Nuestra historia alza su voz de protesta en nuestras plazas y calles, no ha pasado, está allí viva; la podemos ver reflejada en la injusticia social que sacude nuestros pueblos; La injusticia histórica es claramente localizable, ignorarla es como pretender desviar temerariamente el cauce de un río, más temprano que tarde las consecuencias serán desastrosamente tangibles. Leer hoy el Manifiesto Comunista, de Marx y de Engels, nos arroja luces en este sentido cuando expresa que “Históricamente todas las clases sociales que llegaron a hacerse dominantes, lo hicieron consolidando su situación adquirida a través del sometimiento de otra sociedad a las condiciones de su modo de apropiación”. (Paráfrasis) Todas las sociedades han descansado en el antagonismo entre clases opresora y oprimida. Las generaciones de los siglos IXX y XX no pudieron cambiar esa realidad en su tiempo, nosotros la heredamos, les perdonamos; sin embargo, no nos está permitido correr la misma suerte, no nos lo perdonarían los hijos de nuestros nietos, tal vez ni siquiera vivirían para hacerlo, nos corresponde pues el desafío de dar un vuelco revolucionario a la historia.
Es de vital trascendencia que aceptemos que para dar genuinamente fuerza trasformadora al motor de nuestro socialismo, debemos asumir con seriedad que el modelo que necesitamos echar como fundamento es el socialismo. Jesús, el gran revolucionario dijo “el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” claramente nos habló de dos caminos, dos alternativas a elegir: el modelo que el predicó y el modelo del diablo; Jesús dijo a unos fariseos de corazón, “vosotros sois hijos del vuestro padre el diablo; y los deseos de vuestro padre queréis hacer” ¿y cuáles son las obras de este último? yo especificaría hoy, si lo trasladamos a nuestra discusión: Pretender convertir nuestros acuíferos en supuestos patrimonios de la humanidad, arrojar bombas sobre hospitales, ancianatos y sanatorios para enfermos mentales, así como enviar chacales del Banco Mundial y de otras cloacas para que nos asesoren en cómo asfixiar nuestras economías, por tanto, necios son los del Pentágono y bien podemos decirles: ustedes son hijos de su padre el diablo, porque las obras de su padre hacen. ¿El otro modelo?: el socialismo.
Sí, un mundo mejor es posible si ponemos por delante lo social, tomando las palabras de Jesús, palabras ellas que abren camino al creerlas y vivirlas, su ideal filosófico debe ser la punta de lanza de nuestro socialismo. Nada es demasiado utópico o imposible si lo podemos creer, si nos atrevemos a soñarlo y si somos valientes y esforzados para construirlo, con espíritu de tesón, empeño y osadía. Llegó pues, la hora del tsunami de nuestros pueblos, la hora de la lluvia grande y nos toca a nosotros construir esta, la historia del tiempo nuevo, que otros la escriban, estamos ante lo que Stuart Munckton, líder juvenil de Australia, llamó “la primera revolución del siglo XXI” Ya lo dijo nuestro Libertador Simón Bolívar “pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana, vacilar es perdernos” esa piedra fundamental debe ser la unión. Nuestro líder: el patriotismo, nuestra Patria: desde el río Bravo hasta la Patagonia, como lo pensó Francisco de Miranda y como lo reafirmó nuestro Libertador Simón Bolívar cuando dijo: “Para nosotros la patria es América” nuestra América, la que comienza al sur del Río Bravo y tiene cuerpo de mujer. Al imperio le decimos ¡devil go home! Norteamérica para los norteamericanos, pero Suramérica para nosotros los suramericanos.
La suerte está echada, hemos decidido por los pobres de la tierra. Pueblo de Venezuela, pueblo de Argentina, pueblo de Nicaragua, pueblo de la Suramérica toda, la Patria grande nos convoca, uníos y construid el nuevo socialismo.
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