El problema de la oposición venezolana no es desde dónde se ejerce, sino la actitud y aptitud con la cual se desarrolla. Siempre he sido oposición, antes de Chávez, dentro del chavismo y ahora en esta nueva etapa del postchavismo, porque me opongo a la injusticia venga de donde venga, porque me niego a ser parte de la hegemonía del pensamiento, porque respeto y defiendo la diversidad y la crítica, porque me duele la inequidad y desproporción del poder, porque defiendo la democracia, porque me duelen los niños y ancianos que pagan las consecuencias de la corrupción, no solo económica sino del alma, de quienes han tenido verdadero poder en esta tierra de gracias pero no tan bendita para lograr conseguir el camino de la estabilidad y el mejor vivir.
He sido oposición dentro del gobierno cuando he estado, y también soy oposición de la oposición que no comprende que la única manera de lograr superar a los sátrapas que gobiernan es siendo algo distinto a ellos, alternativos, dejando de lado las prácticas más primitivas de la política mal entendida, esa que parte de creer que la política es el arte del engaño y la manipulación, de aquellos que piensan que llevar "nariceados" a los "más débiles" es la esencia de la acumulación del poder. En eso, un sector de la "dirigencia" opositora no se diferencia del chavismo en un gramo.
En algún momento llegué a escuchar a un connotado dirigente de la oposición tradicional venezolana decir que en la época actual nuestras acciones deben ser juzgadas "como a un restauran Chino, no por su cocina sino por la apariencia del plato en la mesa", asumiendo que no importa que la cocina tenga "ratas" y "cucarachas" o se limpien la nariz encima de la comida que se prepara, en verdad me reservo el nombre porque hasta a mí me da vergüenza ajena, pero eso evidencia la estructura de pensamiento que subyace en los que se pretenden autoproclamar líderes opositores.
Sin embargo, tampoco podemos pecar de ingenuos, ya que de esto hay en todas partes, y en donde decidas hacer política en mayor o menor grado vas a encontrar cosas como estas, lo importante es tener los objetivos claros y no permitir que te metan en la cocina del restauran chino a ser complaciente con las "ratas" y las "cucarachas" (con el perdón de los buenos y limpios restaurantes chinos en el mundo).
Hoy, siendo parte del Frente Amplio Venezuela Libre, aún no estoy conforme con un espacio verdaderamente democrático que logre confrontar a la dictadura porque tenga la verdadera capacidad y competencia para hacerlo, esto no quiere decir que el FAVL no pueda serlo, pero si es evidente que no es suficiente, que no solo debe ser más amplio, sino más transparente y democrático para realmente conectarse con las mayorías hoy acéfalas y demandantes de una verdadera conducción política, distinta a lo que significó Chávez como la mayor expresión de engaño, y que gobernó desde la cocina de ese terrible restauran chino, con buenos trabajadores pero controlada por las "ratas" y "cucarachas" que hoy nos vuelven a pedir obviar, en nombre del suculento plato que debemos lograr que la gente se coma.
Negar el debate de manera permanente sobre los términos de soberanía que deben prevalecer en una lucha digna por la democracia, basada en todo el apoyo internacional posible, pero sin injerencia, es un reto que aún prevalece como prioridad por quienes preservamos profundos valores nacionalistas sin chauvinismo. Lo que hemos vivido no puede colocarnos en el otro extremo.
La propuesta es respeto a la diversidad y unión en los puntos comunes básicos, un 23 de enero del siglo XXI, profundamente democrático, no un golpe de Estado sino el reestablecimiento del Estado de Derecho, con la fuerza social de la gente provocando y apoyando la transformación que todos demandamos, a través de una conducción política de consenso, y eso es posible solo si no nos preocupamos nada más del "plato de comida china", sino de la cocina común que debemos desarrollar para que todo salga como debe salir por el bien del país y de América Latina.