Se hunden las "nuevas universidades"

Las universidades politécnicas promocionadas por el gobierno nacional nacieron con un mal de origen: los investigadores no surgen por decreto, la cultura universitaria no la construyen cuadros politiqueros y/o amigos personales de los funcionarios que hoy ejercen el poder. Si el mal de la universidad colonizada que legó la llamada cuarta república hacía ya mella dentro de las universidades públicas y privadas del país, a finales del siglo pasado y comienzos del siglo veintiuno; no es difícil explicarnos la actual situación de precariedad que exhiben en materia de producción de conocimientos, todas las universidades del país, y en mayor medida, estas "nuevas universidades" que en manos de gestores politiqueros (no es posible emplear el término gerencia, a juzgar por los manejos no sólo mediocres sino también dolosos de los procesos de investigación universitaria).

Por otra parte, estas universidades nacen bajo la premisa de intubar los procesos de producción de conocimientos. Operando consciente y/o inconscientemente desde la universidad colonizada que critican, desconocen flagrantemente el proceso de evolución de la investigación científica. En virtud de su "omisión", los estudiantes se forman bajo un solo enfoque epistemológico, las perspectivas vivencialistas de producción de conocimiento. En consecuencia se ignora flagrantemente la formación experimental fundamentada en estudios empírico-inductivos, así como los enfoques racionalistas, que dicho sea de paso, son los que más producción de conocimientos científicos han hecho posible el desarrollo tecnológico de la humanidad. A todas estas formas de conocer la realidad ellos la califican como "signadas por el positivismo lógico ortodoxo".

Y es así como la discusión académica sobre estos temas cruciales, cede espacio a la discusión politiquera, a los choques entre "bandos" (incluso de la misma tolda política gobernante), como es el caso de la Universidad Politécnica Territorial de Los Altos Mirandinos "Cecilio Acosta", en donde la animosidad pública y notoria entre la vicerrectora académica y el resto de las autoridades de esta casa de estudio, se ha venido convirtiendo en una piedra de tranca para la generación de comunidades productoras de conocimiento científico; y en donde la obsesión por detentar el poder y fastidiar al contendor, se ha revertido en una pesadilla para el resto de la comunidad universitaria.

Este fenómeno de conflictividad intrascendente, de peleas por reparto de cuotas de poder que se le atribuía a personas que por lo general eran no letradas, (y con el que nosotros mismos hemos lidiado pacientemente cuando hemos trabajado en los consejos comunales) se replica también dentro de un conglomerado de individuos que se atornillan dentro de las instituciones del Estado con el único objetivo de resarcirse económicamente o resolver sus conflictos psicológicos de minusvalía. Y no señalo, indudablemente, choques clasistas que sí pude percibir al inicio del proceso bolivariano cuando el entonces presidente de la República, Hugo Chávez Frías, nos encomendó la tarea de incorporar en la educación universitaria a un enorme número de venezolanos. En estos días aciagos, por el contrario, las contiendas surgen dentro de una emergente clase social seudo revolucionaria que tiene acceso a ciertos beneficios que le confiere el poder, y asumiéndose "cuadros políticos revolucionarios", (y en no pocos casos sin ninguna o escasa formación ideológica) se dedican a activar conflictos personales en las instituciones del Estado.

Y nada de este pandemónium es desconocido por las autoridades ministeriales, que de seguro viven su propio pandemónium. Nunca olvido, por ejemplo, como una de estas autoridades de la UPTAMCA disertó ante de la mirada complaciente del entonces Director de Desarrollo Académico, Julio Valdez, sobre el concepto de «territorialidad» inherente a este tipo de universidades, haciendo alusión a la letra de la canción "Mi Jaragual" de Ismael Rivera para que la audiencia "comprendiera" el sentido del término. Ambigüedades discursivas, dificultades de orden sintáctico, tautologías, expresiones poco técnicas, poco académicas, frases hechas, efectistas, repetidas hasta la saciedad, eslogan politiqueros… Y por supuesto: cero producción de conocimientos.

Si esto no es un fraude a la nación, que alguien me explique qué otra cosa está pasando dentro de las llamadas nuevas universidades promovidas por el Estado venezolano.



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Gladys Emilia Guevara


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