No te vistas que no vas
Henry se encuentra en lo alto de su torre encantada del CEN. Está henchido de poder y el “honorable” diputado Edgar Zambrano no halla por cuál lado ponérsele. Henry lo mira con tierno desdeño y piensa: Si este bribonzuelo no fuera tan obediente, ya lo hubiese mandado al carajo. El colega le quita unas pelusas del hombro, se miran, se sonríen, pero Henry reflexiona: Hay que quererlo como un adeco quiere a otro adeco. Un recuerdo lo asalta y le dice a Edgar cuando este le trae un café: Tenemos pendiente lo de la lista en la urna de CAP. Edgar se cimbra. Henry lo ignora y repiensa: Pero nadie odia a un adeco como otro adeco, que lo diga el difunto. Y sin querer queriendo se le viene la imagen de Toñito. Sonríe.
Tú me acostumbraste
¡Desgraciado! Quien ladra es Antonio Ledesma. Está rabioso sentado sobre unas pacas de afiches con su cara y el slogan “Adeco, siempre adeco”. Creyó entender el mundo raro de Henry pero no aprendió. Lamenta no haber ido a una de esas terapias que daba en su oficina del CEN de AD. ¡Qué vaina! Recuerda la cara de compungido que puso en el velorio de CAP, sus demostraciones de plañidera, su acercamiento a Henry y éste que le hacía juego sutil, como una tentación. Y se mesa las diez mechas que le quedan al recordar la vaina de pedirle públicamente apoyo. Le entra a patadas a las pacas de afiches hasta cansarse. Se sienta exhausto y piensa con amargura: Se olvidó de mí ¿Y ahora cómo hago?
Solo los balurdos me creen
¡Coñoooo, no puede seeeer, me privoooo! La “honorable” diputada María Machado está de cuerpo cobarde y se le aflojan las rodillas. En cada una de las terapias allá en el CEN de AD, Henry la animaba para que fuera candidata. Se ríe, se pone seria y dice: Bueeeno, menos aquella vez que me cantó turururututurú. Después dijo que me apoyaría porque era la única que había recibido Bush en el salón oval ¿Quién me manda a estar confiando en un adeco? Ríe y llora, llora y ríe. ¡Aaahh pero Antonio fue peor, ese salió a pedirle apoyo por los medios! ¡Ridículos los dos! Se prepara otro Bloody Mary mientras recuerda: Henry me mintió y él fue el que me habló del capitalismo popular en una sesión. Pero la idea la desarrollé yo y la propuse yo y eso es lo que no me perdona ese adeco . Vuelve a llorar y grita: ¡Pero en los barrios no me creen, no joda! Se queda viendo el trago y dice: Y yo bebiendo esta vaina roja rojita.
Epílogo
Antonio, desesperado y sin un gramo de verguenza llama a Henry para ver si le concede una sesión en su oficina. Cae la contestadora: En este momento el “honorable” diputado Henry Ramos Allup está en campaña. Sí requiere terapia, marque 1. Si es urgente, marque 2. Si no hay cupo en 1 y 2, marque tres y diga una plegaria. Para clase de ballet, llame a la sede de Alianza Bravo Pueblo.
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