Las Ferias de Mérida son muy distintas al resto de la ferias de Venezuela. Allá no se realizan mega-concentraciones en ninguna parte, ellos prefieren hacer una fiesta desconcentrada para que todo el mundo tenga la posibilidad de disfrutar. Las plazas son los puntos de reunión. Cada persona se incorpora a la plaza que quede más cerca de su casa.
Las comidas y bebidas que se ofrecen en las Ferias de Mérida son caseras, y los conjuntos que amenizan las veladas están integrados fundamentalmente por músicos merideños.
Al pasear por los diferentes puntos de celebración, uno se da cuenta del empeño que pone la gente de Mérida por mostrar y reivindicar la cultura popular merideña. También queda muy claro a lo largo del recorrido que esa cultura popular merideña no es absolutamente homogénea; hay ciertas tradiciones que se cultivan en el norte de la ciudad y no en el sur, y viceversa.
La información sobre el presupuesto que le destina la alcaldía a las Ferias de Mérida (así como la forma en que se distribuye ese presupuesto) es pública y se publica. Ojo: no todo lo público se publica, de ahí la importancia de mencionar las dos palabras.
Otro detalle que llama la atención es el ambiente familiar que se respira en las Ferias de Mérida: se ven abuelas y abuelos, padres, madres, gente adulta, jóvenes, adolescentes, niñas y niños; y no es que unos van a vigilar y otros a deleitarse, no, allí hay actividades recreativas para todo el mundo.
El cronograma de cada feria se diseña con varios meses de anticipación: la alcaldía convoca a los habitantes de Mérida y estos se congregan durante horas y horas para estructurar el programa.
En las Ferias de Mérida no participan invitados especiales ni estrellas, pero sí concurren muchos visitantes de otras partes del país (incluyendo diversos artistas) y cada uno de ellos se suma al festejo como si fuera un merideño más.
En las Ferias de Mérida está prohibida la explotación del Hombre por el Hombre y también la tortura del Animal por el Hombre, por lo tanto, no hay corridas de toros ni toros coleados ni peleas de gallos. En las Ferias de Mérida no se disfruta a costa de la naturaleza, sino en comunión con ella.
Lo único malo de todo esto es que las Ferias de Mérida no existen, o mejor dicho, sí existen pero son todo lo contrario a lo que planteo en mi relato.
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