La cagazón silenciosa

Las elites que hacen vida en la república, esas que son tildadas de “sociedad civil”, esas que son aludidas en las arengas opositoras como “los sectores comprometidos con el país”, tienen un comportamiento cíclico que es más o menos así: Cuando creen que tienen en tres y dos al Líder Comandante y la Revolución, son alzados, bravucones, autoritarios y golpistas, pero cuando se estrellan contra la dura realidad del proceso, se vuelven filosóficos, pseudo democráticos, dialogantes y motolitos.

Alguna vez, un tipo tenido por atinado llegó a casa de un amigo preguntando por unas llaves perdidas. Quienes estaban en la casa se pusieron en cambote a buscarlas y luego de un largo rato de infructuosa búsqueda desistieron. Tendré que regresar a donde las perdí, dijo el tipo ¿Donde sucedió? preguntaron varios sorprendidos. La respuesta: en el sótano de mi casa, lo que pasa es que aquí hay más luz. Particularmente le digo a Don José Vicente Rangel que no se requiere de la lámpara de Diógenes para dilucidar cuál de las dos posturas se corresponde con la naturaleza de tales sectores. Yo que dejé de ser pendejo hace tiempo, agrego que de esa Venezuela profunda a la que él apela para hallar a esos “interlocutores” es de la que Salió Chávez. Lo demás son “Frijolitos”.

Así por el estilo, el Líder Comandante tuvo que asumir la responsabilidad en el caso de la vivienda y las estafas inmobiliarias, porque no hubo gobernador o alcalde – con pocas excepciones - y mucho menos banco o constructora que lo hiciera. La jauría mediática, normalmente colérica y alborotada ante el menor desliz gubernamental, ocultó sistemáticamente cualquier reseña, noticia o información sobre el tema, porque tocaba los centros de la desestabilización en Venezuela. La clase media, ensartada por la voracidad capitalista, consigue en el Presidente al interlocutor y defensor de su derecho a la vivienda sin que le arranquen el alma. Del otro lado, uno de los más conspicuos representantes opositores los tildó de “Buscavidas”. A la sazón, los interlocutores parlamentarios de la derecha quisieron estrenar una nueva forma de inmunidad parlamentaria, abrogándosela como patente de corso, liberadora de pecados y extensible a familiares e inmuebles.

Las élites siempre van a estar coléricas en tanto la Revolución avance. Apelan a manuales golpistas como única vía para volver al poder y cuando el Pueblo los enfrenta, se chorrean. Es paradójico que una boda de esta elite, celebrada en República Dominicana, resultara en gente de la “sociedad civil” encolerizada y que la subsecuente cagazón fuese contenida por acción revolucionaria. Una responsabilidad asumida con eficiencia, sin distingos y con discreción. Esto último tal vez agradecido por más de uno que no quiere verse rebajado a ser un contagiado de cólera. Así es la Revolución, atiende por igual a los hermanos haitianos y a la “sociedad civil”.

Mientras tanto, en silencio, los interlocutores de la oposición escudriñan nuevos horizontes desestabilizadores, atormentados por el laxante candidatural para el 2012.

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Placido R. Delgado


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