Prensa: Nuevas tecnologías, viejas mañas de manipulación

Si algo ha evolucionado de la mano del avance del capitalismo, pasando por el liberalismo y el neoliberalismo, son los denominados medios de comunicación social. Estas poderosas herramientas de propaganda y forjadoras de matrices de opinión, son las armas principales del sostenimiento de dicho modelo económico.

Aunque el surgimiento de la prensa escrita se remonta al año 1450, los primeros medios impresos tienen su verdadero auge en el período mercantil, coincidiendo con el comienzo de las invasiones y genocidios en los territorios recientemente “descubiertos” por una Europa sedienta de riquezas. Basta con leer algunas crónicas y relatos históricos para constatar la deshumanización de los habitantes originarios de esas tierras, tildándolos de salvajes y carentes de almas, envileciendo sus características físicas diferentes a las europeas, como el color de la piel o sus rasgos faciales para justificar, ante la opinión pública y al amparo de ventajas tecnológicas bélicas, su desaparición física y el saqueo de sus riquezas, siendo estos mismos asesinos, los encargados de escribir la historia, por supuesto desde la perspectiva de los triunfadores.

La imprenta dio pie a la proliferación de las primeras gacetas y periódicos, este invento, adjudicado a Gutenberg, significó una verdadera revolución cultural pues logró masificar la información escrita y popularizó la lectura en lengua vulgar y no en latín. La naciente burguesía, surgida del advenimiento de la Revolución Industrial, no pasó desapercibida esa coyuntura y logró convertirla en un negocio propagandístico y publicitario, desde entonces prevalece como línea editorial los intereses económicos de los patrocinadores. Hasta es sol de hoy, la forma más eficiente de acabar con un medio de comunicación es el retiro de las pautas publicitarias.

Durante el origen de lo que se conoce como capitalismo clásico, ocurrió un hecho que confirma la visión que se tenía de los medios de comunicación usados como instrumento de manipulación, ese es el caso de la explosión del acorazado norteamericano USS Maine, frente a las costas cubanas el 15 de febrero de 1898, hecho que fue utilizado como detonante para que los Estados Unidos le declarara la guerra a España y adueñarse de Cuba. El suceso fue ampliamente divulgado por el New York Journal, propiedad de William Randolph Hearst, primer magnate de la gran prensa, con dos propósitos, primero, brindarle una excusa al gobierno de USA ante la opinión pública norteamericana para justificar la intervención militar en Cuba y el segundo, vender más periódicos. Esta práctica se convirtió en norma a escala mundial.

Con el auge de las tecnologías de información y comunicación, como accionantes del proceso de globalización capitalista, se ha elevado a la enésima potencia el poder manipulador de los grandes medios masivos transnacionales, quienes accionan esta poderosa maquinaria mediática para allanar el camino para guerras, golpes de estados, invasiones, embargos económicos y otras acciones de fuerza a países soberanos e independientes, por medio de la creación de falsos positivos ante la opinión pública de sus conciudadanos. Esto es fácil de constatar al echar un vistazo al tratamiento mediático que se le dan a casos como Venezuela, Bolivia y Ecuador en Latinoamérica, así como también a los hechos que se están desarrollan en Siria y otros países cercanos al Golfo Pérsico, donde Estados Unidos tiene muchos intereses económicos y políticos en juego.

*Periodista y docente


lumgonzalez@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2335 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter