Don Jaime Daremblum analiza en conflicto con la realidad, la política petrolera venezolana. No es correcto lo que expresa en su artículo publicado en http://www.nacion.com/ln_ee/2009/febrero/01/opinion1860136.html al expresar, que el Presidente Chávez “que ha pasado años estatizando los yacimientos petrolíferos y atormentando a las compañías de energía foráneas, ahora está pidiendo ayuda a las mayores transnacionales petroleras.”. Empresas transnacionales de diverso origen, incluyendo EE.UU., están presentes en los proyectos de explotación petrolera en Venezuela y desarrollan sus actividades amparadas a las leyes del país. Claro que las condiciones han cambiado, pero nadie las está “atormentando” y mucho menos sobre ellas pesa ninguna amenaza que pueda ponerle término a sus proyectos de inversión. En el pasado funcionaron al amparo de Convenios Operativos firmados en los años 90 que dieron cobertura a verdaderas concesiones para obviar la aprobación legislativa. Eran tiempos de la apertura petrolera, de los bajos precios que beneficiaban a las empresas intermediarias internacionales y de “vacas flacas” para los ingresos fiscales de Venezuela. Eran tiempos en que la política de explotación era definida en función de los intereses externos y nunca, en función del interés nacional. Eran tiempos en que todo se valía.
En el marco de las leyes vigentes, a partir de marzo del 2006 la mayoría de las empresas privadas, nacionales y extranjeras, amparadas a Convenios Operativos, aceptaron establecer una nueva relación comercial con el estado venezolano, para convertirse en socias de PDVSA mediante un proceso que se denominó migración a empresas mixtas en las cuales el estado venezolano tiene un piso accionario del 51%. Tan bueno es el negocio petrolero en Venezuela para las empresas extranjeras que aceptaron un incremento en las regalías del 1% al 16% y el impuesto sobre la renta pasó del 34% al 50%. Las empresas mixtas producen actualmente alrededor de 600.000 barriles diarios, que representan alrededor del 18% de la producción total. Entre las empresas transnacionales que se constituyeron en socias de PDVSA, se encuentran todas las estelares del mercado internacional del crudo.
Al contrario de lo que piensa don Jaime con relación a PDVSA, ésta goza de muy buena salud financiera. Los indicadores de solvencia y capacidad de endeudamiento indican, que es la empresa estatal dedicada a la actividad petrolera más sólida de América Latina y esto es producto de una clara estrategia de desarrollo y de aplicación de las utilidades.
Don Jaime emite juicios sobre temas que ningún gobierno de América Latina ha elevado como quejas o denuncias a organismos regionales, sobre la supuesta intervención venezolana en sus asuntos internos. La mejor carta de presentación de Venezuela ante el mundo, como respuesta a las preocupaciones de don Jaime, es ser protagonista estelar en las iniciativas regionales de integración en temas sociales, energéticos y financieros. En su afán de golpear al gobierno venezolano, expresa preocupación, sin fundamento alguno, sobre el gasto militar, sin hacer ninguna comparación en términos absolutos y relativos al PIB con otras nacionales de la región, pues menuda sorpresa le espera.
Venezuela ha sabido manejar los altos precios del petróleo y en tal sentido ha establecido los mecanismos que le permiten disponer de los suficientes recursos en divisas para encarar la situación de crisis global y sostener el acento social en política interna.
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