hasta la superficie de la Luna para denunciar el terrible ecocidio del Arco Minero, pues los padres de los carajitos fueron incapaces de reconocer los terribles ecocidios, que ellos mismos produjeron en Venezuela, y que inundaron hasta las superficies de los patios de sus casas venezolanas.

Somos hipócritas, somos cínicos, amamos nuestra doble moral, y por eso denunciamos los crímenes ambientales en un imaginario Arco Minero, que aunque lo compartimos por las redes sociales, nunca lo caminamos con los pies descalzos de aquellos fantasmales indígenas, que siguen viviendo bajo el cemento de nuestros zapatos, y aunque nosotros pisamos y pisamos sin respetar los tesoros ancestrales que estamos pisando y pisoteando, pues al final, serán los fantasmales indígenas quienes pisotearán la sangre del ecocidio venezolano.

La culpa no es del Arco Minero, la culpa no es del mango maduro, la culpa es de todos los venezolanos, la culpa es tan tuya como mía, la eterna culpa es nuestra.

Todos los venezolanos denunciamos el terrible ecocidio del Arco Minero, pero usted nunca recicla la basura que produce en su casa por los desechos sólidos consumidos, luego llega el camión del aseo, se lleva la basura a un relleno sanitario, se quema toda la basura en la madrugada y se produce metano, que es un gas de efecto invernadero que contamina el aire venezolano, pero usted sigue denunciando el terrible ecocidio cometido en el Arco Minero, para ocultar el hediondo ecocidio que usted solito produce por no reciclar los desechos sólidos.

Todos los venezolanos denunciamos el terrible ecocidio del Arco Minero, pero ayer usted fue a la ferretería y compró un bombillo incandescente para la sala de su casa, aunque el bombillo ahorrador de bajo consumo era más barato y duraba por más horas de uso prolongado, usted decidió comprar el tradicional e incandescente bombillo amarillo, porque usted está acostumbrado a iluminar su casa con la luz amarilla del bombillo incandescente, y porque usted está acostumbrado a seguir denunciando el ecocidio del Arco Minero, para ocultar el amarillento ecocidio que se comete en la incandescente sala de su propia casa.

Los venezolanos nunca ahorramos el agua potable, los venezolanos nunca ahorramos la energía eléctrica, los venezolanos nunca reciclamos los residuos sólidos urbanos, pero los venezolanos siempre denunciamos el terrible ecocidio del Arco Minero en Venezuela, que es la negativa consecuencia ecológica de un país donde sus habitantes no conocen la Educación Ambiental, y por ende, los venezolanos no reciclan nada, no ahorran nada, no cuidan sus recursos naturales.

Hermanos, vamos a leer la cita bíblica en el Evangelio de Mateo, capítulo 7 versículos del 3 al 5, para saber que Jesús dijo las siguientes palabras:

"¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo?

¿O como dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, si la viga está en el ojo tuyo?

¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano"

Sin lugar a dudas, yo creo que Jesús hoy les diría a los venezolanos:

¿Y por qué miras la paja de tu hermano en el Arco Minero, y no miras primero la viga del ecocidio que cometes en tu propia casa?

¡Hipócritas venezolanos! Primero reciclen la basura de sus casas, primero ahorren el agua potable y primero ahorren la energía eléctrica, y entonces realmente serán ciudadanos cristianamente ecológicos, que podrán denunciar el ecocidio del Arco Minero en Venezuela.

Mis queridos lectores venezolanos, la próxima vez que piensen en denunciar el terrible ecocidio del Arco Minero, mejor piensen qué hicieron con los cartones de huevos de sus casas, porque es muy probable que los vertieron a la basura sin reciclarlos, y mezclaron los cartones de huevos con el plástico de la botella de Coca-Cola, la peligrosa lata de sardinas la mezclaron con el papel del pan salado, y el vidrio de la mayonesa lo mezclaron con tres dañadas pilas alcalinas, para que las enfermedades respiratorias y dermatológicas nos sigan intoxicando.

Mis queridos hermanos venezolanos, la próxima vez que piensen en denunciar el terrible ecocidio del Arco Minero, mejor piensen primero si cerraron bien la llave del lavamanos en el baño, mejor piensen primero si apagaron el televisor del cuarto antes de dormir por la noche, mejor piensen si de verdad están protegiendo los recursos naturales de sus comunidades venezolanas, y mejor piensen si de verdad tienen la suficiente inyección de integridad moral en sus vidas, como para denunciar un supuesto ecocidio llamado Arco Minero.

Denunciamos el ecocidio del Arco Minero, mientras los venezolanos tiramos basura en las turbias playas de Falcón, mientras los venezolanos tiramos basura en las heladas montañas de Mérida, mientras los venezolanos echamos pesticidas para matar a los mosquitos de la Gran Sabana, y mientras los venezolanos tiramos toneladas de basura mundana en el Lago de Maracaibo.

Querido compatriota venezolano, el peor ecocidio venezolano se encuentra debajo de tus pies, en frente de tus narices, y por encima de tus ojos.

Querido compatriota venezolano, el peor ecocidio venezolano no es el Arco Minero, porque el peor ecocidio venezolano es tu casa, tu oficina, tu carro.

Querido compatriota venezolano, no culpes a otros de tus propios pecados en la vida, aprende a reconocer tus errores, y confía en Dios para ver la luz del sol.

Por desgracia, el Arco Minero es un tema altamente politizado dentro y fuera de Venezuela, lo cual ha generado un clima de desinformación en gran parte de la colectividad venezolana y extranjera, porque los medios privados capitalistas que hoy denuncian el terrible ecocidio del Arco Minero, son los mismos medios privados capitalistas que se quedaron callados y no denunciaron, el terrible ecocidio cometido por las carreras Fun Race 4x4 en el Parque Nacional Canaima, siendo el canal de televisión Globovisión, uno de los principales medios venezolanos que popularizó el éxito de esas viles carreras en Venezuela.

El ecocidio cometido por las famosas carreras Fun Race 4x4, fue un ecocidio de muchísima mayor magnitud, que el actual ecocidio cometido por el gobierno en el Arco Minero, ya que en las divertidas carreras Fun Race no hubo el corrupto interés geopolítico de por medio para perpetrar la destrucción ambiental, siendo nuestro pueblo venezolano el que conscientemente decidió destruir la capa vegetal del Parque Canaima, y siendo nuestro pueblo venezolano el que libremente decidió contaminar los sagrados recursos naturales de sus hermanos indígenas venezolanos, solo para ganar una rústica competencia automotora llena de adrenalina en cuatro ruedas, que claramente nos demostró la falta de Educación Ambiental y el desarraigo cultural de la tonta ciudadanía venezolana.

Sin embargo, los oficialistas defienden a capa y espada el fabuloso Arco Minero, y los opositores repudian a capa y espada el perverso Arco Minero.

Aunque los oficialistas y los opositores realmente no saben qué es un arco, no saben qué es la minería y no saben qué es el ecocidio, es por pura ignorancia, por purísimo adoctrinamiento mental y por purísima mediocridad existencial, que los socialistas venezolanos defenderán todas las flechas lanzadas en el Arco Minero, y los escuálidos venezolanos repudiarán todas las flechas lanzadas en el mismo Arco Minero.

Entre dimes y diretes, los socialistas que glorifican el Arco Minero, siguen sin reciclar los cartones de huevos de sus casas, y los opositores que repudian el perverso Arco Minero, siguen sin reciclar las peligrosas latas de atunes enlatados.

Como periodista, yo llevo más de 10 años denunciando anualmente los peores ecocidios cometidos en todas las regiones latinoamericanas, y hoy puedo asegurar que los peores ecocidios no nacen en el deforestado Gran Chaco Paraguayo, no nacen en la extensa Amazonía brasileña, y no nacen en el gran Arco Minero venezolano.

Los verdaderos ecocidios latinoamericanos nacen en nuestras propias ciudades latinoamericanas, porque basta con salir a las calles hispanas para ver muchísimos delitos ambientales que nadie denuncia, siendo la impunidad y la indiferencia, los dos cartuchos de pólvora que encenderán el minúsculo atropello ecológico, que se convertirá en el mayor ecocidio de Hispanoamérica.

Ambientalistas, líderes sociales y defensores de los derechos humanos, exigen que el gobierno venezolano detenga el ecocidio del Proyecto Arco Minero.

Pero de cierto os digo, que esos supuestos ambientalistas, esos supuestos líderes sociales y esos supuestos defensores de los derechos humanos, son incapaces de compartir un pedazo de pan dulce con los vagabundos, que deambulan en frente de las casas de los ambientalistas, de los líderes y de los defensores del cinismo.

La colosal flecha del Arco Minero no se puede frenar ni con artículos, ni con documentales, ni con canciones, ni recolectando firmas, ni con la intervención de organismos internacionales, ni prendiéndole una velita a San Nicodemo.

La única forma de frenar los ecocidios en el territorio de Venezuela, es mediante la aplicación de la temprana Educación Ambiental en los colegios públicos y privados de nuestro país, para que los niños y adolescentes que serán los futuros gobernantes venezolanos, tengan desde la infancia la suficiente conciencia ambiental en sus nobles corazones y en sus nobles cerebros, como para rechazar abiertamente todos los corruptos y ecocidas megaproyectos mineros, que destruyen los sacros recursos naturales del territorio venezolano.

Pero si seguimos destruyendo la educación de los jóvenes venezolanos, enseñándoles la suciedad del Inglés en los pizarrones del salón de clases, en vez de enseñarles la limpieza de la Ecología en la plaza Bolívar de sus comunidades, pues nuestros niños venezolanos serán gordinflones y bigotudos parásitos de la Humanidad, que en el futuro defenderán los ecocidios como el del Arco Minero.

Seamos sinceros, con Arco Minero o sin Arco Minero, la gran crisis económica en Venezuela seguirá arqueándonos los cojones, porque los ricos venezolanos serán más ricos, porque los pobres venezolanos serán más pobres, y porque los políticos venezolanos siempre serán más corruptos, más mentirosos y más viles.

Aunque yo me considero apolítico, quiero destacar que el gobierno venezolano que supuestamente comete ecocidio con su Arco Minero, es el mismo gobierno revolucionario que le devolvió la Piedra Kueka a nuestro pueblo indígena Pemón, después de que la cuarta república venezolana usó su capitalista mano peluda a finales del siglo XX, para venderle la ancestral piedra del pueblo Pemón a los genocidas alemanes, y si no hubiera sido por el socialismo venezolano del siglo XXI que viene dignificando a nuestros pueblos originarios, pues la revolucionaria piedra aborigen jamás hubiera regresado a su casa criolla.

Para complementar visualmente el texto periodístico presentado, para que el pueblo venezolano aprenda a pensar soberanamente, y para que todos comprendamos el significado del ecocidio, hoy voy a compartir un reportaje subido a Youtube, y que ustedes pueden reproducir en el siguiente hipervínculo:

https://youtu.be/rugxFzYiB8E

Querido compatriota venezolano, hoy recicle el cartón de huevos, adopte a un perro de la calle, lea la Santa Biblia y sea feliz en la vida.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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