La victoria del 07 de octubre marca un nuevo ciclo de la Revolución Bolivariana, por un lado reafirma la condición democrática del socialismo que proponemos, y por otro nos indica que justamente un sistema socialista es la propuesta por la que los ciudadanos y las ciudadanas votaron.
Es que efectivamente lo que estaba en disputa se vislumbraba entre las presentaciones de dos modelos políticos en pugna, ante un país polarizado, pero que mayoritariamente y de manera contundente abogó por el socialismo Bolivariano del siglo XXI, por la integración de los pueblos de nuestra América, por la soberanía e independencia nacional, y por la capacidad de forjar nuestro propio destino.
De tal manera, que cualquier discurso de conciliación nacional, debe ir en la dirección de poner muy en claro que el proyecto país no se negocia, y que ahora los más de ocho millones que votamos por la continuidad y profundización de la revolución, exigimos un respeto, que consecuentemente ha sido difamado, maltratado y ofendido, por los emporios comunicacionales y la partidocracia de la derecha nacional. Ahora somos nosotros, quienes exigimos a estos poderes fácticos, que se respete la dignidad de la clase humilde, trabajadora, intelectual y académica, que acompaña una propuesta que pretende generar mayor justicia social.
En lo que concuerdo completamente, es que una gran victoria como la del pasado 7-O conlleva una gran responsabilidad, y eso implica respeto por las minorías, una minoría que hoy es representada por la oposición venezolana. Me atrevo a decir, que nunca antes en la historia política nacional, los sectores adversos al gobierno fueron tratados con tanto respeto, a tal punto que la pérdida de sus elecciones ahora, como lo fuera del poder en 1.998, no implicó una cacería de brujas. Lamentablemente no habría pasado lo mismo con la izquierda y así lo demostraron los sucesos de abril de 2002, si la derecha hubiese retornado al poder.
Pero además, para que esta oposición sea consecuente con sus exigencias, debe ser capaz de reconocer y respetar a sus adversarios, en las zonas del país donde son gobierno. Vale la pena recordar que dentro de las primeras acciones del Gobierno Regional del Táchira perteneciente a la derecha, tuvo como política aplastar las minorías de la entidad en acciones tales como: cierre de 16 infocentros que beneficiaban a la colectividad, despido injustificado de casi mil trabajadores, y cobros excesivos a personas de bajos recursos que habían obtenido una vivienda con interés social.
Toda esta configuración supone, que cualquier proceso de unidad nacional, pasa por reconocer que la composición de fuerzas está representada en su mayoría por quienes pretenden profundizar la revolución y no como un país dividido en partes iguales, tal como pretenden hacerlo ver algunos analistas de la oposición. Si bien es cierto debemos ser más críticos, más eficientes, más entregados para esta nueva etapa, debe quedar bien claro que el socialismo no se negocia.
“Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad”. Simón Bolívar
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