¿Usted quiere que Venezuela sea su “carro” de nuevo, Pran-Diputado?

“Para gobernar las cosas lo mejor es ser sobrio; ser sobrio equivale a ser previsivo; ser previsivo es prepararse y fortalecerse; estarlo es ser afortunado y eso proporciona una capacidad infinita”

Del Tao Te Ching.

Uno sabe que en las cárceles hay un inframundo, que es un mercado que rinde pingües beneficios para privados y privadores de libertad; que son trozos del Pandemónium. Las madres, sobre todo las pobres, piden constantemente que sus hijos no caigan en tentaciones que los lleven hasta allí. Las cárceles son representación de las miserias humanas; sea cual sea la razón por la cual una persona va a parar a ellas, es más seguro que salga dañado que redimido. En Venezuela, la cuarta república se encargó de aderezar esos recintos con todas las depravaciones de que fue y sigue siendo capaz. En ellas murieron muchos pobres esperando sentencia, pagaron culpas por demás, fueron condenados por una cultura mezquina que daba la espalda a esas mismas miserias que se vivían a diario en el rancho, en las escaleras, en el callejón. Era la injusticia generalizada flagelando a los más indefensos.

Ese era el “carro” que manejaban los pranes de la política puntofijista. Un país sumido en la más profunda desigualdad social, de donde surgieron azotes como cuñas del mismo palo, como cuervos ante la vista gorda de sus criadores. Irónica pero jamás casualmente, etiquetaron a los rebeldes con causa de “comunistas” como una extensión o sinónimo de malandro, como acicate para cometer todos los atropellos, todas las torturas y todas las desapariciones durante su ignominioso tiempo histórico.

Ayer preguntaba qué diferencia a alguien como “Oriente” de un representante de la cuarta república. Ambos contienen la misma impiedad, pero los segundos andan libres maquinando muertes y golpes, asistidos por la repugnante impunidad. William Ojeda dio unas declaraciones irresponsables pero reveladoras, pues pone en evidencia junto a otra serie de hechos sobre todo de carácter mediático, que se trata de un plan desestabilizador. Traigo de nuevo a colación Ruanda, cuyo corolario por la agitación de los medios privados de ese país africano fue un espantoso genocidio ¿Por fin entenderán todos y cada uno de los representantes de los poderes públicos, que en sus más mínimas indiferencias hacia esas desigualdades, se cuece la potencialidad de una matanza? Las mafias no involucionan dejándolas quietas. El hombre nuevo no nace de las reformas.

Sé que puedo estar entrando en terrenos especulativos, pero el plan continúa. Se busca agitar otros centros penitenciarios y debe haber otras aristas ¿Qué nuevo elemento entraría en acción si la agitación y caos se extendiesen a otras cárceles del país? ¿Se activarían los paramilitares regados en nuestra geografía? ¿Qué fase extraterritorial se pondría en marcha?

Dice Ismael García que haría tratos hasta con el diablo para acabar la revolución (esto no es taxativo, pero de eso se trata) y uno debe estar preparado más por los diablos que andan sueltos y no por los que están dentro del Rodeo II. Estos “honorables” chambelanes de la oligarquía, estos pitiyanquis disfrazados de nacionalistas sólo buscan el poder para desatar de nuevo las miserias a nombre del imperio que los subyuga.

coolthin@gmail.com


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Plácido R. Delgado


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