El Presidente Chávez audazmente viene convocando el nuevo socialismo que debemos construir para el Siglo XXI. Se dan un cúmulo de razones para aseverar tal propuesta. La historia nos dice que no hay recetas para tan magna tarea. A pesar de todo el costo social, ambiental y civilizatorio, que los modelos socialistas han dejado, tenemos un cúmulo de pistas, ideas, posibilidades y propuestas por evaluar, ensayar y darle cabida a esta nueva.
Las misiones sociales y productivas han demostrado avanzar en la superación de los distintos problemas estructurales que la sociedad venezolana padece. Por ahora se ubican como una de las tantas alternativas que la revolución bolivariana esta ofertando para superar la severa exclusión social. De las misiones institucionalizarse, pasarían a conformar parte de las nuevas formaciones sociales de la población venezolana. Se trata de evolucionar hacia una nueva civilización, aminorando los distintos antagonismos que se han venido dando, superándolos en su esencia. Por ejemplo: la nueva producción social que viene en camino, basada en nuestra constitución bolivariana, nos exige satisfacer equitativamente las necesidades esenciales humanas desde las perspectivas del desarrollo sustentable.
Este nuevo socialismo abarca relaciones de otro tipo con la naturaleza y el ambiente, integrándose con otro nivel de desarrollo de la cultura material y espiritual. Los resultados de las actividades socio-culturales de la sociedad de un nuevo tipo, han de tener implícito su papel en la solución de los problemas globales y locales ambientales que en nuestra época nos agobian y que estamos convencidos, que allí, se centra el nuevo progreso social o la nueva producción social de la humanidad. Acá estamos en deuda con el proceso revolucionario bolivariano, la vanguardia ejecutiva debe, responsablemente y en serio, revisar su accionar por cuanto no vemos se le hayan presentado al Presidente Chávez un caudal de ideas y propuestas alternativas de avanzada en el devenir del proceso revolucionario, como lo es la endogeneidad.
Bases Materiales de la Civilización del Trópico.
El Presidente Chávez en varios programas y en el nro. 215 (15/03/05) del “Aló Presidente” retoma el pensamiento del brillante pensador merideño Alberto Adríani, de conocer, evaluar e investigar lo que es, contiene e implica “la civilización del trópico”. Adríani intuía, percibía que el “cinturón tropical” que sustenta sólo el 7% del territorio del planeta posee unas envidiables condiciones materiales, ambientales, ecológicas, culturales y sociales dignas de ser potenciadas como las bases materiales del desarrollo económico social que ahora, pudiéramos estarlo entendiendo desde la perspectiva del nuevo socialismo que debemos inventar.
En la “civilización del trópico”, se concentran 87 países (incluyen islas), catalogados “subdesarrollados”; albergan una población de más de 752.156.418 habitantes, con más de 500 expresiones culturales, significantes variantes religiosas y múltiples actividades productivas que parten de sus recursos naturales. Principalmente, la biodiversidad, el 85% del total que se consigue en el planeta tierra se concentra el cinturón tropical.
Se calcula que unos 10 millones especies viven sobre la tierra, según estimaciones más precisas los bosques tropicales albergan entre 50% al 90% de ese total.
Se ha estimado que la biosfera contiene 2.4 x 1012 toneladas métricas de fitomasa (materia verde húmeda y seca), que en términos energéticos representan más de 1.0 x 1018 Kilocalorías. El 28 % de esa fitomasa del planeta se encuentra fijada en los bosques, de los cuales un poco más de la mitad son bosques o selvas tropicales donde la producción de fitomasa constituye cerca de 30 toneladas métricas por hectáreas. Así, se estima que 56% de materia vegetal está localizada en las zonas tropicales del planeta, como una productividad primaria calculada en 1.72x1011 toneladas métricas anuales, que significan una tasa de formación de fitomasa de 6% a 7%. De ésta, 60% se produce en la zona intertropical, y el 45% en el trópico cálido húmedo (1).
La riqueza tropical latinoamericana nos presenta cifras que debemos racional y ambientalmente utilizar: el 23% de la tierra es potencialmente arable; 12% de los suelos son cultivables; 17% de las tierras para crianza; 23% de los bosques (46% de selvas tropicales); 31% de agua superficial utilizable; 19 % del potencial hidroeléctrico mundial utilizable y sólo mantiene el 8% de la población del mundo. (2).
En Latinoamérica se han decretado países mega diversos, Brasil, Colombia, México, Perú, Ecuador y Venezuela, sostienen el mayor número de especies mamíferos, aves y plantas del mundo. Brasil es considerado el país del mundo con mayor biodiversidad de especies, cultivadas son aproximadamente 55000 especies, seguido por Colombia con alrededor de 45000 especies, estas cifras son significantes si tenemos en cuenta que en Europa no existe más de 13000 especies y para Norte América se calcula en 23000 especies. El Perú alberga el 84 de los 103 tipos de “zonas de vida” que existen en la tierra. En el Amazonia noroccidental se han aprovechado unas 2000 especies de plantas para la producción de medicinas naturales. El río Amazonas contiene, según se estima, 3000 especies de peces, o sea apenas el 25% que el número total de mamíferos del mundo. Por otra parte, la biodiversidad del agua dulce es una de las que menos se conoce en el mundo.
La alta productividad de los ecosistemas tropicales se explica no sólo por la abundancia de recursos energéticos y de agua, sino también por las características de la inmensa diversidad genética que sus plantas poseen, las cuales se encuentran en jaque y perseguida por las empresas transnacionales fármaco-alimentaria-transgenicas. Este sector liderizado por Monsanto invierte inmensas, multimillonarias sumas de dólares en investigaciones aplicadas sobre el conocimiento del “oro verde” como ellos llaman a la biodiversidad, sin permitir a través de diferentes medios que nosotros “la civilización del trópico” pueda potenciar su propia riqueza.
Una Ciencia y Tecnología para el Trópico
El Presidente Chávez no se cansa de motivarnos y alentarnos en avanzar en la independencia científica y tecnología que este proceso revolucionario exige. Una ciencia y tecnología con pertinencia social, que rompa con la fatua y ridícula hegemonía elitista e individualista de muchos científicos venezolanos que se han consolidado en letargos rincones del saber universitario y lamentablemente no han podido trascender y avanzar en los nuevos conocimientos científicos particularmente en el área de la agricultura. Afirmamos, los profesionales investigadores del agro venezolano en su mayoría, no han valorado en su justa dimensión las condiciones de nuestra biodiversidad agrícola tropical, no quieren aceptar los importantes avances que entre los pequeños productores con mínimos recursos, la biodiversidad esta aportando en la recuperación y mantenimiento de los suelos, en la protección de las cuencas hidrográficas y la receptividad frente a estrategias integradas de control de plagas. Más aún, en su justa dimensión no hemos valorado ni investigado, las bases materiales necesarias para el surgimiento y desarrollo de una nueva u otra formación socio económica, basada en formas alternativas del manejo integral y aprovechamiento de los recursos del trópico.
En la biodiversidad agrícola tropical estudiada e investigada en otros países tropicales encontramos otra riqueza más, por ejemplo en el Caquetá Colombia, se identifican aproximadamente unas 75 especies cultivadas en las chacras (conucos), de las plantas cultivadas sobresalen 17 especies hortalizas y 21 frutales. Los cultivos que presentan mayor diversidad intra específica son: yuca brava (56), yuca dulce (20), mafafas (8), piña (35), guacure (20) y chontaduro (13) (3). En el mismo Colombia en diferentes pisos agroecológicos se encuentran 284 especies de frutales (4). En el Perú más de 40 especies vegetales se encuentran en 18 zonas agroecológicas diferentes. En México estudios sobre el usos múltiple en las zonas tropicales cálido-húmedas corroboran un esquema de producción para una sola comunidad campesina, la cual en un área de producción de 1200 hectáreas podría aprovechar hasta 435 especies de vegetales y animales y obtener casi 800 productos de los cuales 299 son alimentos (5). En Venezuela en el pie de monte barinés se han reportado el uso de 62 especies de plantas vegetales manejadas en 3 ha.
Proponemos que gran parte del desarrollo de las fuerzas productivas del proceso revolucionario venezolano, deba fundarse en el conocimiento de las condiciones naturales de los ecosistemas, de los ciclos geohidrológicos, de energía y de nutrientes, así como las cadenas tróficas de las especies florísticas y faunísticas, de sus transformaciones biotecnológicas (no transgénicas) y del uso termodinámicamente eficiente de la energía. Se basa en la posibilidad de optimizar la productividad primaria de los ciclos biológicos (con un ahorro considerable de energía en la producción) y de generar tecnologías apropiadas para transformar esos recursos de modo eficiente, elevando la productividad ecotecnologica de los procesos productivos así como evitando los efectos ecodestructivos y las economías externas generadas por los procesos tecnológicos altamente capitalizados (1). Como es el caso del monocultivo agrícola.
Por ello los nuevos enfoques de la agroecología refuerzan; el desarrollo humano interior, las capacidades de las comunidades productivas para lograr un desarrollo endógeno fundado en el aprovechamiento integrado de los bosques y de las selvas tropicales, bajo los principios de la autogestión comunitaria y el uso ecológicamente sustentable de los recursos naturales.
La Nueva Economía y la Diversificación de la Producción
La “civilización del trópico” se fundamenta en “la diversificación de la diversificación de la producción” se materializa, en la agricultura tropical sustentable. Debe esta, constituirse como una de las partes más dinámica de la economía social que el Presidente Chávez esta empeñado que construyamos. Es de allí que comenzaremos a hacernos menos dependiente de la renta petrolera y de la economía extractiva, la que nos ha hecho también depender de la importación de aproximadamente 70% de los alimentos que consumimos.
La nueva sustentabilidad económica social que se expresa en el preámbulo y en 34 artículos de nuestra constitución necesariamente también debe basarse en los principios de gestión ambiental y en el manejo integrado de los recursos. Una economía fundada en la diversidad biológica de la naturaleza y de la riqueza cultural del trópico. Una economía equilibrada, justa y productiva. Una economía que de verdad nos permita el derecho al disfrute y en la obligación ética y ecológica de administrar, desde lo micro, lo cotidiano y lo local, los ingresos y las riquezas con sentido de justicia, honestidad y sustentabilidad, para preservar en nuestros espacios regionales, de tal manera que lo que hagamos podamos disfrutar social y económicamente en el presente, garantizándonos las mejores condiciones de vida para las generaciones del futuro.
Esta nueva economía venezolana, emerge en un proceso revolucionario; priorizando los actores populares como los trabajadores, campesinos pobres, las capas medias, sectores burgueses que no están vinculados a sectores monopólicos y el capital transnacional.
Esta planteado nuevas alianzas estratégicas entre la propiedad estadal y la forma asociativa de producción, de autogestión, con formas de propiedad colectiva o mixta. Acá se le hace un llamado a los propietarios privados nacionales vinculados o no a los sectores monopólicos o transnacionales, la propiedad privada debe comenzar a expresar su función social, fundada en la solidaridad. No en la promoción de la máxima ganancia, la cual depende y se afianza en el egoísmo, lucro y beneficio desmedido, ganancia y utilidades irracionales, en el enfoque circunstancial; en la ventaja y especulación. Valores promovidos en por la ideología neoliberal y liberal, contrarios a los de la civilización del trópico.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1) Leff, Enrique “Ecología y Capital”, Siglo XXI, México. 1994.
2) Comisión de Desarrollo del ambiente de América Latina y el Caribe. Nuestra Propia Agenda. BID.1990.
3) Vélez German. “Las Chacra: Patrimonio Colectivo de las Comunidades Indígenas”. Diversidad Biológica y Cultural, Colombia 1998.
4) Núñez Miguel Ángel, “Manual de Técnicas Agroecológicas”. PNUD-IPIAT, Venezuela 1997.
5) Toledo Víctor “Ecología y Autosuficiencia Alimentaria”, Siglo XXI, México. 1995
ipiat2000@yahoo.es