Poderosa la existencia. Insistente. Implacable. Ojalá un mayor número de seres humanos aprendamos a leer sus trazos, y a identificarnos como pequeñas piezas de un tablero en donde siempre habrá un nuevo juego. Pero hermoso y extraordinario el poder decir que colaboramos positivamente en la funcionalidad de los juegos por venir.
Pido a esa misma vida que le dé ocasión al Presidente Chávez de disfrutar plenamente su propia existencia, y ver cómo su acción histórica se expresa en ese pueblo venezolano y latinoamericano al que tanto ha amado, y con y por quien tanto ha hecho. Tal como fue posible para el indestructible compañero Fidel Castro. No merece menos su presencia mítica de guerrero extraordinario.
Yo, que me negué a especulaciones y rumores, sentí dolorosamente la contundencia de su declaración. Pero particularmente me dolió el mensaje que creo haber comprendido dentro de esta nueva jugada de la vida. Y aunque el mensaje va dirigido a él, y a esa pasión inmensa que ha rebosado los límites de nuestro propio país, creo que cualquier ser humano con un mínimo de evolución espiritual, debe hacerlo suyo: Sólo nos es dado observar y actuar en breves episodios, en donde podemos avanzar indiferentes a las múltiples jugadas, o ser partícipes en la comprensión y construcción de pequeños desenlaces.
A ti, Chávez, te ha sido posible, jugadas magistrales, jugadas nacidas de la comunión entre la acción y la memoria colectiva de un pueblo. Jugadas que cambiaron las reglas del juego.
Ahora comenzó tu tiempo y tu propia historia.
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