“Arderé, pero ello no es otra cosa que un hecho. Ya seguiremos discutiendo en la eternidad”
“El Arte de Injuriar”, Jorge Luís Borges
Sabrán disculparme, camaradas, que tome parte de la sorna pestilente (talento para algunos doctos derechosos) de Rayma para opinar aquí. Lo hago no obstante las nauseas y el respeto que debo a las víctimas del extraño accidente en Amuay. A la caricaturista, es cortés no ofenderla pero hay que ser audaz para respetar su condición femenina. Sólo un innombrable trauma oculto puede explicar la secreción de tanto icor.
El simulacro de infierno, viene de los laboratorios opositores. Además de los nacionales, concurren a participar los mismos que ahora fustigan en todo el orbe con mentiras y manipulaciones, los acontecimientos en Siria. Llueve sobre mojado, sí pero ¿No es acaso ese mojapendejos pertinaz, el que mantiene empapado de disociación a una parte de la población? ¿No es esa alquimia, llamada por sus escolásticos “rumorología”, la que modela las percepciones de un grupo de maleables devotos?
Ahora atacan con gula carroñera ante la cifra de fallecidos y danzan como parcas ante el intríngulis de los sucesos. Por sus cámaras mortuorias desfilan jactanciosos los mismos meritócratas que no tuvieron problemas en echar por la borda 18 mil millones de dólares con golpes y paros. Se rasgan las vestiduras por las consecuencias para la economía, los mismos que paralizaron el parque industrial con un lockout y alientan guarimbas los mismos terroristas de antes. Las cabezas políticas de oposición aparecen con los mismos esquemas condenatorios hacia el Líder Comandante, el Gobierno y la Revolución.
Muchas veces uno quisiera drenar en estas páginas, la impotencia ante estos ciclos de bochinches o el tránsito intermitente de traición-perdón- impunidad- traición. Nos acercamos inexorablemente a un episodio clave en nuestra historia republicana con la jauría mediática exacerbada como nunca. Son públicas y notorias las pretensiones imperiales de adueñarse de la Amazonía, pues es su garantía de otros 200 años de dominación. La burguesía criolla es su caballería; los medios sus tambores de guerra.
Por si fuera poco, esos medios se abrogan una especie de fuero tribunalicio con facultad para condenar a priori nada menos que al Presidente. Ayer promovieron la matriz de que debe ser acusado de homicidio culposo.
Entonces ¿Quiénes simulan que el país esta prendido en toda su geografía? ¿Quiénes, luego de este tránsito, asumirán su responsabilidad ante el Pueblo, si esas llamas virtuales se tornan reales? La historia reciente nos da pistas. En el 2002 quisieron convertir esta tierra en infierno. Esos mismos medios presentaron como testimonio de una nueva etapa, los ladridos y maldiciones de cien demonios ebrios de sangre y odio. Cual caricaturas bochornosas, rubricaron la afrenta democrática con ínfulas de próceres.
Hay dolor y tristeza por los fallecidos, heridos, sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. La solidaridad y las condolencias se extienden por el país como aliciente. Sólo la derecha anda festiva, salivando ante el desastre, como si la tierra quemada les señalara el camino a Pandemónium.
Bien, simulen que están en un infierno. Anhelen una vez más que la paz y la esperanza sean barridas. Pero luego no se quejen de estar en un verdadero infierno cuando les demos la mayor demostración de vocación democrática y espíritu revolucionario.
De modo que, majunches, simulen que ardemos, pero ya nos veremos el 7 de Octubre.
placidordelgado@gmail.com