Por supuesto que en Venezuela hay problemas de inseguridad y violencia urbana. Se trata de un fenómeno asociado a la desruralización y urbanización creciente de las sociedades tradicionales latinoamericanas. o, de manera más precisa en el diagnóstico, usando un enfoque marxista, de las expresiones más dramáticas de la descomposición campesina y la población agraria, que trae la implantación del capitalismo o del neoliberalismo salvaje, en épocas recientes de imposición a rajatabla del Consenso de Washington.
Como bien sabemos, antes de 1999, Venezuela fue sometida a los más estrictos esquemas de Ajuste económico y fiscal, monitoreados por el FMI, con las desastrozas consecuencias sociales correspondientes: hambre, miseria, desempleo, violencia social e inestabilidad política.
La violencia que se registra en los principales centros urbanos de Venezuela, son secuelas del radicalismo neoliberal decretado durante los años 90 del siglo XX, por las castas asociadas a la globalización.
Desde luego, la revolución bolivariana, tiene entre sus metas superar este flagelo. Su punto de referencia es la sociedad cubana, donde las tasas de violencia son mínimas, casi inexistentes, merced a los cambios propiciados por el socialismo.
La oposición escuálida, en su desespero politiquero por obtener unas pocas curules en la próxima Asamblea Legislativa, hace una vulgar manipulación de este problema, endilgandole al gobierno toda la culpa de las manifestaciones de violencia en las ciudades. Un periódico como El Nazional se dió la licencia de publicar recientemente en su primera página un montaje con la morgue de Caracas, utilizando fotografías añejas, dizque para realzar el fenómeno y evidenciar la responsabilidad gubernamental en las homicidios, asaltos, atracos y vandalismo en el Metro de Caracas.
Rápidamente la maniobra fue desenmascarada y hasta CNN se deslindó de este grotesco episodio, dada su evidente manipulación periodística, con claras consecuencias en la credibilidad de un medio con amplia circulación y trayectoria.
Manipular y meter miedo con las expresiones de violencia urbana es algo grotesco que solo se le ocurre a mentalidades enfermas y resentidas, como las de los jefazos de la oposición escuálida. Son incapaces de un análisis imparcial de estos hechos, propios de las sociedades de riesgo, y de presentar soluciones apropiadas o apoyar las que se han implementado por el gobierno bolivariano, como la reciente creación de la Policía Nacional, que en su funcionamiento ya está mostrando resultados concretos de control sobre los homicidios, atracos, asaltos y acciones criminales de grupos delincuenciales que brotan de franjas lumpenescas, verdadero foco de un hampa desclasada utilizada por la plutocracia para desarrollar las formas de un biopoder paralelo a las formas estatales de la democracia socialista, que avanza en una transición compleja y dificil por la formidable resistencia del rentismo capitalista, enquistado en la economía tradicional de la industria, la agricultura y las finanzas o en Fedecamaras y los otros gremios de un empresariado enamorado de la plusvalia como instrumento expoliador del excedente social.
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