De nuevo se escuchan voces anunciando “Un vacío de Poder”. Como antes, el anuncio va acompañado de una supuesta preocupación por la estabilidad y tranquilidad del país. Solo que varios de quienes hoy proclaman “el vacío”, también lo hicieron 10 años atrás. No tan oculto, detrás de aquellos señalamientos, estaba presente el montaje de salidas inconstitucionales.

Desde el gobierno advierten que no responderán como lo hicieron durante los sucesos del 2002 y años subsiguientes. Para ello señalan que ahora no están dominados por la ingenuidad de aquellos años y que ripostaran con rudeza.

Particularmente no creo que durante aquel 11 de abril el gobierno hubiese perdido la iniciativa por ingenuidad, vista esta desde una perspectiva que implique cierta inocencia, sino por la comisión de una serie de errores políticos que no permitieron apreciar los cambios que estaba sufriendo la correlación de fuerzas en la sociedad y en la Institución Militar. Se insistió en aplicar medidas políticas que reforzaron el aislamiento del gobierno y permitieron a las Fuerzas reaccionarias desplegar toda su iniciativa, teniendo a un núcleo muy importante de la clase media como vanguardia política que se había tomado la calle.

La opinión política era dominada desde los medios de comunicación por quienes auspiciaban el golpe, cubriendo con ventaja el efecto comunicacional. Desde el gobierno se respondía con un lenguaje cada vez más agresivo, lo que reforzaba el mensaje que los golpistas habían puesto en la calle. En este sentido el gobierno repitió las mismas conductas típicas de la izquierda: Ante serias amenazas, elevan el tono agresivo del discurso sin atender a las verdaderas causas que han provocado la coyuntura. En vez de buscar aliados en medio de una situación difícil, cultivan una radicalidad que contribuye al aislamiento de sus fuerzas, favoreciendo que el adversario ensanche sus apoyos.

No parece que en el alto gobierno se vayan a repetir estos errores ahora, cuando de nuevo resurgen las bien intencionadas voces que quieren salvar al país. Al menos no es lo que se puede concluir al observar al Presidente. En primer lugar, porque no se están dejando acorralar en el discurso. Cada vez que ha tenido que provocar un giro en él, lo ha hecho. Por lo tanto, aun con desventaja material en la cuestión comunicacional, producto que la mayoría de los medios más importantes les son adversos, no ha perdido la batalla por la opinión, lo que si ocurrió diez años atrás.

Pero está presente el asunto de su estado de salud como un dato nuevo. Y a pesar de todo el esfuerzo que se pueda hacer por disminuir sus efectos negativos, gravitara cual amenaza latente.

Por lo que se observa y se escucha el propio Presidente está manejando el problema como uno del cual es posible salir exitosamente. Tal parece que se hace no solo desde la convicción del propio Chávez. Esto hace que no se esté pensando en sustituciones ni se adecuen elementos ante una eventual desaparición del actor fundamental de este proceso político.

¿Una eventual desaparición física de Chávez provocaría una hecatombe política en el país? Por supuesto, depende. Si los factores que hoy de nuevo auspician el llamado vacío de poder, ocurrida aquella desaparición, contarán con las fuerzas suficientes para imponer su agenda, lo probable es que vayamos a un enfrentamiento. Otro tanto ocurriría si desde el chavismo, surgen factores proponiéndose ponerle las manos al poder a través de un modo distinto al democrático.

En estos casos o en situaciones muy parecidas, es casi seguro que nos veríamos envueltos en una vorágine de violencia que no es posible determinar donde culminaría. No así, si, no estando Chávez, las elecciones se realizasen y la sociedad logra reunir las fuerzas suficientes para que se continúe el curso que ellas determinen.

De una cosa estamos seguros: con Chávez hay que contar hasta el último segundo de su vida. Que no tiene por qué ser corta, aun cuando la dolencia que presenta no sea cualquier cosa.

La otra gran incógnita es el pueblo: ¿Cómo reaccionaría ante la desaparición física de quien le ha llegado hasta el alma?

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