Cáncer, leo

La Filven es un universo dónde hay tantas galaxias como libros, aventuras en una singularidad del espacio tiempo a la disposición de cada quien. Una vez al año se condensa en un punto mágico: Venezuela. Imagino largas caravanas de sedientos acudiendo a su oasis literario. En un bosque lleno de hojas impresas, gente buscando el fruto que lo aleje de la ignorancia que deambula impenitente por los desiertos del homo sapiens. Dichoso Williams de Baskerville quien luego de la ignominia de la inquisición casi muere tratando de salvar el conocimiento del dogma pirómano. Dichoso Martí quien al momento de la emboscada llevaba una canana de versos en el alma. La ficción y la realidad se mezclan en intemporales páginas y el libre albedrío adquiere otra dimensión. Probablemente se trate de la misteriosa incógnita del hombre de la cual hablaba nuestro Simón. No lo sé, aun trato de entender.

A veces pienso en qué hace a los opositores tan obcecados en su odio. Tómenme por iluso, más abrigo el sueño de que asimilen un poco de amor por su patria. Será una entelequia – en el sentido Aristotélico- o acaso debamos aceptar la exégesis anacrónica de que un orgón insufla su vil egoísmo; es que las tesis actuales no logran explicarlo. O quizá piensen que de su putrefacción moral pueden desarrollarse sus larvas disociadas, como en la Abiogénesis. Bueno, seguramente apelen al beneficio de la duda siendo que Aristóteles creyó en la Generación Espontánea.

Ocultan el icor del capitalismo salvaje ofreciéndolo como ambrosía “progresista”. La mesa de la unidad se ha trastocado en una mesa de autopsias que quiere presentar al país el parte médico de un cuerpo virtual. Son virtuosos de la falacia, pragmáticos del escarnio, artífices del fraude. Ejercitan la necrofagia con avidez y sus revoloteos noticiosos recuerdan a las tremebundas aves de Juan Primito, buscando sangre. Plasman tumores, invocan neoplasias malignas, vaticinan carcinomas sin notar que sus almas están carcomidas por las células del odio. “Odio-citos”, digo yo. Radicales libres, creen ellos.

Cuando leo a la oposición temo que de pronto el papel se humedezca de miasmas o que el pajarillo digital sea suplido por una zamurera. A punta de sutilezas fascistas los interlocutores de la plutocracia casi logran que “una tierna vaharada de mierda”, frase del Gabo, emane del plasma. O será cólera en estos tiempos de amor.

Cáncer es lo que leo en sus escritos y no parece haber oncológico que trate su mal. O tal vez sí pero se aferran a sus tumores y quieren hacer metástasis en la Patria que tiene 13 años sanando.

Nuestro Líder Comandante se repone y ya vuelve victorioso ¡Cuánto se alborotaron los rebullones en su ausencia! Incluso algunos ilusos creyeron que era tiempo de mostrar su cara traidora. Hemos aprendido a auscultarlos.

Ya les leemos clarito las entrañas.

placidordelgado@gmail.com


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Plácido R. Delgado


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