El 14 de febrero de 1825 el congreso del Perú tomo una decisión histórica que marcó uno de los hitos más relevantes de nuestros Libertadores: reconoció justamente el arrojo e integralidad en el combate del General Antonio José de Sucre al concederle a nuestro cumanés el título de Gran Mariscal de Ayacucho.
En la batalla, Sucre demostró la grandeza de los hombres que creen en la libertad, la justicia, la magnanimidad y la autodeterminación de los pueblos. En el combate, construyendo patria, recordó a sus soldados el honor de ser hijos de la tierra que los vio nacer, y el valor que significaba luchar por su libertad.
Antonio José llevo a la guerra a los más –y también a los menos- experimentados y elevó sus espíritus recordando a Bolívar en las arengas que precedieron la batalla. Bajo en números, respecto al ejército realista, el joven General sembró de glorias el campo de Ayacucho para sellar en esta batalla la libertad de la antigua América española.
No puede ser poco importante para nosotros este día de reconocimiento a la figura principal de la Juventud Patriótica Bolivariana, los que nos sabemos Hijos de Bolívar nos sentimos enteramente orgullosos de que a 186 años de la elevación de Sucre como Gran Mariscal de Ayacucho, Nuestra América cuente con una revolución aun independentista, pero ahora contra el imperialismo norteamericano.
Resuenan los sables de Ayacucho, el Gran Mariscal arenga a las tropas la dignidad de la Patria y el espíritu del Libertador para alimentar nuestra lucha. Viva Sucre, vivo, en la juventud venezolana.
(*) Militante PSUV