El 4 de febrero
nace del seno de (para aquel momento) las Fuerzas Armadas Nacionales,
como consecuencia de una demanda social y política que exigía cambios
conducentes a la inclusión de aquellos desplazadas por el Pacto de
Punto Fijo (no sólo socialistas o comunistas sino, los pobres y la
clase media frustrada); teniendo su génesis en el 27 y 28 de febrero
de 1989, donde se desarrolló la máxima expresión de descontento e
insurgencia civil no organizada. Es entonces la elección de Hugo Chávez
Frías, la síntesis del descontento civil y la incorporación del sector
militar expresada en el plano político desde una vía procedimental
democrática concretada en 1998 y asumida el 2 de febrero de 1999. Todo
ese proceso y la suma de sus elementos se pueden calificar como una
rebelión cívico-militar, consecuencia del proceso dialéctico entre
una insurgencia civil caótica y un golpe de Estado militar contra un
gobierno ilegítimo, aunque no ilegal.
Sin embargo,
en ninguno de estos hitos históricos se había definido aún el rumbo
que tomaría de manera definitiva la vida política, económica y social
de nuestro país, lo único que se había definido era que se debía
cambiar.
A 20 años del
4 de febrero, que representa la incorporación del sector militar al
clamor y la esperanza de un cambio y el emergen de un liderazgo claro,
que condujera esta esperanza, y a 13 años de concretar la viabilidad
de este cambio expresado en un gobierno revolucionario, son aún muchos
los retos que quedan por cumplir.
Ya, dentro del
proceso revolucionario en el poder, la esperanza se ha materializado
en concreciones, frustraciones, nuevas expectativas y para otros, desesperanza.
Hemos pasado de la etapa bolivariana de la tercera vía, a la etapa
bolivariana y socialista, la cual sólo tiene 7 de los 20 años del
nacimiento de la esperanza y 13 años del ejercicio de concreción de
la esperanza. Se han logrado cosas, pero quedan pendientes otras.
Negar los avances
sería miserable, pero negar las deudas pendientes sería torpe. Podríamos
expresar en números que vamos un 50% de expectativas satisfechas y
un 50% de expectativas aún por satisfacer.
A 20 años del
golpe, 13 de la revolución y 7 de plantearnos un proyecto socialista
50:50 no es un mal número, pero el pueblo cada día demanda más.
Enumerar los éxitos sería muy extenso, pero podríamos sintetizarlos en tres planos:
- En lo político: un cambio radical de concepción de la democracia, que ha implicado la inclusión del excluido históricamente, con el fin de que sea protagonista de su propio presente y futuro.
- En lo social: satisfacción parcial de la enorme deuda social heredada en los sectores más depauperados.
- En lo económico: movilizar las estructuras económicas, para la superación del rentismo petrolero.
Pero también debemos enumerar en tres planos y de manera sintética las cosas aún pendientes:
- En lo político: Transformación del Estado paquidérmico contrarevolucionario, en una estructura eficiente para la inclusión del Poder Popular en la concreción de un Estado Comunal sólido.
- En lo social: Profundización en el método de la superación de la pobreza, con menor dependencia del Estado paternalista.
- En lo económico: Estímulo industrial y de desarrollo más eficiencia e incluyente con vocación ambientalista.
Definitivamente, es un buen momento para evaluar, pero es aún mejor momento para actuar. Son 13 años de gobierno, con altísima posibilidad de tener 6 años más en la ejecución de un proyecto que aún alberga la esperanza de un pueblo rebelde, pero no podemos olvidar que es el pueblo el que decide.
@NicmerEvans