Durante los días del 06 al 14 de mayo recién pasados, tuve la oportunidad de estar en Caracas atendiendo asuntos personales. Esta fue mi cuarta visita en los últimos 10 meses. En anteriores ocasiones he regresado a mi país –Costa Rica- con entusiasmo, con ilusiones generadas por el proceso de cambio, fundamentadas en las iniciativas emprendidas por el gobierno bolivariano en diversas áreas, en especialmente ligadas con el proceso de crecimiento de la actividad económica y en el campo social, por el impacto generado por las diversas iniciativas en las áreas de la salud y educación.
En la presente oportunidad he retornado a mi país, con preocupaciones, con profundas preocupaciones por el futuro del proceso revolucionario.
Pienso que con los resultados del referéndum de agosto del año pasado se cerró una etapa política importante que a su vez acercó al gobierno bolivariano a un punto de inflexión. No obstante los recursos que puedan estar manejando en la actualidad, en esa búsqueda permanente de la fórmula adecuada para el derrocamiento del Presidente Chávez, se puede decir que en el terreno de la legalidad constitucional, dentro de los marcos del estado derecho dirían otros, los sectores opositores al proceso de cambio fueron derrotados nuevamente y de manera contundente. El apoyo en las urnas, logrado por el Presidente Chávez significó un enorme espaldarazo a la revolución bolivariana y abrió una ruta sin retorno, en la búsqueda del modelo político y económico que es necesario implantar, para responder a las demandas de amplios de la población. El gobierno bolivariano salió favorecido tanto en el plano interno pues su margen de maniobra se amplió en forma considerable y en lo externo se tuvieron que callar las voces que dudaban de la voluntad democrática dominante y lo que es más importante, las fuerzas políticas opositoras quedaron totalmente desarmadas y puestos en su verdadera dimensión.
El gobierno bolivariano, actuando con visión de jefatura de estado y en representación de toda la sociedad sin exclusiones, no puede de ninguna manera ignorar las grandes expectativas de los sectores sociales que votaron por el NO, pero tampoco debe poner de lado, implementando políticas e iniciativas excluyentes y sectarias, que alrededor del 40% del electorado le dio la espalda.
Desde el punto de construcción de los mecanismos de participación y ampliación de la base social que soporta el proceso, son evidentes fallas lamentables en lo que podríamos llamar la gerencia política de la revolución. Figuras prominentes del chavismo hicieron uso abusivo de los recursos del poder partidario para ganar influencias durante las primarias del MVR para integrar las listas de candidatos a los consejos municipales y juntas parroquiales en varias regiones del país. Esto ha puesto en evidencia que los vicios del pasado se mantienen en el presente. El canibalismo político entre las dirigencias locales y comunales, el manejo de recursos propagandístico con una visión clientelar de la práctica electoral nos indican que, los organismos políticos del MVR no están a la altura y requerimientos del presente y del futuro del proceso revolucionario. El MVR que representa algo más del 80% del electorado que se pronuncia a favor del proceso de cambio, así como el resto de las fuerzas políticas que suman su caudal electoral en apoyo del Presidente Chávez, n logran articular una propuesta unitaria que se exprese en términos de una conducción política unitaria que articule e integre todos los esfuerzos y capacidades de organización de los sectores sociales y movimientos populares y más bien se han convertido en un tapón que impide una comunicación fluida entre estos y los niveles superiores del gobierno bolivariano.
El triste espectáculo dado por los integrantes del equipo de La Hojilla, nos indica que no existe una política de comunicación y de iniciativas ideológicas coherente y bien articulada. Que siguen privando el voluntarismo, la iniciativa aislada que gana cierto apoyo en la madeja del poder que se ampara a los medios de comunicación, y que por lo demás nos indica que a pesar de los esfuerzos, descomunales por cierto, a cargo del Presidente Chávez, no existen mecanismos y articulaciones partidarias que logren trasmitir en forma coherente, sus ideas y propuestas, a las bases políticas que soportan realmente el proceso. No logro entender la forma y fondo de las contradicciones que se dieron al interior del equipo de producción y dirección de La Hojilla. Los alcances del programa en todas sus manifestaciones, tanto televisivas como radiales, estaban orientado a una clientela cautiva, militante del proceso. Si las mediciones de opinión recientes nos indican que la popularidad del Presidente se mantiene en niveles superiores al 70% siento que los espacios de información y respuesta inmediata, como en el caso particular de La Hojilla, tienen que ser usados con otros contenidos y formatos. Para que atacar en forma diaria a un enemigo que todos los días, pese a sus mensajes y campañas mediáticas, pierde terreno
Por ahí he manejado la tesis de que en Venezuela el poder anda suelto y nadie lo ejerce con excepción del Presidente Chávez. En tal sentido vale la pena mencionar el llamado que hizo recientemente, a propósito de alguna iniciativa presidencial relacionada con el tema monetario y el uso de las reservas internacionales. Ese “no me dejan solo en esta lucha” quiere decir mucho. Es el grito de auxilio de un jefe de estado que se siente desamparado, que siente que los mecanismos políticos y administrativos de gobierno y de transmisión del poder, con claras y evidentes excepciones, no le responden ni están a la altura de sus necesidades y ritmos.
Lo que he llegado a conocer sobre la trama que se ha desplegado alrededor del tema de LA HOJILLA me indica que en el fondo se encuentran todas las debilidades que están aflorando y que están golpeando al proceso revolucionario. Esa especie de voluntarismo en que se ha caído, en que con excepción del Presidente Chávez, no hay nadie que oriente, que establezca políticas, que inserte las iniciativas positivas de la base, dentro de políticas de la revolución, está comenzando a generar daños que pueden derivarse en irreparables. En el desenlace de LA HOJILLA está presente todo eso. Ni los otros son tan malos como los pinta el uno, ni el uno es tan malo como lo pintan los otros. Entonces, que ha sucedido?. No se puede seguir caminando así. El desenlace de todo esto, creo que pone en claro una realidad que se presenta en todas las iniciativas del proceso, dentro de los ministerios de gobierno, empresas estatales y toda instancia pública en donde se decidan temas que tienen que ver con la esencia y orientación del proceso. Venezuela tiene una estructura formal de gobierno, pero no hay una estructura orgánica de poder. El poder se ejerce políticamente y se trasmite a la estructura formal del gobierno en todas sus expresiones. El poder se ejerce por medio de una estructura orgánica partidaria que tiene mecanismos y recursos de articulación y traslado de decisiones y orientaciones, y esto no existe y lo que es más grave, no se está construyendo. Ahí es donde está el problema. Al no existir instancias superiores de supervisión y seguimiento, los problemas de LA HOJILLA, como expresión de una situación general, como expresión de una política de comunicación del gobierno en algunos aspectos luce desarticulada, no debió de haberse dado.
No obstante los esfuerzos dispersos que se puedan estar implementando, el proceso sigue a la espera de un salto de calidad en la participación popular, que permita pasar de un cierto voluntarismo imperante, al establecimiento de verdaderos canales por los cuales pueda transitar la participación e involucramiento de las bases, organizaciones sociales y comunales en la marcha del proceso. Es necesario crear las condiciones y desplegar todas las posibilidades de organización, para que realmente las juntas parroquiales, los consejos municipales, los consejos locales de planificación y las contralorías sociales jueguen un rol protagónico de primer orden, como instrumentos de poder y control y sean a la vez organismos de representación de todos los ciudadanos, sin exclusiones de ningún tipo. Democracia participativa no quiere decir voluntarismo y expresión espontánea, es respuesta orgánica y organizada, por cualquier vía y expresión de la base, ante las desviaciones y errores que se cometan. Es una forma de controlar, en términos concretos, la acción del estado, del gobierno y sus instituciones.
No obstante que se han desplegado esfuerzos unitarios, el proceso debe poner la suficiente atención al problema de la dispersión orgánica e ideológica que se evidencia entre los movimientos y factores que se constituyen en el soporte político del gobierno bolivariano. No hay todavía un discurso coherente que ponga en evidencia que hay comunión en los objetivos estratégicos fundamentales, pues mientras algunos sectores expresan su disposición de asumir el reto de construir una sociedad fundamentada en los ideales del socialismo, en que se tomen en cuenta tanto la tradición histórica y los contenidos políticos del mensaje del Libertador, así como las realidades de un entorno internacional complejo, existen también corrientes dentro de las mismas fuerzas del proceso, que expresan un discurso limitado que expone al país a las consecuencias de un proyecto neo-liberal con algunos contenidos sociales. El proyecto de transformación del país y su orientación estratégica tiene que estar orientado hacia una visión de sociedad de nuevo tipo, en la cual se conjuguen los esfuerzos de una economía plural, en la cual se encuentren tanto las expresiones empresariales y de inversión del estado nacional, de un sector privado comprometido con los objetivos de la sociedad, de un sector de economía basada en la organización de esfuerzos cooperativos en la producción agrícola, agro-industrial e industrial y en general en la generación de bienes y servicios diversos. Una sociedad que desde el punto de vista del paisaje de su economía, esté integrada de diversas parcelas en la cual tengan espacios, sin exclusiones todos los factores productivos, bajo la rectoría de un estado moderno y eficiente.
El proceso bolivariano está frente a un reto de primer orden. Hay que dotarlo de un instrumento político que sea algo más allá que la suma de los partidos políticos y movimientos sociales de extracción y presencia popular. Más bien se requiere de la creación de un espacio de encuentro, que articule la respuesta política del gobierno bolivariano en una coyuntura determinada, y la trasmita en forma organizada, hacia todos los sectores de la sociedad.
El espació que se generó a partir del triunfo del NO en el referéndum de agosto, no ha sido utilizado en forma adecuada, en términos de la construcción de los instrumentos políticos del proceso. El reciente evento electoral interno del MVR puso en evidencia que el abuso del poder, el uso de los instrumentos del poder políticos para satisfacer intereses personalistas y el desprecio de los instrumentos democráticos de participación de las bases sociales del proceso, están vigentes. La manipulación de medios y recursos, la presión de los más altos niveles para influir en el proceso y la desigualdad en cuanto a recursos financieros y posibilidades logísticas entre los grupos participantes, de ninguna manera se puede admitir en los marcos de un proceso democrático, que perseguía la amplia participación de las bases partidarias.
Hay que darle contenido verdadero a la participación popular y crear desde la base las estructuras reales y objetivas, que aseguren la participación de la ciudadanía. No es un problema que se resuelve simplemente por medios de legislación, hay que buscar los medios de movilización que aseguren el involucramiento de los ciudadanos en los temas comunales. En ese sentido importantes experiencias se han acumulado y hay buenos ejemplos de la capacidad organizativa que se ha desplegado y que nació con el proceso revolucionario. De ninguna se debe caer en el voluntarismo. Democracia participativa no quiere decir ausencia de instituciones y mecanismos de expresión de poder. Un estado nacional, cualquiera que este sea, del matiz ideológico que sea, no puede existir sin una estructura formal, institucional, que lo soporte y mucho menos puede existir sin un régimen de partidos políticos.
La ausencia de lo que podríamos llamar “una gerencia política adecuada” que responda en forma integrada a las necesidades actuales, que sirva de correa y medio de transmisión de las iniciativas de gobierno y que se convierta en elemento de soporte de primer orden de las iniciativas presidenciales, está creando vacíos importantes que de alguna manera pueden abrirle paso a un deterioro de la credibilidad del gobierno bolivariano.
No obstante los esfuerzos directos y personales del Presidente Chávez, tuve la oportunidad de medir opiniones en los círculos a los cuales tengo acceso en Caracas, que evidencian una profunda preocupación por manifestaciones de corrupción al amparo del poder.
Corrupción no significa solamente propiciar condiciones, desde la posición de poder, para el beneficio personal, de familiares y allegados. También significa corrupción aceptar un cargo público de la mayor relevancia política y administrativa sin estar capacitado para el efectivo cumplimiento de sus funciones. Corrupción significa también convocar a un proceso electoral interno para integrar las listas de candidatos a distintos puestos de ratificación popular, como en el caso de las primarias del MVR y luego negociar con las fuerzas aliadas del proceso y de espaldas al electorado y candidatos triunfantes, la integración definitiva de las listas. Corrupción significa también exponer la credibilidad del Presidente Chávez y buscar el posible deterioro de su imagen pública, mediante el manejo de información política y económica que no corresponde a la realidad.
Al Presidente Chávez hay que cuidarlo. La debilidad de las estructuras de mando y poder hacia el interior del gobierno y esa falta de mecanismos de articulación y transmisión de decisiones han obligado al Presidente a estar presente en todos los escenarios, aún en aquellos que pueden ser asumidos por funcionarios subalterno de primer orden. Una demostración de tal situación se puso en evidencia al tener que intervenir en la atención y solución de los altercados que se presentaron entre Juan Barreto, el Alcalde Mayor de Caracas y Freddy Bernal, Alcalde del Municipio Libertador, como consecuencia del manejo irregular de las primarias internas del MVR. Al no existir estructuras partidarias que funcionen, al no existir una voluntad orgánica de control y seguimiento de las decisiones políticas, el Presidente Chávez tiene que acudir al regaño público y privado. Los regaños presidenciales, en cualquier escala, no tienen por qué darse, si tales articulaciones administrativas y políticas existiesen.
Por qué se dieron los lamentables hechos denunciados durante el proceso de primarias en el MVR, pues simplemente porque no existe una estructura partidaria respetuosa y respetable, por qué se presentan tantos problemas en la implementación de políticas de estado y gobierno, pues porque los organismos de control y seguimiento de acciones institucionales, son débiles o no existen. Por eso tiene que darse el regaño presidencial.
El papel fundamental del gobierno bolivariano en la actual etapa de desarrollo del país consiste, efectivamente, en poner todas las herramientas que necesita la economía del país para estimular y sostener un proceso de reactivación, que permita abatir los índices de pobreza y desempleo. No hay otro camino. Y en este sentido hay que preparar a los sectores más vulnerables de la sociedad para que logren incorporarse al proceso productivo de la manera más calificada posible y conforme a los nuevos conceptos de capacitación que se están aplicando en toda la geografía de Venezuela.
Es necesario insertar en los nuevos planes productivos que se están planificando mediante los planes de recuperación de tierras, a los productores agropecuarios, de nueva generación, para que transformen, desde el punto de vista social, la realidad del campo venezolano, bajo nuevas formas de organización productiva. Con la finalidad de diversificar la economía del país, se están estimulando planes de incremento de la producción mediante la apertura de ambiciosos programas de financiamiento y crédito a sectores establecidos, y para aquellos que estimulados por las necesidades nacionales y el intercambio comercial con el exterior, asuman la responsabilidad de crear proyectos productivos viables. Por esta ruta hay que continuar poniendo todos los acentos posibles.
Venezuela tiene que dejar ser esa economía monoproductora para convertirse en una economía que dependa y se soporte de diversas fuentes motoras de la actividad productiva. En este esfuerzo, cuya ruta ya está trazada y se está caminando, deben encontrarse todos los sectores productivos del país, desde la gran empresa consolidada, los sectores medios y aquellos que, como producto del proceso de transformación e impulso de nuevas actividades productivas, con el apoyo del estado venezolano, logren ocupar un espacio en la economía del país. Que papel más importante jugarán en este esfuerzo los nuevos emprendedores que surgirán como producto de los esfuerzos que se están desplegando por medio del programa Vuelvan Caras. Evidentemente en las nuevas condiciones creadas por el gobierno bolivariano, los organismos reguladores a cargo de la asignación del gasto e inversión pública, tendrán que ejecutar sus actividades esenciales y accesorias, en función de los intereses nacionales, que aseguren condiciones de equidad y solidaridad en el reparto de la riqueza producida por la sociedad.
El proceso de transformación que vive Venezuela es el producto de la agudización de circunstancias políticas y económicas del pasado y que se expresan en la herencia de abandono y de exclusión social en que fueron sumidos amplios sectores del país. La respuesta de los sectores que apoyan el proceso de cambio, no se debe orientar a excluir a los sectores productivos de los planes y acciones del gobierno, por su simple procedencia y origen social. Una sociedad no se puede construir o reconstruir en base de consignas panfletarias e irresponsables, que por lo demás carecen de contenido. Unos dirán que en las nuevas condiciones políticas, ahora le toca al pueblo pasar la factura, pero actuando en forma responsable debemos pensar que ahora le toca a la sociedad, sin exclusiones de ninguna índole, tomar por nuevos rumbos.
Indudablemente, como parte de un sistema democrático anclado en la constitución nacional, se deberán propiciar los procesos de participación de todos los sectores, organizaciones de la sociedad, partidos políticos, organismos gremiales y de representación de intereses económicos y actividad productiva y en tal sentido, luego de los intentos golpistas, paros patronales y de paralización de la actividad petrolera, importantes iniciativas políticas se han activado en ese sentido. El gobierno bolivariano ha emprendido iniciativas importantes tanto en el plano interno como en el externo, con el objetivo de crear condiciones para el crecimiento de la producción nacional y en ese sentido las cifras presentan resultados importantes. Evidentemente en este proceso habrá sectores que se saldrán de la línea principal de orientación del gobierno nacional y sus manifestaciones los lleve a actuar al margen de la legalidad ya sea por iniciativa particular o en complicidad con gobiernos extranjeros, ignorando los espacios que garantizan el orden constitucional. En tal sentido corresponderá a los organismos de seguridad del estado y todos los recursos disponibles de defensa de la soberanía nacional y del orden interior, tomar las medidas que se estimen pertinentes, para la defensa de gobierno nacional, incluyendo el extremo de llamar a los sectores organizados de la población a asumir las funciones que les correspondan, dentro de una concepción de consolidación del proceso revolucionario ante la agresión combinada de fuerzas internas y/o externas.
La coyuntura internacional es difícil y compleja. Debe imponerse un análisis pausado del entorno en que se mueve y despliega la revolución bolivariana para imponer los ritmos de la transformación interna. En la actual etapa, podemos decir que el proceso revolucionario venezolano es de carácter nacionalista, democrático, patriótico y anti-imperialista. De la misma manera podemos decir que las fuerzas de vanguardia, el carácter motriz de la revolución bolivariana son los trabajadores del campo y de la ciudad, las capas medias sensibles al proceso de transformación, los soldados y oficiales de las FAN y en general los patriotas de cualquier origen y ocupación, intelectuales, profesionales y la juventud.
La revolución venezolana debe buscar su propio camino y establecer un modelo de propiedad y de explotación de la tierra en el campo, que mejor convenga a sus intereses nacionales. La democratización de las zonas rurales del país, claro que pasa por la vía de la lucha en contra del latifundio improductivo, pero también pasa por la vía de la multiplicación de los proyectos cooperativos y de la pequeña explotación campesina y familiar, involucrados todos, por medio de diversos mecanismos, en los planes de producción agropecuaria y en general que respondan a planes de desarrollo nacional.
Creo que la gran disyuntiva del proceso bolivariano no se debe plantear entre reformismo o revolución, sino entre la propuesta romántica de lucha contra la propiedad privada, que nos puede llevar al fracaso y las iniciativas, proyectos y programas de transformación económica, claramente soportadas desde el punto de vista tecnológico, productivo y factibilidad económica, enmarcada las mismas dentro de una concepción de justicia social. El socialismo del siglo XXI debe pasar por el respeto a las leyes de la economía y en no perder de vista la racionalidad en el gasto e inversión pública.
Hay que seguir creando las condiciones, para que los sectores de la burguesía nacional, propietario de los medios de producción de capital venezolano, incorporen sus capacidades empresariales e iniciativas de inversión, al proceso de cambio, como elementos integrantes de las fuerzas motrices del proceso, en el tanto en que la revolución venezolana no se propone ni se debe proponer medidas anticapitalistas que traten de minar la actividad empresarial y de negocios, de carácter privado. El modelo económico del proceso de cambio debe incorporar, y en ese sentido se está caminando, a la iniciativa privada y dar seguridades de carácter jurídico a cualquier tipo de actividad productiva, siempre y cuando la misma se inscriba dentro de los parámetros y condiciones de orden estratégico del proceso de transformación nacional que encabeza el Presidente Chávez.
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