Enero arrancó full chola. Era de prever que los bloques antagónicos en pugna fueran traduciendo sus visiones y planes estratégicos al plano de lo concreto, al difícil arte de la táctica.
Una vez más, el Comandante en Jefe va explorando en la punta de vanguardia, el cabrestero que guía y conduce este particular proceso revolucionario ha tomado en sus propias manos la dirección de la marcha.
La lucha por la dignificación de nuestro Pueblo Pobre ha sido encabezada por la precaria situación de los damnificados que dejaron las lluvias de noviembre y diciembre, enfocando este duro problema social, no desde el tradicional asistencialismo estatal, sino que jalando las causas históricas que en la explotación, la opresión y la exclusión encuentran los orígenes de la pobreza estructural que aún se impone por campos y ciudades de nuestra Patria. Una vez más la lucha por la Dignidad cabalga briosa.
El tema de la vivienda ha cobrado notoriedad mediática, y se va transformando en un tema político. Aquí hay un avance que trasciende el economicismo, y es el protagonismo que van adquiriendo los movimientos sociales en la justa lucha por sus reivindicaciones. Tanto el movimiento de los pobladores, como los pequeños pasos de las familias estafadas que van agrupándose, logran quebrar los límites inmediatos de la demanda. Se politizan en la medida que van al meollo del asunto… no se trata meramente de unos bandidos que estafan a través de la construcción y venta de viviendas, es el maldito capitalismo bastardo y parasitario que aún respira holgado en nuestra Venezuela bolivariana, quien impone su lógica de acumulación y reproducción salvaje del capital, en un sistema de redes y complicidades que comienza a ser descubierto y develado. Ello lleva a la necesaria politización de amplios sectores populares y de las clases medias, que hasta ahora navegaban en los márgenes de la acción política formal, sin mayor presencia en el escenario político, y más bien víctimas del “apoliticismo” que impone la virtualización del quehacer a través de plataformas mediáticas.
El tercer elemento que va dando rostro a la repolitización, Repolarización y reagrupamiento es la lucha en contra del latifundio, la lucha por la tierra, por la urgente soberanía alimentaria que asegure la retaguardia estratégica de la Revolución bolivariana.
La irrupción del Estado nacional en el Sur del Lago, abre una brecha por donde es necesario concentrar fuerzas y esfuerzos mancomunados entre el movimiento campesino revolucionario, el movimiento popular en general y el gobierno nacional, para romper los muros de la dominación oligárquico-feudal que persiste en esa zona del país.
El Sur del Lago es un vasto territorio dominado por una retrógrada y bastarda burguesía. Ejemplo de ello son los Melean y los Palmar, así como otras “destacadas” familias que controlan la agro producción esclavista-feudal-capitalista y que en su afán “antichavista” se asociaron con el narcotráfico colombiano y sus mercenarios. Estos últimos, al igual que al Estado Colombiano, se le fueron de las manos e instalaron en el Sur del Lago y en otras áreas del Zulia, Mérida y Táchira un Estado paralelo, en el cual han puesto a su servicio a las policías municipales y regionales, dominan y controlan el contrabando, las redes de prostitución, las salas de juego. Pero han ido más allá. Someten a los propios ganaderos de mediano tamaño que fueron seducidos por el “anticomunismo”, a los pequeños y medianos comerciantes, hasta los buhoneros, los vendedores de jugo de naranja y cualquiera que haga vida en la zona es azotado por el cobro de vacuna, que además de representar una vigorosa fuente de ingresos expone ante la sociedad el poder y la impunidad de estas mafias y sus mercenarios.
La lucha por el poder en el Sur del Lago recién comienza. Habremos de esperar una radicalización de las acciones de la burguesía agroindustrial, de sus mafias y de sus mercenarios (son paramilitares allá en Colombia). Una vez más, está en manos del pueblo consiente, movilizado y organizado la posibilidad de avanzar consolidando. En esta dura batalla, la alianza pueblo-FANB es de vital importancia, así como la actuación decidida y la permanencia del estado y sus instituciones. Sólo unificando estos tres elementos, Pueblo-FANB-gobierno y estado podremos derrotar a un poderoso enemigo que no claudicará en sus intenciones de prolongar su dominación, y de hacer de esta parte del territorio un bastión contrarrevolucionario de proyección estratégica.
Por último vale mencionar el viraje que se le está imprimiendo al PSUV. Las 3 R2 y Las cinco Líneas Estratégicas de Acción Política deben ser no sólo estudiadas y valoradas en su justa dimensión, sino que además, deben convertirse en el piso de la elaboración colectiva de la militancia psuvista. Basta ya de entender los lineamientos como un techo. El protagonismo al cual se convoca en la voz y la palabra del propio Comandante en Jefe, nos exige un mayor grado de compromiso en la elaboración y la ejecución de la política revolucionaria, debemos erradicar la cómoda y dañina praxis que entiende a los militantes como meras correas de transmisión de la política. Es con la interpelación del pueblo pobre, y de los propios militantes como partes del mismo, que se enriquecerá la política revolucionaria.
¿Y la contrarrevolución…?
Nuestra antipopular y antipatriótica contrarrevolución no ha logrado tomarle el pulso aún a la coyuntura. Han quedado fuera de base con la respuesta presidencial al tema de los damnificados primero, asunto que quisieron obviar suponiendo que quedaría rápidamente relegado de los titulares de prensa o en el mejor de los casos que se revertiría en contra de la Revolución apostando a que los cinco molinos le echaran una ayudadita divina (burocratismo, corrupción, ineficiencia, ineficacia y reformismo).
Pero el Comandante-Presidente tomó el toro por los cachos y convirtió este en un asunto por la dignidad nacional.
La contra y la jerarquía de la Iglesia Católica no tuvieron respuesta se manearon. Ni siquiera sus reflejos condicionados fueron capaces de ofrecer limosnas o asistencialismo barato. Quedaron totalmente por fuera.
En el Tema de las estafas inmobiliarias son incapaces de manifestarse ya que se estarían auto inculpando, y ello podría terminar en escandalosos divorcios. La culpa les persigue y no hay confesión que les purifique el alma.
En el Sur del Lago apostaron a la “valentía” de “Chucho” Melean, pero el anciano “corleone” ya está demasiado cansado de su guerra con los Palmar, y optó sabia y pragmáticamente por colgar el letrero “se vende” en la puerta de sus propiedades. La contra se quedó sin héroes y la carne, la leche y el plátano de Miguelito Rodríguez, debe enfrentar sus lides con los cambios climáticos y no tanto con los “sacrificados productores” que “resisten a la tiranía”. Otra vez pelaron bolas.
El único espacio en que han podido dar alguna pelea es en la Asamblea Nacional. Pero allí también las reglas del juego les tienen desconcertados. No acaban de entender como lidiar allí cuando el Comandante-Presidente les mete un Home run en ocasión a la entrega de memoria y cuenta. El Presidente los enrostra, les conmina a la “lucha política”, a declararse partidarios de algún proyecto (que bien esconden), a debatir y a dialogar. Otra vez no saben como reaccionar. Quedan desnuditos con sólo su furibundo fascismo a flor de piel.
De la marcha-concentración del 23 de enero en la Francisco de Miranda mejor ni hablar. Estaban más solos que la una.
Todos sabemos que no hay diálogo posible, que la nuestra es una guerra implacable de carácter social y nacional, pero ellos no se atreven a declararlo abiertamente. Ello implicaría reconocer el mar de contradicciones que les asfixian, ¿hablar de modelo económico? ¿De políticas sociales? ¿De política internacional? Nuestra contrarrevolución sufre en su laberinto y sólo reacciona a través de los instrumentos desgastados de los medios de comunicación, de los gremios empresariales, de la jerarquía de la Iglesia Católica.
Sin embargo están allí, al acecho. El partido es largo y falta mucha agua por correr, pero hasta los momentos no logran tomarle el pulso a la dinámica política y el Presidente a la ofensiva y sin descanso.
Algunas Reflexiones en torno a las cinco líneas estratégicas:
1.- Transitar de “la cultura capitalista” a “la militancia socialista”.
Es un lineamiento que tiene un fuerte contenido valórico-cultural e ideológico. Se trata de ir modelando desde la vida diaria de los revolucionarios y las revolucionarias una nueva ética que concrete la síntesis y la cohesión entre el discurso público y la práctica pública y privada. Ese distanciamiento que el Pueblo llano percibe entre los viejos vicios de la política burguesa que se reproducen en lo que debieran ser sus enterradores y sepultureros. Los revolucionarios debiéramos ser reflejo de una comunidad de valores que enaltezcan y proyecten la sociedad que pretendemos construir, aquella en la cual la solidaridad, la humildad, la sencillez, la consecuencia sean el pan diario. Claro que las subjetividades, las pasiones no caminan solas, de por sí. El amor, la cadena de afectos debe ir acompañada de la razón, de la conciencia política, que es el elemento ideológico que forja revoluciones y por lo tanto a los y las revolucionarias.
Este proceso de tránsito a la “militancia socialista” es parte del aprendizaje que la propia lucha de clases deja a los trabajadores, a los campesinos, a los estudiantes, pobladores y sectores de las clases medias que asumen en la Revolución bolivariana el camino de la liberación social y nacional.
Uno de los elementos más crudos que resistirá este tránsito, es el patrón de consumo que nos caracteriza, y que se ha convertido en uno de los instrumentos que mayores efectos en cuanto a la alienación que sufren amplias franjas de nuestro Pueblo. Consumismo, despilfarro, asenso social, son parte de los síntomas de una enfermedad que disminuye el potencial revolucionario de nuestro pueblo y que se exhibe a diario en pretendidos dirigentes revolucionarios.
Desterrar el egocentrismo, la pomposidad, el arribismo. La enajenante cultura del “sábado sensacional” con sus baratijas encandilantes. Basta ya de imitar la estética de nuestra bastarda burguesía con sus Whiskies añejos, de sus camionetotas y ropas de marca. El Pueblo Pobre no es sinónimo de vulgaridad. Los militantes socialistas deben sentirse parte del Pueblo descalzo, de esa marejada de gente humilde que hace a los y las venezolanas que hicieron suya la lucha por la dignidad que Comanda Hugo Chávez.
2.- Convertir a la maquinaria en un partido-movimiento al servicio de las luchas del pueblo.
El Partido maquinaria ha permitido ganar procesos electorales como es sabido, pero el daño que ha reproducido en la relación con el Pueblo es gigantesco. El clientelismo, el asistencialismo, el paternalismo campean por doquier. El Pueblo Pobre es visto, no sólo, como objeto de la política y no el sujeto, sino que se le manipula en función de intereses particulares de funcionaros que aspiran a alcanzar o mantener espacios de poder formal. Esos intereses individuales o grupales, ni siquiera representan corrientes político-ideológicas, no tienen más sustento que intereses económicos de facciones oligárquicas locales o regionales, como de vivir y consolidarse en la formalidad del poder.
Transformar la maquinaria en Partido-Movimiento encontrará fuerte resistencia de estos espacios de poder locales y regionales, y pasará por un profundo proceso de revolución ideológico-cultural que permita hacer de los movimientos sociales sujetos políticos y del Pueblo Pobre el sujeto histórico de la revolución bolivariana.
Ligar las demandas populares, las de carácter reivindicativo y encadenarlas con las de carácter político pasa a ser un tema central. Es el proceso en el cual el partido se hace vanguardia real, no meramente formal. Es en la medida que legitima su liderazgo en la representación de los intereses populares que va forjándose como instrumento político revolucionario. De allí emergen sus rostros, sus voces en la relación permanente con la base social.
Tendremos dos ritmos y mecánicas en este proceso, de una parte representar las demandas populares en espacios geográfico-sociales gobernados por el chavismo y donde se producirán roces y contradicciones naturales, que habremos de zanjar con madurez y transparencia, en las cuales los que gobiernan deben aprender a “gobernar obedeciendo al Poder Popular”, y en aquellos espacios en que gobierna la contrarrevolución, donde la agudización de las contradicciones deberá acelerarse para develar los intereses de clase que representan los partidos políticos burgueses.
3.- Convertir al Partido en una poderosa maquinaria de propaganda, agitación y comunicación.
El Estado
mantiene una fuerte presencia a través de la propaganda, aunque esta muchas
veces imita los modelos de la propaganda burguesa, sobretodo en coyunturas
electorales. La propaganda revolucionaria debe generar y fortalecer la
consciencia política del Pueblo Pobre, debe combatir desde una óptica
contra-cultural al imaginario que la burguesía intenta anclar en el
subconsciente de nuestro Pueblo. La Propaganda debe necesariamente buscar su
raíz en los valores, en la estética y en la ética que aspiramos imponga la
revolución bolivariana. No puede basarse en los patrones del enemigo de clases.
Hasta la fecha la actividad del PSUV en cuanto Agitación y Propaganda pasa casi
inadvertida, salvo frases de dudoso provecho estratégico. Fue así como el “rojo
rojito” dejó de ser una respuesta traviesa y oportuna y rápidamente tranvistió
en un molde uniforme y absoluto. Uno de los elementos más vigorosos de la construcción
de fuerzas revolucionarias es el respeto y de defensa de la diversidad, la
misma que se expresa en subculturas locales, como la llanera o la oriental, por
mencionar algunas o en la variedad de colores que pintan la piel de nuestros
pueblos. Nuestra Revolución es plurinacional y multicultural, todo ello debe
reflejarse en una propaganda viva, ágil, seductora. El Partido debe crear una
política de Propaganda que afiance la identidad de los sujetos políticos y la
del sujeto histórico. Que sume lo singular, lo particular y lo general. La
inventiva, la audacia entrelazada con las tradiciones culturales y combativas
de nuestros Pueblos debe cobrar visibilidad. La propaganda no puede ser
sinónimo sólo de medios de comunicación nacionales, es una actividad
revolucionaria que arranca desde lo chiquito, con métodos tecnológicos
sofisticados, pero también con instrumentos sencillos y artesanales. Hay que
recordar siempre que estamos en esta orilla de la lucha de clases.
En cuanto a la agitación pasará a cobrar importancia en la medida que el partido sea efectivamente instrumento de las luchas populares. Que no mire a un costado cuando las luchas reivindicativas justas afecten algún interés “cercano” en lo político. En que el Partido abandone la pasividad y tome las calles, los campos y ciudades conscientizando, organizando y movilizando. Cuando comprenda a cabalidad de que las tesis postmodernas en boga, aquellas que suponen la política se zanja a través de las pantallas de televisión exclusivamente (o ahora Internet), sin menospreciar su influencia o potencialidad, tienen un claro contenido de clases; el burgués.
Los revolucionarios y revolucionarias somos combatientes urbanos o rurales en el día a día, esencialmente de infantería.
4.- El PSUV como plataforma para el desarrollo y fortalecimiento del Poder Popular.
El Poder Popular Socialista es para nosotros la piedra angular de la Revolución Bolivariana. Es desde esta nueva institucionalidad que emerge el Poder constituyente, aquel que habrá de suprimir al viejo estado oligárquico-burgués que aún impone su debilitada hegemonía. Sólo la construcción del PPS garantiza el triunfo definitivo de la lucha por la liberación social y nacional. Las nuevas relaciones sociales de producción se incuban allí en este espacio en el cual el Pueblo Pobre va cobrando su condición de sujeto histórico revolucionario. Los cambios culturales que emergen desde estos espacios y territorios geográficos, sociales y espirituales deben continuar su marcha forzada, irrumpiendo por los intersticios del estado dominante. Hasta el presente este proceso vive su desarrollo en medio del caos propio de lo nuevo, al calor de movimientos de alza y retroceso que no ha permitido desplegar toda su fuerza y potencialidad. Una de las causas de dichos rasgos “anárquicos” es la falta de presencia del Partido revolucionario como vanguardia de dicho proceso. La existencia de un Ministerio para las Comunas no puede garantizar el desarrollo del mismo, porque nace con una deficiencia endémica, que es su existencia en los marcos de la superestructura político-jurídica. El Poder Popular Socialista es un andamiaje que surge desde las bases populares, no puede ser impuesto “desde arriba”, por más buena voluntad que tenga el Ministerio. Si el Poder Popular surge de fórmulas formales e institucionales trae consigo el pecado original; es decir, que sus rasgos son impuestos por patrones metodológicos o “de manuales”, que lejos están de representar las condiciones particulares de las comunidades organizadas a las que se pretende “incorporar” al Poder Popular. Volvemos al tema de los números, como en el caso de los Consejos Comunales.
El PSUV debe involucrarse de lleno en la construcción del Poder Popular Socialista, y ello requiere un cambio de mentalidad que haga de la militancia socialista esa opción de vida irrenunciable que deben asumir los y las revolucionarias. Ello trasciende obviamente las coyunturas electorales y obliga a pensar y construir estratégicamente. A imaginarnos el Socialismo bolivariano en el territorio concreto poniendo las ideas y la praxis social en función de ello. Es el escalón más inmediato en la arquitectura que dibuja el futuro de la sociedad que vamos liberando.
5.- Constitución del Gran Polo Patriótico: una audaz política de Repolarización.
Es que el Gran Polo Patriótico debe ir mucho más allá de la Repolarización, entendida como la conformación del bloque histórico revolucionario. La Revolución Venezolana tiene entre sus grandes desafíos culminar el proceso de construcción nacional abandonado por la burguesía cipaya. El logro de ello depende en gran medida de construir la Unidad Nacional, y esta sólo puede materializarse en torno al Socialismo. Por primera vez después de la muerte del Libertador, Venezuela puede hacerse Nación rompiendo definitivamente con los lazos neocoloniales que arrastra desde entonces. Nación en el marco del continentalismo, Nación en marco del internacionalismo, no hay contradicción en ello.
Para la realización de esta tarea histórica pendiente, es necesario sumar a las grandes mayorías al proyecto de liberación social y nacional. Es por ello que la política de alianzas debe ser amplia, siempre y cuando, el sujeto histórico revolucionario mantenga la hegemonía. Nuestra Revolución es una necesidad histórica y tiene un alcance infinitamente mayor a su carácter de clase. Es la sobrevivencia de la humanidad la que está en juego, es la biodiversidad en su conjunto, que incluye al frágil y peligroso ser humano la que está en riesgo.
Nuestro proceso ha pecado de una lamentable tradición latinoamericana, la del sectarismo. Hemos sido torpes a la hora de sumar fuerzas, debido a una fragilidad ideológica que ha permitido la soberbia, la descalificación, el vanguardismo.
Los revolucionarios debemos expresar nuestra profunda y honesta autocrítica al respecto.
En esta coyuntura, la ampliación de la política se hace urgente debido a las elecciones del año 2012 ¿pero sólo así debe entenderse? Pensamos que no.
Qué es un imperativo estratégico forjar la unidad de los y las revolucionarias, para construir la Unidad Nacional en torno al Socialismo. Sólo así arrastraremos al camino de lo humano a amplios sectores de las clases medias envenenadas por la ideología contrarrevolucionaria, pero también sumaremos a los millones de pobres que debieran estar aquí y no lo están. Confundidos, enajenados, decepcionados, desilusionados, hastiados, cansados, lo que sea.
La política debe cobrar su sentido revolucionario, su sentido noble, dignificador, liberador. Ello necesariamente debe reconocer entonces, que somos un Pueblo fragmentado tanto por herencia del modelo capitalista de dominación, como por nuestros propios errores y falencias.
El Gran Polo Patriótico debe convertirse en la oportunidad de sumar geométricamente a las fuerzas populares, patrióticas, progresistas y revolucionarias. Nuestro proyecto histórico debe “correr” sus límites fronterizos hacia “afuera”, debe expandirse sin perder su condición natural. Para ello la fortaleza ideológico-cultural es esencial, la potenciación de su instrumento político, pero también la inclusión de otras organizaciones políticas y sobretodo sociales.
Si bien nuestro Pueblo está fragmentado orgánicamente, existen núcleos militantes a lo largo y ancho del País, ello es parte de los logros del Comandante en Jefe, hay revolucionarios organizados en cada rincón del País.
A todos y todas ellas se debe abrir el Gran Polo Patriótico. Debe convertirse en el esqueleto y en la masa corporal del gran Bloque Histórico revolucionario.
Ahora, la Unidad no es un mero ejercicio numérico. Con ella se estimula y se dinamiza la diversidad, se multiplican saberes y conocimientos, se enriquece la propuesta estratégica de la Revolución.
La Unidad Nacional en torno al Comandante en Jefe, es construir la Unidad Nacional en torno al Socialismo, lo que es en definitiva la Construcción de la Nación Venezolana.
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