Analizando la última crisis con Colombia, como venezolano he llegado a la
conclusión de que Venezuela debe cerrar la frontera y romper las relaciones
diplomáticas y económicas en Colombia.
A esta conclusión he llegado después de reflexionar sobre la siguiente
pregunta: ¿Qué hemos obtenido los venezolanos de esas relaciones en los
últimos 30 años?
Nuestros gobiernos, independientemente del signo ideológico, han prestado
siempre su apoyo solidario para tratar de que se resuelva la guerra civil
colombiana. Desde las actividades mediadoras de Carlos Andrés Pérez y de
Chávez, hasta el abrigo fraternal a las movilizaciones masivas de refugiados
en nuestro territorio.
¿Y qué hemos obtenido a cambio?: Agresiones y muerte. El ELN, las FARC, los
paramilitares de derecha y hasta las mismas fuerzas regulares, asesinando
cobardemente en nuestro suelo patrio a miembros de la fuerza armada
venezolana, e incluso a profesionales de PDVSA desarmados; secuestrando,
asesinando y cobrando “vacuna” a nuestros productores agrícolas;
torturando y asesinando a centenares de dirigentes campesinos venezolanos;
provocando militarmente a nuestro país, como en el caso de la corbeta Caldas;
desprestigiando ante el mundo a nuestro pueblo y a nuestros gobiernos. En fin,
despreciando nuestro apoyo y violando descaradamente nuestra soberanía.
Hemos llegado al colmo de tener que instalar tres teatros de operaciones
militares en nuestras fronteras, con miles de efectivos y cuantiosos equipo
para protegernos de la violencia vecina. Creo que ese caso es único en el
mundo.
Hemos tenido el pendejo subido. Creo que ya esta bien de tanto abuso, y si en
el pasado no tuvimos estadistas que pensaran primero en Venezuela, ya es hora
de ir haciéndolo.
Y es que, pensándolo bien, una actual ruptura de relaciones con Colombia y
cierre de fronteras, condicionando su vuelta a la normalidad al fin de la
guerra civil y a la eliminación del narcotráfico, nos traería sustanciales
beneficios.
Beneficios de una ruptura de relaciones
En primer lugar, se disminuiría sustancialmente el índice delictivo de
crímenes mayores en nuestro país, que ha crecido casi exponencialmente en
las últimas décadas como consecuencia de la penetración de la droga
colombiana. Aquí en verdad no se roba por comida, como lo hizo el famoso
personaje Jean Valjean. En Venezuela los delincuentes roban y matan para
comprar droga, droga colombiana.
Son miles los muertos, la mayoría jóvenes, los que se contabilizan por esa
causa. Además, no hay que olvidar que Uribe ha sido señalado como una ficha
del narco tráfico. Según la traducción que hace aporrea.org de un artículo
publicado el 6 de Agosto de 2004 por la revista Newsweek, se lee que en un
documento desclasificado de CIA que aparece lo siguiente: "Álvaro Uribe
político colombiano y senador dedicado a la colaboración con el cartel de
Medellín en los altos niveles del gobierno. Uribe se vinculó a un negocio
involucrado en las actividades de los narcóticos en los Estados Unidos....
Uribe ha trabajado para el cartel de Medellín y ha sido un amigo íntimo de
Pablo Escobar Gaviria"..”El informe lo obtuvo el Archivo de Seguridad
Nacional, un grupo no gubernamental de investigación con sede en
Washington”
Y eso parece ser cierto. Porque ¿Quiénes heredaron el negocio de la droga en
Colombia después de la desaparición de Pablo Escobar, Rodríguez Gacha, los
hermanos Orejuela, que es tan o más grande que antes? La respuesta es obvia.
Los que dominan el estado colombiano. Ahora sin carteles ni divos.
En segundo lugar, se ayudaría a reactivar la economía nacional. En efecto,
gracias a la política neoliberal de apertura del segundo gobierno de Carlos
Andrés, la mayoría de las empresas transnacionales que poseían factorías
en nuestro país se mudaron a Colombia. Para ellas era más conveniente tener
una sola planta allá y atender el mercado andino, que tener plantas en
Ecuador, Colombia, Venezuela y a veces, hasta en Perú, disminuyendo en forma
importante sus costos marginales y aumentando sus ganancias a costa del
desempleo nacional. En una entrevista televisiva a un analista colombiano,
éste expresaba que más de 500.000 personas debían su puesto de trabajo al
comercio con Venezuela. No avalo la cifra, pero centenares de miles de esos
puestos de trabajo deberían estar hoy en Venezuela. Además, eso no es
problema para Colombia, según lo expresó ayer 17 de enero su vicepresidente
Santos.
En tercer lugar, se cortaría de raíz esa enorme migración ilegal que hemos
venido padeciendo desde hace décadas, que ya suma millones de personas y que ha impactado negativamente en nuestra economía.
Hay muchísimas razones adicionales que justifican una medida de este tipo,
pero sin duda la más importante de ellas, es la de servir de freno a los
futuros intentos de ocupación militar de nuestro territorio planificados por
Estados Unidos.
El objetivo norteamericano
En efecto, el plan Colombia fue diseñado con un objetivo estratégico en
mente: la ocupación de nuestras riquezas petroleras por parte de Estados
Unidos. La vía para lograrlo es estimular artificialmente un conflicto entre
Colombia y Venezuela. Vía que ahora adquiere más vigencia, una vez
fracasados los intentos de instalar un gobierno títere en Venezuela mediante
el golpe de abril del 2002, el paro petrolero, la guarimba, la contratación
de paramilitares colombianos y el referéndum revocatorio.
Para entender la conducta de la dirigencia norteamericana hay que comprender
como opera esa sociedad norteamericana. Existe una burocracia política que se
ha apropiado el poder de esa gran nación y que se mantiene en él gracias al
chantaje que produce la magnificación de situaciones conflictivas con el
exterior. ¿De qué otra forma se explica la presencia de Bush y Rice en ese
gobierno? Y como su mantenimiento en el poder se logra por la opinión del
elector a la hora de votar, han secuestrado de hecho a los principales
formadores de opinión de su país, los medios de comunicación social, para
que presenten la realidad que esa burocracia asesina quiere para justificar
sus acciones.
Lo que hace que sea realmente muy sencillo conocer sus planes. Basta leer su
prensa.
Por ejemplo el 17 de enero, en una noticia comentando un artículo publicado
en The Washington Post, se expresaba que: "En Venezuela, la respuesta del
presidente Hugo Chávez a su triunfo en un controvertido referendo revocatorio
ha sido tratar de eliminar la independencia de los medios y el Poder Judicial,
satanizar la oposición y establecer un control estatal sobre la economía".
Agrega Diehl que Chávez también ha aprovechando los elevados precios del
crudo para apoyar la dictadura de Fidel Castro y auspiciar movimientos
antidemocráticos en otros países. En Bolivia, con la ayuda financiera de
Chávez, depusieron a un presidente democrático mediante violentas
manifestaciones, afirma Diehl.”
Y el 18 de enero, ante al Senado norteamericano la Rice expresaba que "Es
extremadamente desafortunado que el Gobierno de Chávez no haya sido
constructivo y tenemos que estar atentos y demostrar que conocemos las
dificultades que ese Gobierno está causando a sus vecinos"
Es decir, ya están preparando mentalmente a la opinión pública
norteamericana (sus electores) para una nueva agresión en contra de nuestro
país, y que vendrá, según lo expresado por la Rice, por los conflictos con
nuestros vecinos, es decir, con Colombia. Ya el libreto está escrito y el
veneno está inyectado en la opinión pública.
¿Cuándo lo ejecutarán? Quien sabe. Parece que por ahora no. Uno de los
títeres de USA, el cholo Toledo se ha prestado de mediador para amortiguar el
conflicto. Se infiere que a Estados Unidos no les interesa que se rompan ahora
las relaciones, por que si eso sucede, se les haría más difícil montar
cualquier provocación en el futuro.
Opino que para neutralizar esa estrategia hay que tener una política exterior
muy agresiva y muy clara en sus objetivos. Por ejemplo, acudiendo Corte
Internacional de La Haya, como lo propone el Gral. Muller Rojas, además de
tener una profunda política de comunicación que cope la comunidad
internacional y sobre todo, que le de luces al gran elector norteamericano. La
experiencia de Vietnam fue muy valiosa y demostró que para derrotar al
fascismo norteamericano hay que hacerlo en su suelo a través de una amplia
política de explicación.
Es posible que ante el planteamiento de romper relaciones algunos supuestos
"humanistas" muestren cara de horror. Esos son verdaderos fariseos. Estoy
convencido de que si hubiesen roto las relaciones hace unos 30 años, cuando
surgió el narcotráfico y la guerra civil comenzó a afectar a Venezuela, la
propia Colombia, en defensa de sus propios hubiese comenzado a transitar el
camino de la paz y a eliminar el narcotráfico.
A Venezuela le interesa sobremanera tener unas armoniosas relaciones de buen
vecino con una hermana república que viva en paz, que en definitiva lo único
que pueden traer es progreso para nuestros pueblos.
Lamentablemente existe un elemento extremadamente perturbador en nuestro
país, una cohorte de vendepatrias, que apoyan en forma vergonzosa al imperio
y a su lacayo, el gobierno colombiano, y que puede ser un factor muy peligroso
en el deseo de nuestro país de alcanzar la soberanía y el desarrollo y que
debe ser extirpada ideológicamente.
¿Por qué hay venezolanos que se prestan a tan miserable papel? La respuesta
es muy sencilla. Parten del hecho de que el poder norteamericano es tan grande
que basta por sí solo para sostenerlos en el poder local. Vana ilusión. No
se han dado cuenta que las condiciones cambiaron. Venezuela ha crecido. Pasó
de tres millones de habitantes en los años 30 a más de 25 millones en la
actualidad. Igual sucedió con América Latina que pasó de poco más de 100
millones a más de 500 millones de habitantes en el mismo período. Mucha
harina para tan poca saliva. Ya no basta con el apoyo norteamericano para
sostenerse en el poder.
Es vital para nuestra soberanía aplastar el intento de estos vendepatrias de
asimilar el conflicto con Colombia a nuestra lucha política interna. No se
trata de escuálidos contra chavistas. Se trata de defender nuestro petróleo.
Son dos cosas totalmente distintas. Pero la CIA se maneja bien.
Es extremadamente sospechoso que paralelamente al caso Granda, la Rice diera esas declaraciones imperiales, The Washington Post ordenara una ofensiva contra Venezuela, se publiquen libros y artículos ensalzando las tesis
neocoloniales de Rómulo Betancourt, las estaciones de radio y televisión, a
través de miserables comentaristas y entrevistadores defiendan a capa y
espada la posición colombo-norteamericana, se anuncien acciones de calle,
etc., entre otros eventos, muchos de ellos dirigidos por tránsfugas de la
izquierda que en su momento fueron acusados de trabajar para la CIA.
A esto hay que darle un parao. No hay otra.